El edificio más famoso de la historia del automóvil lo es por algo simple: un circuito de pruebas en su azotea

  • Fiat estaba en pleno proceso de expansión a principios del siglo XX y buscó nueva fábrica en Turín

  • La pista estuvo en funcionamiento hasta los años 70, ahora se puede visitar tras su reapertura

Lapista500
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Dicen que los hombres pensamos mucho (muy mucho) en el Imperio Romano. Cualquiera que eche un vistazo a Xataka podría decir que las mujeres están en lo cierto. Monedas, emperadores, huelgas, hormigón... y carreras de caballos.

Bueno, de esto, realmente no hemos hablado pero sí vamos a tratarlo de refilón. Si nos creíamos muy modernos con las carreras en óvalos, los romanos ya se divertían con algo muy parecido hace miles de años.

El Circo Máximo era el lugar donde los romanos se daban cita para disfrutar de algunas pruebas, como carreras a pie, lanzamiento de peso o jabalina que luego serían imitadas por el atletismo. Pero también de carreras de caballos o de cuadrigas.

El sistema era sencillo: dos grandes explanadas separadas por una valla central conocida como espina a la que se daban vueltas. Las rectas medían cientos de metros (la del Circo Máximo de Roma se extiende 600 metros) y los aurigas, quienes se subían a las cuadrigas, eran considerados deportistas que podían alcanzar la popularidad de Messi o Cristiano Fernando Alonso o Lewis Hamilton.

Las carreras de cuadrigas eran excepcionalmente peligrosas. No era raro que los carros chocaran durante la prueba lo que ponía en peligro a los aurigas que, en ocasiones, eran pisoteados o arrastrados por los caballos. Pero más allá de su peligro, las carreras eran, sobre todo, rápidas.

Y eso es algo que se ha sabido aprovechar con el paso del tiempo. Los circuitos ovalados empezaron a peraltar las curvas con el claro objetivo de que los vehículos alcanzaran su velocidad máxima sin tener que frenar a la entrada de la curva. De aquellos circos estas noches de domingo viendo la Nascar.

La estructura ha servido, más allá de la competición, como laboratorio de pruebas de los propios fabricantes. Ford, por ejemplo, ha revivido un antiguo circuito belga para examinar a sus vehículos. Y algunas compañías, como Opel, han contado y cuentan con circuitos propios como el circuito de los germanos en Rüsselheim (que se puede visitar).

Y de estos circuitos, probablemente el más famoso sea el de Fiat.

Por una sencilla y evidente razón: está en el techo de sus oficinas.

Empezar la casa por el circuito

Era 1915 y Fiat vivía un gran momento. La compañía había nacido al filo del siglo XIX, en 1899, en Turín. La empresa creció rápidamente en sus primeros años y cuando finalizaba la primera década del recién estrenado siglo XX ya contaba con 2.500 empleados.

En plena expansión y recién inaugurada una planta en Estados Unidos, ¿a quién no le va a gustar una Primera Guerra Mundial si es un fabricante de coches? Efectivamente, el conflicto internacional puso a trabajar a máximo rendimiento a una compañía que vendía vehículos de todo tipo, incluidos los militares.

Esto llevó a Giovani Agnelli, familia que tienen muchas otras inversiones más allá de Fiat como la Juventus de Turín, a encargar una nueva planta en su ciudad local. En el barrio de Lingotto, Fiat debía construir una nueva planta productora, junto a un edificio de oficinas y un circuito de pruebas.

La solución presentada por Mattè-Trucco y el ingeniero Ugo Gobbato fue sencilla. Si se quería conseguir la máxima funcionalidad en el menor espacio posible, sólo había una solución: poner la pista de pruebas en el tejado.

Y así que lo hicieron.

Poco después del encargo, en 1916, comenzó al construcción del Lingotto. En 1923, el edificio era inaugurado por el rey Victor Manuel II y pasaba a convertirse en un gigantesco edificio que albergaba una de las fábricas de coches más grandes de la época. Pero, sobre todo, pasaba a convertirse en un símbolo.

Fiat Lingotto Veduta 1928
Lingotto
Lingotto

Como no podía ser de otra forma, todo el edificio giraba (je) alrededor del circuito de la azotea. Su forma determinó la forma del resto de su estructura, con dos enormes rampas que se retorcían sobre sí mismas hasta alcanzar los 30 metros de altura y lanzar a los coches a una azotea donde se llegaron a alcanzar velocidades superiores a 250 km/h, según Diariomotor.

En total, era un edificio de 100 metros de ancho cuya azotea estaba rematada por una pista de pruebas con dos enormes curvas peraltadas que sumaba un total de 1.200 metros de longitud (500 metros por cada lado).

La expansión de Fiat pronto dejó pequeñas su fábrica y buena parte de sus nuevos modelos pasaron a plantas de reciente creación. Pero el techo del edificio siguió albergando algunas pruebas de sus modelos hasta bien entrada la década de 1970. Poco a poco, eso sí, la construcción empezó a quedarse obsoleta y finalmente se cerró su pista de pruebas en 1982.

Para reaprovechar el edificio, éste se renovó poco después, con añadidos como un helipuerto o espacios para realizar conferencias. Bajo el circuito abrió un centro comercial, un hotel o galerías de arte, entre otros servicios. Hoy, la azotea se puede visitar previo paso por Casa 500, una exposición donde se cuenta parte de la historia de la marca y del Fiat 500, y es un jardín que ha reformulado la pista de pruebas.

Imágenes | Fiat , Dgtmedia- Simone, in_ar23 y Sailko

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