El Porsche Tapiro fue diseñado por Giugiaro y volvió a él... ya quemado
El coche pasó desapercibido pero fue clave en el desarrollo de la carrera del diseñador
Si tú dices Porsche, yo digo 911.
Puede que incluso no sea tu Porsche preferido pero es, sin duda, su modelo más icónico y el que la mayor parte de las veces primero nos llega a la cabeza cuando pensamos en la marca de Stuttgart. Dos faros redonditos delante, formas curvas y una caída coupé en la trasera.
Aunque las líneas de diseño de Porsche parecen haber jugado con este diseño toda la vida, lo cierto es que no siempre ha sido así. Y los años sesenta y setenta fueron el mejor ejemplo. Eran los años de los de los Mercedes C111, del Lamborghini Countach o del Lancia Stratos, entre muchos otros.
Y Porsche tampoco se resistió al formato cuña. Como puedes ver en este enlace donde tienes toda la evolución de los modelos de la compañía entre los años 60 y los 2000, modelos como el Porsche 924 o el 928 se inspiraron en parte en aquellas formas.
Pero el modelo que más se acercó a lo que se proponía por aquel entonces fue el Porche Tapiro.
Una historia con sabor español
Giorgetto Giugiaro es conocido por ser uno de los diseñadores de coches más relevantes de la historia. Y en esa historia entra, sin lugar a dudas, el formato cuña.
En las décadas de los años 70 y 80, Giugiaro diseñó y perfeccionó constantemente su formato cuña repitiéndolo hasta la saciedad. Los ejemplos más repetidos son el Lotus Esprit, el BMW M1 o el DeLorean DMC-12 (sí, el de Regreso al Futuro). Pero no son ni mucho menos los únicos.
Con apenas 30 años, Giugiaro ya era un reputado diseñador y en 1968 fundó Italdesign, una compañía centrada en el diseño de automóviles que recibiría el encargo de Porsche para sacar adelante un prototipo diferente. Tenía mérito porque los últimos años de la década de los sesenta fueron los años de los diseñadores italianos que, bebiendo del Alfa Romeo Carabo de Marcello Gandini, aplicaron constantemente el famoso diseño en cuña.
El prototipo nacía del Porsche 914 que fue reformado por completo. El coche mantenía la distancia entre ejes pero no conservó mucho más. El Porsche Tapiro era ocho centímetros más largo otros diez centímetros más ancho. La altura también se rebajaba en otros diez centímetros. La guinda la ponían la apertura de puertas en forma de ala de gaviota.
Todo ello convertía al coche en un modelo completamente nuevo que parecía directamente llegado desde el futuro. La intención era demostrar que el diseño de cuña podía replicarse en modelos deportivos medios pues parecía vedado a los superdeportivos, como explican en Motor1.com.
El coche fue mostrado en primer lugar en el Salón del Automóvil de Turín de 1971 y caló entre los asistentes por su estructura central que hacía de bisagra para las puertas pero, también, para otras dos tomas de la carrocería que daban acceso al interior del motor. Abiertos todos los compartimentos da una imagen realmente espectacular y curiosa, como se señala en la propia imagen de Italdesign.
El coche, sin embargo, no llegó a producción. O, al menos, no llegó un modelo que heredara sus formas definitorias por lo que poco a poco fue cayendo en el olvido. La unidad construida fue mostrada en el Salón del Automóvil de Barcelona, donde se mostró al público con un motor boxer de 2,4 litros sacado de un 911S y modificado por Bonomelli Tuning para sacarle 220 CV de potencia, aunque como explican en Escudería, no está del todo claro.
De lo que sí parece que hay menos dudas es del futuro que le deparó a la unidad expuesta. El Porsche Tapiro hizo tres años de gira pero el interés de los clientes parecía estar centrado exclusivamente en el 911. Sin el interés que necesitaban para lanzar a producción esta evolución del Porsche 914, el prototipo comenzó a perder sentido.
Y en esa gira llega a Barcelona, donde un empresario español consigue hacerse con el coche y lo utiliza de forma privada para su uso diario. Poco después, la unidad pasa por un compraventa y termina en las manos del compositor argentino Waldo de los Ríos, quien vivía en Madrid.
De los Ríos consiguió una gran repercusión con su Himno de la Alegría para ser cantado por Miguel Ríos pero también por obras como la banda sonora de Curro Jiménez. De los Ríos, sin embargo, sufría una grave depresión perseguido por ocultar su homosexualidad mientras estaba casado con la periodista uruguaya Isabel Pisano.
La depresión, de hecho, le llevó al suicidio pero en esos últimos años de vida disfrutó del Porsche Tapiro. Una ilusión que le duraría hasta su incendio. Aunque hay versiones que apuntan a revueltas finalizada la dictadura o un accidente, como de hecho se lee en la web de Italdesign, todo indica que el vehículo entró en combustión cuando circulaba por la Casa de Campo en Madrid.
En Escudería explican que no era raro que los Porsche 914/6 del que derivaba el prototipo se incendiaran. Era más o menos común que los carburadores Weber de triple cuerpo que montaba este modelo se desbordaran por un problema en los flotadores. El combustible llegaba hasta el cableado del coche y entraba en combustión.
Viendo la imagen que abre el artículo nos imaginamos que esto fue lo que realmente sucedió. El coche fue guardado en la parte trasera de la vivienda que el compositor tenía en Madrid y se mantuvo allí, incluso, después de su suicidio. Fue entonces cuando, al enterarse Giugiaro que lo que quedaba del coche estaba todavía en España, compró los restos y se los llevó a Italdesign, donde el coche llegó a estar expuesto de nuevo.
Fotos | Italdesign
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