Europa puede tropezar en el caso del coche eléctrico chino con la misma piedra que hace unos años con las placas fotovoltaicas
China cada vez es más fuerte en el mercado europeo de coches eléctricos y lo mismo ocurre con empresas europeas en el mercado asiático
Los coches eléctricos y los paneles solares ya no son las tecnologías del futuro, sino del presente. Poco a poco, ambos se hacen más asequibles, lo que permite que cada vez más ciudadanos apuesten por ellos y es algo que gusta a los gobiernos porque son dos de las claves de cara a la descarbonización. Algo que tienen en común es que China es una potencia enorme, una que entra a la fuerza en los mercados occidentales y a la que, en ocasiones, se busca poner freno,
Actualmente, estamos viendo que hay países intentando frenar al coche eléctrico chino a base de aranceles. Como se suele decir, la historia está condenada a repetirse y, en Europa, es algo que ya se intentó con los paneles eléctricos. Al final, se levantó la bandera de la rendición.
Dumping. A principios de siglo, muchos países empezaron a volcarse en las energías renovables. Viendo las crecientes emisiones de CO2 a la atmósfera, se vio a las energías verdes como la gran esperanza y se empezaron a poner en marcha campos tanto eólicos como fotovoltaicos. A nivel de usuario no era algo que importada demasiado, puesto que el precio de los paneles solares para el autoconsumo era prohibitivo, pero en el tejido empresarial empezaba a asomar un enemigo: China.
El gigante asiático empezó a producir paneles solares en cantidades industriales, inundando mercados extranjeros con paneles a un precio inferior a los locales y ganando la aceptación de los compradores. Las empresas productoras de paneles presionaron a la Comisión Europea, quien decidió en 2013 imponer una medida proteccionista contra los paneles chinos para evitar el dumping (vender productos por debajo del precio de coste). Lo que se les ocurrió fue un arancel del 11,8% a los paneles chinos. Y, si el gobierno chino no ponía medidas, el recargo aumentaría al 47,6%.
Fin del proteccionismo. Desde la Comisión se anunció que las medidas impuestas en junio de ese año tendrían una duración de seis meses y, más allá de ese plazo, sería cada uno de los estados miembros los que decidirían si las convertirían en permanente por un periodo de cinco años. Curiosamente, varios países no estaban en sintonía con esta medida de la Comisión.
La medida fue un fracaso. China continuó con sus planes Made in China 2025 para dejar de ser simplemente la fábrica de otros países y convertirse en una potencia y, en 2018, Europa volvió a abrir sus puertas de par en par a los paneles procedentes de China. Al principio, los paneles chinos no eran muy eficientes, lo que les labró una mala fama, pero con el paso de los años mejoraron mucho sus procesos y, teniendo en cuenta esto y cuestiones económicas, la Comisión decidió que no tenía sentido mantener la medida antidumping.
2024. Actualmente, China no sólo se ha consolidado en el mercado de los paneles eléctricos, sino que ha conseguido que el mundo dependa de su tecnología. Un panel fabricado en China es un 50% más barato que uno producido en Europa y lo que en la primera década de los 2000 sólo afectaba a empresas, ahora está repercutiendo en los consumidores. Que el precio de los paneles haya bajado permite que se compren paneles para autoconsumo y que sean, incluso, más baratos que las cercas para el jardín.
Intereses comerciales. Esa inundación de paneles solares chinos sólo deja una salida a Europa y Estados Unidos: especializarse o tirar la toalla. Y visto lo que está ocurriendo con los paneles, vamos con los coches eléctricos. Actualmente, la situación es similar a la vivida hace 10 años con las placas fotovoltaicas y estamos viendo que países como Estados Unidos están imponiendo fuertes aranceles al coche eléctrico procedente de China. De un 25%, han pasado a un 100% de la noche a la mañana.
No tiene pinta de que esto vaya a ir a menos, ya que la medida adoptada por el gobierno de Biden se replicará si Trump gana las alecciones. En Europa no nos podemos permitir un arancel del 100% al coche eléctrico chino por algo muy sencillo: hay potentes intereses comerciales. Lo primero es que Europa es el mercado occidental que más está presionando para saltar al coche eléctrico. Lo segundo es que Alemania es uno de los mercados más importantes y no sólo muchos de sus coches llegan con piezas chinas, sino que empresas como Volkswagen tienen interés en que el mercado chino siga creciendo.
China lo tiene claro. Por su parte, China sigue avanzando para inundar Europa de coches eléctricos. Uno de los coches más vendidos en España durante el año pasado fue el MG ZS, un coche de la compañía SAIC que acaba de hacerse con otro enorme barco Ro-Ro para seguir mandando coches eléctricos a occidente.
Parece que la historia de los paneles solares, al menos en Europa, está condenada a repetirse con los coches eléctricos. Veremos qué ocurre en el futuro, pero diferentes empresas tienen una fuerte dependencia de China en estos momentos y no parece factible algo como los aranceles que ha aplicado el mercado norteamericano.
Imágenes | Ricardo Aguilar, AleSpa
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