Nunca Europa demandó tanto coche eléctrico. Es lógico, pues el contexto no lo había exigido, los fabricantes contaban con una menor oferta y las dificultades para la carga de estos automóviles eran mayores. Por suerte, lo que vivimos en España con el coche eléctrico no es lo mismo que viven en Europa. Lamentablemente, la salud del coche eléctrico en Europa no es la que tenemos en España.
El mercado del coche eléctrico está roto. Se ha partido en dos y ahora crece a dos velocidades. Es fácil comprobarlo cuando miramos los datos. En España, las previsiones dan una cuota de mercado al coche eléctrico por debajo del 4% de las ventas. En Alemania y Francia superan ampliamente el 10%.
En Países Bajos o Suecia, la demanda de coches eléctricos también es realmente alta, países que van a superar los 50.000 vehículos eléctricos vendidos. Al mismo tiempo, Noruega ya está tomando medidas para gravar con nuevos impuestos a los automóviles completamente eléctricos, pues se compran tantos que están provocando un agujero en sus cuentas.
A falta de contar con los datos del último año, según ACEA las matriculaciones de coches eléctricos en Europa ya habían crecido un 22% al cierre del Q3 del pasado 2022, en comparación al mismo periodo de 2021. Para entonces, ya se habían vendido 259.449 unidades de este tipo por las 212.600 unidades del año anterior.
Alimentando al gran rival: China
Todo este aumento en las matriculaciones ha tenido una influencia directa en el mercado de las exportaciones. Según recoge Bloomberg, el aumento en la demanda de coches eléctricos en Europa ha provocado que China exportara más vehículos que nunca. Concretamente, el aumento es de un 165% en noviembre.
El diario económico cifra en 3200 millones de dólares en vehículos eléctricos el volumen de las exportaciones chinas en noviembre, de las cuales el 70% tuvieron como destino Bélgica y Reino Unido, los principales demandantes de estos vehículos con origen en China.
Es de esperar, sin embargo, que las exportaciones de vehículos eléctricos chinos se hayan reducido en diciembre, como consecuencia de las constantes paradas en la cadena de producción que se han vivido en el país como consecuencia del coronavirus, pero da una idea del potencial que tiene el país asiático a la hora de vender a Europa los vehículos que sus propias instituciones obligarán a mantener en los próximos años.
Europa se encuentra ahora ante una difícil paradoja, entre una espada y una pared que ella misma se ha puesto delante y a la espalda: queremos que los fabricantes europeos sigan siendo competitivos pero las instituciones europeas están presionando para la adopción de una tecnología por la que China lleva muchos años apostando fuerte.
El resultado son salones del automóvil en Europa donde predominan los anuncios de coches eléctricos chinos que están ofreciendo alternativas más baratas en un mercado, el del coche eléctrico, que sigue siendo especialmente caro. Además, los modelos presentados no sólo atacan a la parte baja del mercado, también lanzan vehículos con aspiraciones premium, como está haciendo NIO.
De hecho, analistas como Matthias Schmidt recalcan la importancia del aterrizaje chino en Europa, aunque sí señala que será "un desafío para ellos" conseguir abrirse un hueco en el mercado. Carlos Tavares, CEO de Stellantis y menos optimista, ha repetido en múltiples ocasiones que se levanten duros aranceles contra estas firmas, como la propia China ha hecho cuando Europa ha querido entrar en su mercado.
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