Salvo que tengas 20.000, 30.000, 40.000 euros o la cantidad que sea en el banco y te apetezca gastarla de golpe en el vehículo (o que te plantees recurrir al renting), la compra de un coche suele implicar darle vueltas a cómo financiarlo.
Además, con el paso del tiempo hemos ido ganando en opciones, aunque a costa de tener que hacer un estudio más detallado sobre la situación antes de tomar ninguna decisión. Aquí queremos ayudarte para que llegues a la fase final lo más rodado posible.
Veamos qué opciones tiene el comprador.
Financiación lineal
La financiación lineal es la fórmula tradicional para el coche en propiedad: usted se quiere comprar un coche, fracciona el pago en mensualidades y cuando abone la última, el vehículo es suyo. Dentro de ella, hay tres opciones principales.
Financiación bancaria tradicional
Cuando recurres directamente a un banco, ya sea al que sueles utilizar o a otro distinto. Si acudes a tu entidad es más probable que logres unas condiciones más favorables, especialmente si tienes un historial crediticio sólido o un historial de ahorros consistente que demuestre solvencia y responsabilidad por tu parte, así como un histórico de ingresos recurrentes lo más longevo posible, varias fuentes de ingresos, toda esa relación previa con el banco o un bajo nivel de endeudamiento en ese momento. En resumen, una solvencia demostrada e indicadores de bajo riesgo como deudor.
En cualquier caso, siempre es interesante comparar las ofertas de distintas entidades para saber cuál nos ofrece un TAE más bajo, y por tanto, más barato nos saldrá el préstamo. Es importante no dejarse guiar únicamente por el TIN (interés nominal), sino comparar el TAE, que incluye el coste real agrupando intereses a gastos.
Y por supuesto, sumar y multiplicar todo lo que venga en el cuadro de amortización para entender cuánto acabaremos pagando, a cambio de qué, y en qué plazos.
Además del TAE, puede haber otros indicadores que nos interesen:
- La tasa por cancelación anticipada
- El período de carencia durante el cual no pagas cuotas
- Los requisitos de vinculación, como la contratación de otros productos del banco, y el coste de estos
- La flexibilidad a la hora de modificar cuota o plazos en caso de necesidad
- El plazo de amortización mínimo y máximo
- Los seguros asociados, como el de vida o el de protección de pagos
También hay que tener en cuenta que recurrir a la financiación ajena al concesionario suele implicar renunciar a su descuento. Por ejemplo, un coche que se anuncia por 25.000 euros financiado puede irse a 27.000 si lo pagamos al contado o encontramos la financiación por nuestra cuenta. Hay que ver cada par de precios.
Ese diferencial también debe ser contemplado, así como la renuncia a otros detalles que incluya el concesionario, como el primer año de seguro gratuito, un cierto número de mantenimientos incluidos o, por qué no, unas alfombrillas de repuesto gratuitas.
Financiación a través del concesionario
Una opción que ofrece cualquier concesionario, que trabaja directamente con entidades bancarias especializadas en financiación al consumo. Ellos mismos intermedian la gestión para ahorrar molestias al comprador. Además, el precio final del coche (intereses y gastos al margen) suele reducirse, aunque por supuesto habrá que hacer números igualmente para ver qué nos compensa más.
Estas condiciones no pueden negociarse ni comparar entre alternativas: son las condiciones que son, y lo que podremos negociar será el precio del coche o lo que incluya el concesionario como obsequio, pero no las condiciones del préstamo con la financiera.
Puede ocurrir que el precio del coche con la financiación del concesionario sea más económico. Por mantener el ejemplo, de 25.000 frente a 27.000 euros. Ahora bien, es posible que el tipo de interés que aplique la financiera, así como los gastos asociados, disparen la factura total y acabemos pagando de más.
Por eso es importante algo tan simple como multiplicar cuota por mensualidades y sumar entrada (si la damos) y gastos. Solo de esa forma estaremos comparando manzanas con manzanas y sabremos de verdad lo que pagamos por cada opción.
Préstamo entre particulares
Una opción para quien tiene una red de confianza capaz de afrontar un pago así. Normalmente esta opción implicará, sobre todo si pensamos en préstamos entre familiares o amigos íntimos, poder evitar pagar intereses, o hacerlo de forma reducida.
No obstante, mezclar cinco cifras con amigos o familiares puede ser delicado, aunque esta es una cuestión que cada uno tendrá que valorar, tanto deudor como prestamista. Y por descontado siempre es necesario formalizar el préstamo informando a Hacienda de su existencia y sus condiciones mediante el modelo 600.
De lo contrario, Hacienda lo entenderá como una donación y estaría sujeto al Impuesto de Sucesiones y Donaciones.
Financiación multiopción
El modelo que ha ganado adeptos en los últimos años, tanto en concesionarios como en clientes. Cualquier persona que acude a comprarse un coche se encuentra con este tipo de financiación como una opción más.
El concesionario no fracciona el pago del 100% del coche, sino de una parte de su valor. Por ejemplo, el 65%. El 35% restante lo deja como cuota final. Si el cliente la paga (hablamos de 8.000, 10.000, 15.000 euros...), el coche pasa a ser suyo. Si no la paga, puede devolver el coche y comprar otro, también usando este tipo de financiación, y seguir pagando cuotas.
Aunque puede parecer un renting, no lo es, y tiene diferencias importantes. En el renting, el coche nunca es propiedad del cliente. Por tanto solo se encarga de pagar por su uso y conducirlo... y devolverlo cuando acaba el contrato. Impuestos, seguros y mantenimiento corren por cuenta de la entidad que lo ofrece.
En cambio, con la financiación multiopción, el cliente es el dueño del coche a todos los efectos. Y por tanto tiene que ocuparse del impuesto de matriculación, el impuesto de circulación anual, el seguro, el mantenimiento... El papel del concesionario sobre ese coche se limita a un compromiso de compra a un precio cerrado de antemano cuatro años después. Mientras eso ocurre (o no), el propietario del coche siempre es el cliente.
Esta es una opción interesante para ciertas situaciones y perfiles de cliente, como para quien siempre quiere estrenar coche cada cuatro años, aunque a sabiendas de que nunca dejará de pagar. A cambio tendrá siempre lo último en tecnología y seguridad, podrá adaptar el modelo a su necesidad en cada época (soltero, casado, con hijos bebés, con hijos mayores, trabajando lejos, trabajando desde casa...) y nunca se tendrá que preocupar de ITVs ni apenas mantenimientos. Además, el poco que necesite el coche entrará en garantía.
Otro motivo para escoger esta fórmula es la flexibilidad a la hora de cambiar de un coche de combustible a uno eléctrico, por ejemplo. O de un eléctrico con la tecnología de carga y autonomía actual a un eléctrico dentro de cuatro años, con avances presumibles en ese sentido. Con una financiación lineal tendríamos que pagar un importe superior en ese plazo y no tendríamos un precio de recompra asegurado. No es una opción mejor ni peor por sí misma que la lineal, sino que depende de la intención y la situación del comprador.
Con el renting comparte la opción de quedarse el coche en propiedad mediante una gran cuota final, aunque la propiedad aquí se tiene desde el principio.
La entrada
El otro aspecto de las financiaciones: ¿por qué dar una entrada? ¿Qué cantidad o qué porcentaje son adecuados? No hay una respuesta universal. Dependerá de la cantidad final a pagar, pero sobre todo, de la capacidad financiera del comprador y de sus prioridades personales.
La entrada sirve básicamente para reducir la cantidad a financiar, y por tanto, los intereses a pagar. Se puede comprobar en cualquier simulador: se ahorra mucho dinero al comprar un coche de 30.000 euros si aportamos 10.000 que si no aportamos nada y nos limitamos a las mensualidades.
No obstante, más allá de la obviedad de que el comprador debe tenerlos disponibles, también entra en juego cuánto le quede en el banco o en otros activos de cierta liquidez, con cuántos ahorros esté cómodo o, sobre todo, si es capaz de invertir ese capital y obtener una cierta rentabilidad con él.
Ahí entran los cálculos personales para entender cuántos intereses se ahorra con cada entrada, y si el comprador logra una rentabilidad superior moviendo ese dinero en acciones bursátiles, fondos indexados o el tipo de producto financiero que prefiera.
Y también entra el aspecto psicológico: hay quien prefiere pagar más dinero en intereses al final de la financiación a cambio de no erosionar sus ahorros. Prioridades.
La reserva de dominio
Un último aspecto importante a la hora de financiar un coche. Aunque hablemos de que el coche pasa a ser propiedad de su dueño en cuanto lo compra, esto no es del todo cierto si hilamos fino. Existe la figura de la reserva de dominio, el proceso que mantiene el coche en propiedad de la entidad financiera que ha puesto el dinero para la financiación, aunque su poseedor sea quien lo ha comprado.
El comprador puede usarlo, por supuesto, pero hasta que no complete el pago de la última cuota no será el propietario efectivo. Por tanto, no podrá vender el coche, darlo de baja o cambiar su titularidad.
Hay financieras que incluyen el servicio de la cancelación de la reserva de dominio tras completarse el pago, pero no lo hacen todas. En ese caso queda en manos del comprador, ya lo haga él mismo o lo encargue a una gestoría, completar el trámite con la DGT y el Registro de Bienes Muebles.
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