Todos los coches de Fórmula 1 de este año son negros. El origen es una decisión de 1934 y una competitividad obsesiva

  • Todas las presentaciones de los dos últimos años nos dejan coches cada vez más negros

  • La Fórmula 1, que antes destacaba por sus decoraciones, se ha llenado de coches anodinos

El negro de Lotus, los McLaren blancos y rojos cual cajetilla de Marlboro, el verde Seven Up del Benetton de Schumacher, el amarillo y azul (piernas de Sonic incluidas) de Williams y, por supuesto, el rojo de Ferrari. La Fórmula 1 son pilotos, monoplazas, publicidad y colores.

Asociamos los recuerdos de la Fórmula 1, inherentemente, a todas esta combinaciones. Y hay ocasiones en las que no está muy claro cuál es de esas cuatro patas sujeta con más fuerza la mesa de las imágenes pasadas.

¿Qué pasará con los aficionados del futuro?

Adiós, color, adiós

En una suerte de retroceso donde disfrutamos de las imágenes del pasado a todo color, la Fórmula 1 parece estar volviendo poco a poco a la televisión de tubo y el blanco y negro. Al tiempo que los coches de nuestras calles parecen ser ahora todos blancos, negros y grises, la máxima categoría de monoplazas también está diciendo adiós al color.

Es algo que ya empezamos a ver el año pasado pero que ha terminado por constatarse con las presentaciones de los monoplazas para la próxima temporada de Fórmula 1, que dará comienzo dentro de dos semanas. El exotismo de los coches y los colores llamativos están desapareciendo.

Como si el deporte se hubiera vestido de luto, con cada nueva presentación un monoplaza asistimos con tristeza a la despedida del colorido en la carrocería. El caso Alpine es uno de los más sangrantes. Con los franceses tiñendo la parrilla de azul y rosa hace apenas dos años, ahora Esteban Ocon y Pierre Gasly pelearán con un coche prácticamente negro.

Misma situación para George Russell y Lewis Hamilton, cuyos Mercedes hace tiempo que ya no son aquellas famosas flechas plateadas. El inglés, si todo marcha así, le costará no equivocarse de monoplaza el próximo año cuando busque dónde está su Ferrari.

Ferrari, que antes destacara por su atractivo rojo, hace tiempo que viste un tono más apagado que, poco a poco, está devorando el negro. McLaren también está sufriendo la misma suerte de enfermedad. Haas ha limitado todavía más el poco color blanco que le iba quedando a su coche. Pensar en Williams como una escudería que viste de negro, donde el azul es testimonial, es como para llorar. El atentado de Sauber al buen gusto, ni lo voy a comentar.

Con Red Bull apostando por tonos más oscuros y Aston Martin, a los que todavía les queda algo de su precioso verde en el monoplaza, va a ser complicado seguir un deporte donde todos parecen haberse decantado por un mismo color.

Como puedes imaginar, esto no ha sido consensuado por todos los responsables de marketing de las firmas. Hay una razón que está oscureciendo los monoplazas. Y es tan sencillo como su peso.

Como si estuviéramos ante un desfile de moda de los años 90, los ingenieros de la Fórmula 1 han decidido someter a sus monoplazas a un tratamiento para conseguir la delgadez extrema. Y en esa búsqueda por arañar décimas de donde no las hay, alguien ha decidido fijarse en la pintura.

Esa misma pintura, que ha sembrado nuestra cabeza de recuerdos, pesa. ¿Cuánto? Es difícil de calcular y, de hecho, no hay datos demasiado fiables sobre ello pero está claro que los ingenieros han optado por eliminar la mayor parte posible de pintura de las carrocerías. Las partes desnudas en fibra de carbono no han dejado de asomar como costillas de un escalador del Tour de Francia después de 20 días de competición.

Sí se supo que los preciosos McLaren de la segunda mitad de los años 2000 llevaban encima un sobrepeso de cuatro kilogramos porque utilizaban un acabado cromado en su pintura para conseguir ese tono plata tan característico. Más tarde, ya en 2015, nos dijeron que el cambio de color ahorraba tres kilogramos al conjunto.

Como explican en Garaje Hermético tampoco es la primera vez que se sigue esta estrategia. De hecho, eliminar toda la pintura del coche es, exactamente, el origen de las famosas flechas plateadas de Mercedes en los años 30, cuyos monoplazas competían sin pintura ni adhesivos de ningún tipo. La chapa de aluminio fue la que dio el apelativo a sus monoplazas.

Lo malo es que, finalmente, todas las escuderías han terminado por seguir el mismo camino. Y, cuando eso sucede y el color es mucho menos llamativo por televisión, nos ha quedado un fantástico campeonato lleno de coches anodinos sin personalidad alguna. Eso sí, ahora serán unas milésimas más rápidos por vuelta.

Esperamos con ganas lo que está por venir.

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Foto | Alpine

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