Francia está decidida a replantearse su sistema de transporte aéreo. Hace algo más de un año y medio el Ejecutivo sacaba adelante una nueva ley que prohíbe ciertos vuelos nacionales, aquellos que puedan sustituirse por viajes de menos de dos horas y media en ferrocarril, y en verano volvía a abrir el debate al abogar por la regulación de los desplazamientos a bordo de jets privados. Su objetivo: reducir su impacto negativo en el medio ambiente y consumo de energía.
Ahora acaba de recibir un aval clave para sus planes.
El respaldo de la Comisión Europea. Eso es básicamente lo que acaba de recibir el Gobierno francés, el plácet de la CE a una medida polémica y que se ha incluido en la Ley del Clima del año pasado. La propuesta de las autoridades francesas no había gustado al sector, hasta el punto de que fue impugnada por la Union des aéroports français, entre otros colectivos del ramo. Desde Bruselas habían decidido someterla a un “análisis en profundidad” y ahora se ha pronunciado a través del Diario Oficial de la Unión Europea, validando básicamente los planes franceses. Más allá de las conclusión global vale la pena sin embargo analizar cómo se traslada a la práctica.
¿Qué dice exactamente la Comisión Europea? La nueva ley francesa prohíbe los servicios regulares de transporte aéreo de pasajeros en todas aquellas rutas nacionales que puedan cubrirse con servicios ferroviarios que cumplan ciertas condiciones: sean directos, con varias conexiones diarias y en menos de dos horas y media. Ahora, y tras examinar los hechos y argumentos, la Comisión concluye que “la medida prevista cumple con las condiciones” del reglamento.
Veto sí, pero con una serie de condiciones. En Político advierten en cualquier caso que el plan, hoy por hoy, solo afectaría a tres rutas. La propuesta original, asegura, contemplaba ocho. La clave estaría en que los técnicos de la CE han concluido que el veto solo puede aplicarse si la alternativa ferroviaria es realmente válida para la ruta, lo que limitaría su expansión a día de hoy a los viajes entre París-Orly y Burdeos, Nantes y Lyon. Con una mejora de servicios, podrían añadirse más.
Para la CE Francia tendría derecho a poner en marcha la medida siempre y cuando “no sea discriminatoria, no distorsione la competencia entre las compañías aéreas y no sea más restrictiva de lo necesario”. Otro dato igual de interesante es que el organismo comunitario elimina una exención planteada para los vuelos nacionales que forman parte, en realidad, de un enlace internacional con escalas. El planteamiento pasa por que la medida se extienda tres años y luego se reevalúe.
¿Y ahora qué? El Gobierno francés ha recibido las conclusiones de Bruselas con optimismo. El ministro de Transportes del país, Clément Beaune, por ejemplo, ha valorado la noticia como “un gran paso adelante”. “Estoy orgulloso de que Francia sea pionera en esta área". Los ecologistas coinciden en que el veto es también un paso en la dirección correcta, pero “pequeño” todavía e insisten en que debe completarse con más esfuerzos para lograr la descarbonización del sector del transporte. Lo cierto es que de momento no hay una fecha prevista para que empiece a aplicarse la medida.
El contexto, crucial. El veto a los vuelos nacionales cortos con alternativa en ferrocarril no es la única medida que ha planteado en esa línea el Ejecutivo de Emmanuel Macron. En agosto el propio Beaune abogaba por “regular los vuelos en jets privados” para acabar con lo que entendía como un “esfuerzo a dos velocidades” para controlar las emisiones y gasto energético. Ya entonces advertía: “Lo más eficaz es actuar a nivel europeo para tener las mismas reglas y más impacto”.
En España también se ha sondeado una medida similar a la francesa para los vuelos de corto nacionales de radio, de menos de dos horas y media, un planteamiento que no fue bien recibido por el sector aéreo. El colectivo ha advertido que dañaría al hub de Barajas y desplazaría tráfico y cuestiona además que la prohibición vaya a reducir de forma sensible las emisiones.
Reducir las emisiones contaminantes. Como recalcan los grupos ecologistas, el objetivo es avanzar hacia la descarbonización, un empeño que no es nuevo ni exclusivo de Francia. En otros países, además de España, como Reino Unido o Suiza, se ha planteado también limitar los vuelos de jets privados. Los datos de polución varían entre estudios, pero si se toman como referencia los de la Agencia Europea del Medio Ambiente, un avión emite 285 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro, más que los 68 del bus, los 14 del ferrocarril o los entre 72 y 158 del transporte privado. En sus cálculos tiene en cuenta que el volumen de pasajeros por avión es de 88.
Imagen de portada: Pascal Meier (Unsplash)
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