Si hacia finales de año tienes la suerte de visitar Buxtehude, una pequeña localidad de la Baja Sajonia, en Alemania, podrás hacer mucho más que admirar sus museos, el casco antiguo o los paisajes que deja el río Este. La villa te permitirá disfrutar de una experiencia histórica: subirte a la primera línea de ferrocarril para pasajeros que opera solo con trenes propulsados por hidrógeno.
Alemania ha querido dar un golpe sobre la mesa de la movilidad pública sostenible con un paso pionero, un “hito en el camino hacia la neutralidad medioambiental del sector del transporte”, en palabras de sus autoridades. Y ha decidido hacerlo echando mano del hidrógeno.
Hace solo unos días Stephan Weil, gobernante de Baja Sajonia, protagonizó un acto en la localidad de Bremervörder para inaugurar la primera línea de trenes que funciona con una tecnología que —según cálculos de sus impulsores— permitirá ahorrar más de 4.000 toneladas de CO2 al año.
"Un hito en el camino"
El paso se dará en la ruta de Bremervörde, en la Baja Sajonia, un corredor que comunica las localidades de Cuxhaven, Bremerhaven, Bremervörde y Buxtehude, y completará un proceso iniciado hace ya años. La primera prueba comercial arrancó de hecho en 2018 con locomotoras de hidrógeno que han seguido circulando desde entonces en la ruta, de alrededor de cien kilómetros de largo, junto a otros trenes que aún funcionan con diésel y asumen gran parte de los servicios.
Ahora se ha decidido que los nuevos modelos de hidrógeno operen de forma exclusiva en el corredor. En total se activarán 14 vehículos que irán reemplazando de manera gradual la antigua maquinaria diésel: esta misma semana debutaron cinco y el objetivo —precisa la cadena CNN— es que la flota al completo esté ya funcionando en cuestión de meses, antes de que acabe 2022.
En la iniciativa —de 93 millones de euros— están embarcados la agencia de transporte LNVG, el fabricante Alstom, la compañía de ferrocarriles Elbe-Weser (EVB) y Linde y aspira a convertirse en “un ejemplo mundial”. La idea parece cuajar al menos en Alemania. LNV, dueña de 126 trenes diésel que operan en la Baja Sajonia ha avanzado que no comprará más modelos de ese tipo: “estamos convencidos de que los trenes diésel ya no serán económicamente viables en el futuro”.
Los trenes empleados en la línea serán los Coradia iLint de Alstom, que funciona con una pila de combustible de hidrógeno, ofrecen una autonomía de mil kilómetros y es capaz de alcanzar los 140 km/h. “Está totalmente libre de emisiones, es silencioso y solo emite vapor de agua y condensación”, destaca la compañía, con contratos para suministrar trenes en Alemania, Italia y Francia. En el caso de Bremervörde se ha montado ya una estación de servicio de hidrógeno operada por Linde.
Si bien en Alemania y otros puntos de Europa se está apostando por la electrificación, los sistemas de hidrógeno ofrecen algunas ventajas interesantes para las líneas ferroviarias locales. La razón: su volumen de demanda puede complicar el elevado coste de adaptar la infraestructura, en especial, desliza DW, cuando requiere actuar en túneles o puentes que deben modificarse.
España tampoco permanece al margen de la carrera por la movilidad pública y el hidrógeno. En Barcelona o Valencia se apuesta ya por él para reducir la huella medioambiental de su flota de buses urbanos y hay ya empresas trabajando para lograr un ferrocarril de hidrógeno, interesante, reivindica el sector, por su enfoque medioambiental y potencial en la lucha contra la despoblación.
Imagen de portada | Alstom
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