En 2017, Dyson anunció que lanzaría al mercado, en apenas tres años, sus propios coches eléctricos. La, supuesta, facilidad para producir un vehículo que carecía de la mecánica propia de los automóviles de combustión era muy jugosa. Se trataba de aprovechar todo su saber produciendo aspiradoras eléctricas para lanzar al mercado una línea de vehículos eléctricos.
En octubre de 2019, tiraba la toalla: "no es comercialmente viable", explicaban por aquel entonces. Por el camino habían quemado 250 millones de euros hasta comprender que el coche sólo sería viable si se vendía a unos 170.000 euros cada unidad.
"Otros fabricantes tienen una ventaja competitiva porque ya vienen del automóvil tradicional, pero nosotros empezábamos desde cero", confirmaba hace apenas unos días una fuente de Dyson a mi compañero Javier Lacort, la cual se lamentaba de no poder llevar a cabo el proyecto.
La historia del coche eléctrico de Dyson no es única. En los últimos años hemos visto cómo marcas que venían llamadas a revolucionar el automóvil han acabado en la bancarrota o desechando los proyectos por ser extraordinariamente caros. Sí, los fabricantes tradicionales están sufriendo de lo lindo, pero ellos ya tienen mucho ganado: líneas de montaje, plantilla, acuerdos de cooperación...
Mientras, nuevas marcas o compañías, hasta ahora, ajenas al mercado del automóvil buscan cómo hacerse un hueco en la industria. Y, para la mayor parte de ellas, hay un denominador común: quemar mucho dinero. Tanto como el que lleva invertido (y seguirá invirtiendo) VinFast.
Partir de cero
Casi calcando los tiempos de Dyson, VinFast nació en 2018 llevando la bandera de "el primer fabricante de coches de vietnamita". La puesta de largo fue toda una declaración de intenciones: en el Salón de París y con dos diseños de Pininfarina. La compañía se cobijaba dentro de VinGroup, un enorme conglomerado dedicado al sector inmobiliario, la construcción, el turismo... y que también compró BQ en nuestro país.
La decisión de lanzar VinFast fue una apuesta personal de Pham Nhat Vuong, presidente del gigante vietnamita que veía cómo Elon Musk había dado con la tecla: un coche eléctrico que apostaba por buenas prestaciones y una carga tecnológica que estaba rompiendo el mercado.
Seis años después y 8.500 millones de dólares gastados por el camino, los resultados de VinFast son, como poco, discretos. Según recoge Bloomberg, el la compañía sólo ha conseguido poner en el mercado 93.000 coches eléctricos y 162.000 motocicletas, también eléctricas.
Las cifras son el mejor ejemplo de lo complicado que es lanzar una marca de coches partiendo de cero. Aquello de enfrentarse a rivales que tienen "una ventaja competitiva" que decían desde Dyson. Salvo Tesla, que en 2021 todavía no había conseguido la rentabilidad de sus vehículos (empezó a ganar dinero con ellos en 2022), muchos otros han caído por el camino. Sony se ha dado cuenta que necesita de un socio muy asentado en la industria, como Honda. Ya en 2016 se hablaba de inversiones de Apple relacionadas con el coche eléctrico.
Rivian lleva desde 2009 intentando fabricar sus coches eléctricos y, sobre todo, luchando por la supervivencia. Hasta 2021 no consiguió producir su primera pick-up eléctrica. Ese mismo año se situó como el tercer fabricante de coches más valorado en bolsa, pese a no tener ingresos. Este mismo año han anunciado que esperan pérdidas (sin tener en cuenta intereses ni amortizaciones) de 4.300 millones de dólares.
Las cosas no son distintas en China, meca del coche eléctrico. Fabricantes como XPeng o NIO están perdiendo más de 11.000 y más de 19.000 dólares por cada coche eléctrico vendido, según cuentas de Reuters. Fisker ha necesitado una década para entregar el primer coche eléctrico. Si nos vamos a proyectos más ambiciosos, tanto Lightyear como Sono Motors, abanderados del coche solar, se enfrentan a la quiebra.
Pues pongo 1.000 millones de dólares
Todos estos antecedentes no parecen amedrentar a Pham Nhat Vuong, presidnete de VinGroup y hombre más rico de Vietnam.
La compañía planea lanzar muy pronto sus VF8, un nuevo SUV eléctrico que también pisará el suelo europeo. Este coche, en el que la marca tiene puestas muchas esperanzas, no ha sido bien acogido por la prensa estadounidense, quien ha llegado a publicar artículos con títulos como Conduje un VinFast VF8 y no fue tan malo como esperaba.
En Europa han anunciado precios que superan los 40.000 euros y, de momento, parece que como muchas otras empresas llegan muy tarde al coche eléctrico. La industria tradicional, empujada por las instituciones europeas, se moverá en masa a este tipo de tecnología y el contexto es radicalmente distinto al que se enfrentaba Tesla. Cuando los coches de Elon Musk empezaron a popularizarse en Estados Unidos no tenían ningún rival.
Además, llega justo en el momento cuando ha comenzado la guerra de precios por el coche eléctrico. China, nuevamente, vuelve a ser el mercado referente en este sentido pero la pelea se ha trasladado a Europa y Estados Unidos, impulsada por Tesla. Los fabricantes tradicionales pueden asumir precios más bajos pero no hace más que complicar la situación a las nuevas empresas que quieren entrar en el mercado.
Pero VinFast parece seguir con su aventura. Pham Nhat Vuong, que tiene una fortuna neta de unos 3.500 millones de dólares, según Bloomberg, ya ha anunciado una nueva inversión en la marca de 2.500 millones de dólares y 1.000 millones de ellos saldrán de su propio bolsillo. En 2019 ya anunció que estaba dispuesto a invertir 2.000 millones de dólares de su fortuna para sacar adelante la compañía.
Los propios analistas del medio económico apuntan a que consideran alcanzables los objetivos de producción y venta que se han puesto desde VinFast. La fórmula, como siempre, pasa por más dinero. “¿Puede VinFast correr un maratón y sacrificar el corto plazo por el largo plazo?” se pregunta en el medio Alexander Vuving, profesor especializado en política de poder y Vietnam en el Centro de Estudios de Seguridad de Asia-Pacífico con sede en Honolulu.
De momento, la compañía anunció que invertiría 4.000 millones de dólares en una planta en Estados Unidos, animados por las ventajas económicas que el Gobierno de Joe Biden está utilizando para atraer capital y talento relacionado con el coche eléctrico. Sin embargo, los expertos creen que esta misma ley puede ser la que dificulte aún más las cosas a VinFast, pues perderán ventaja competitiva en los precios a los que puedan ofrecer sus coches, teniendo en cuenta que otros fabricantes también se aprovecharán de estas ventajas fiscales.
El futuro de VinFast pende de un hilo. Al menos si se quieren convertir en una firma de coches eléctricos en Europa y Estados Unidos. En ambos mercados, la marca necesita hacer una enorme inversión para darse a conocer y su situación económica es peor que otros gigantes como BYD, que empiezan a asomar en nuestro continente. Su solución pasa, de momento, por sacar del banco del fundador otros 1.000 millones de dólares.
Foto | VinFast
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