España era todavía una dictadura. Aunque muchos no se lo imaginaran, quedaba poco para que dejara de serlo. En San Sebastián, Terrence Malick se hizo con la Concha de Oro. Entre mayo y junio, Demi Russos, ABBA y Camilo Sesto fueron números uno de los 40 principales. En el Jarama, Niki Lauda conseguía hacerse con el primer Gran Premio de su carrera. El Atlético de Madrid conseguía hacerse con la Copa Intercontinental pese a perder la Copa de Europa ese mismo año.
En 1974, los conductores viajaban despreocupados. Al menos hasta el 6 de abril de ese año, cuando se aprobaron los límites de velocidad en nuestro país.
Poco cambiaría, pese a todo, en un país en el que se circulaba sin cinturón de seguridad pero donde ya habían empezado a aflorar las carreteras de peaje, inaugurada la primera entre Montgat y Mataró (Barcelona). Poco antes, en 1972, el Gobierno ya trataba de vendernos sus beneficios.
Y decimos que poco (o nada) cambiaría porque, realmente, muy pocos coches eran capaces de alcanzar la velocidad máxima permitida en las carreteras.
Un límite con el que nadie cumplía
Como decíamos, España no tenía ningún tipo de límite de velocidad en las carreteras hasta que llegó 1974. Pero, ¿qué nos llevó a decir "hasta aquí"? ¿Por qué se impuso un límite de velocidad con el que, además, casi nadie podía cumplir?
Para entender mejor esto, es obligatorio echar un vistazo a lo que sucedía fuera de nuestras fronteras. El 6 de octubre de 1973, Egipto y Siria atacaron a Israel en una operación conjunta en lo que se conoce como la Guerra del Yom Kipur. Ese mismo mes, el 26 de octubre, la guerra se daba por terminada, con Israel defendiendo su territorio con la ayuda de Estados Unidos.
Pero el conflicto no quedó ahí. Poco después, los países árabes que formaban la OPEP decidieron responder a la ayuda estadounidense y las fuerzas occidentales que habían apoyado al país hebreo con lo que se conoce como la crisis del petróleo de 1973. Sabían que, con occidente plenamente dependientes del mismo cerrar el grifo era un golpe duro para su economía.
Los resultados no se tardaron en manifestarse. En Reino Unido se llegó al extremo de tener que obligar a trabajar en una jornada laboral de tres días a la semana. En Estados Unidos se llegó al racionamiento de gasolina y supuso la muerte de sus muscle cars más icónicos. Desde entonces, los coches más eficientes fueron los que empezaron a triunfar entre el gran público.
En España también se dejaron notar los efectos. Y aunque la situación no era tan grave, el Gobierno decidió que había que empezar a poner coto al derroche de petróleo. Así, se estableció un límite de velocidad: 130 km/h. Un límite al que muy pocos coches llegaban en aquel momento.
La medida se aprobó con el Decreto 951 del 6 de abril de 1974. En él, se podía leer el siguiente texto:
Tanto en las vías públicas interurbanas como en llas urbanas, las autoridades encargadas de la disciplina del tráfico y de la circulación vial podrán imponer limitaciones de velocidad por razones generales de seguridad vial por consideraciones relacionadas con el consumo de energía o por otras circunstancias de interés nacional.
Se autoriza al Ministerio de la Gobernación, previo informe del de Obras Públicas, para establecer las medidas a que hace referencia el articulo anterior, así con las correspondientes sanciones administrativas por las infracciones cometidas hasta el límite máximo de cinco mil pesetas. Tales infracciones se considerarán comprendidas en el artículo doscientos ochenta·y nueve del Código de la Circulación.
Dicho y hecho. España pasaba entonces a tener un límite máximo de velocidad en sus carreteras. Se definía que ningún coche podía superar los 130 km/h y que los camiones no podían rebasar los 100 km/h.
Además, los límites que se aplicaban en "autovías y carreteras provistas con arcén de 1,50 metros de anchura máxima o con dos o más carriles para cada sentido de la circulación o con carril para vehículos lentos" pasaba a ser de 110 km/h. El resto de carreteras tenían una limitación máxima de 90 km/h y se podían rebasar los límites de velocidad en 20 km/h para adelantar.
Pero entonces pocos se preocupaban del límite de velocidad. En 1974, el coche más vendido en España fue el Seat 127, un modelo que arrasó entre 1973 y 1977. Durante los años anteriores, el Seat 850 era el coche más popular. Este último, sólo en sus versiones Especial o Sport era capaz de superar los 130 km/h y lo hacía por poco, moviéndose en los 140 km/h. El Seat 127 sí conseguía alcanzar los 143 km/h de velocidad máxima.
El límite, sin embargo, duraría poco. En 1976 se modificó con el objetivo de ahorrar más dinero en la compra de petróleo. Entonces se dispuso un límite de 100 km/h que, ahora sí, afectaba a la mayor parte de los conductores. Ha sido, hasta ahora, el límite más bajo de velocidad que se ha impuesto en España.
Esta orden llegó el 11 de octubre de 1976. En ella se reflejaba que "las circunstancias actuales aconsejan la adopción de cuantas medidas puedan conducir a un ahorro de carburante, por el desequilibrio que su importación entraña en la balanza de pagos".
Con esta decisión se igualaba la velocidad máxima de las autopistas con el resto de vías españolas a un máximo de 100 km/h para turismos y motocicletas. El resto de limitaciones quedaban exactamente igual, aunque los límites podían ser rebasados en 10 km/h siempre y cuando el vehículo precedente no circulara ya a la velocidad máxima permitida.
Aunque no hemos encontrado datos sobre el impacto en las arcas públicas de la medida, en documentos posteriores (1978) sí se especifica que la decisión de reducir la velocidad no tuvo un impacto directo en el número de accidentes mortales ni en el de fallecidos.
A la pregunta de un parlamentario que proponía eliminar los límites de velocidad en las carreteras españolas, se especificaba que los accidentes con víctimas mortales y fallecidos fueron los siguientes entre 1973 y 1974:
- 1973: 34.092 accidentes y 3.823 fallecidos.
- 1974: 32.074 accidentes y 3.433 fallecidos
- 1975: 32.052 accidentes y 3.714 fallecidos
- 1976: 33.819 accidentes y 3.959 fallecidos
- 1977: 34.453 accidentes y 4.027 fallecidos
El primer efecto de establecer unos límites de velocidad se disiparon rápido y, como vemos, reducir todavía más los límites, en el caso de 1976 a 100 km/h, no tuvo un impacto evidente en la mejora de la seguridad vial.
La decisión, con todo, se mantuvo hasta 1981. Antes, en 1980, se confirmó que los límites volverían a elevarse pero fue en aquel año cuando dijimos adiós a unos más que breves 130 km/h porque en 1981 se instaló el límite de 120 km/h que mantenemos hasta nuestros días.
Imagen | Seat
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