Los coches autónomos en San Francisco tienen un problema: están restringidos en tiempo y espacio. Y no quieren que se expandan. Al menos esto es lo que están pidiendo los funcionarios de transporte de San Francisco a los reguladores de California encargados de aprobar las licencias para las operaciones de Cruise y Waymo.
Desde hace más o menos un año, Cruise y Waymo operan sin conductor en la ciudad de San Francisco. No en toda ella ni a todas horas. Su funcionamiento está acotado a zonas y horarios con menor densidad de tráfico. Por ejemplo, Cruise tiene permitido operar con 30 vehículos entre las 10 de la noche y las seis de la mañana.
Ahora, la posibilidad de ampliar el servicio a las 24 horas del día está sobre la mesa, pero los responsables del tráfico en San Francisco han emitido cartas a las autoridades californianas para que esto no suceda, según recoge NBC News. Entre los motivos: la huida de un coche de Cruise de la policía o el bloqueo de una calle por cinco vehículos de la compañía que obligó a detenerse durante casi un cuarto de hora a un autobús de transporte público. Algo parecido le pasó a Waymo, quien vio cómo sus coches se acumulaban en un callejón sin salida.
Los reguladores entienden que las compañías no están preparadas para ofrecer sus servicios en plenas condiciones de seguridad. Y aunque lo cierto es que no han protagonizado ningún accidente grave, vehículos de Cruise también han interferido en la labor de los bomberos durante un incendio, teniendo que tomar estos el control del vehículo para garantizar que el problema no fuera a mayores.
Las variables (casi infinitas) de una ciudad
"El historial de seguridad de Cruise es público e incluye haber conducido millones de millas en un entorno urbano extremadamente complejo con cero lesiones o muertes que pongan en peligro la vida", ha asegurado Drew Pusateri, el portavoz de Cruise, en un comunicado el viernes y recogido por NBC News.
El problema de fondo para el coche autónomo es la enorme cantidad de variables que se pueden llegar a producir en una ciudad. Es el motivo por el que Mercedes ah obtenido la certificación de vehículo de nivel 3 para su EQS, pero su conductor sólo puede desentenderse del tráfico en situaciones muy concretas. Entre ellas: circular por una autopista previamente mapeada por debajo de los 60 km/h.
Tesla también está encontrando problemas en la cantidad de variables que se encuentran en las calles. La solución ha sido poner a sus propios usuarios como beta testers pero sólo han confirmado que la conducción autónoma total sigue estando muy lejos para la compañía de Elon Musk. No es la única. BMW, por ejemplo, reconoce que uno de los principales problemas para us implantación es la enorme cantidad de datos que recopilar y gestionar con cada salida.
Este parece el muro con el que se están topando en Cruise y Waymo. Cierto es que la seguridad a bordo parece garantizada pero si el coche autónomo quiere triunfar también necesita entender una ciudad. Entre los retos, por ejemplo, está cómo afrontar la llegada de un vehículo de emergencias, saber de dónde proviene el sonido de la sirena y qué hacer en cada caso.
También se ha puesto sobre la mesa la reacción que estos automóviles provocan sobre los conductores humanos. Sus movimientos, alertan los funcionarios de tráfico de San Francisco, pueden provocar "que otros vehículos hagan cambios bruscos de carril, frenen o aceleren rápidamente, o se desvíen hacia carriles bici o pasos de peatones", según recoge en su información el medio estadounidense.
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