La industria quiere que conduzcas un coche eléctrico, pero no quiere que sea tuyo: este es su plan

El coche eléctrico promete ser más sencillo y barato de mantener. También que su vida útil será mucho mayor. Pero lo que parece una clara ventaja para el usuario, es también una desventaja para el fabricante. La industria empieza a proponer que los clientes paguemos todos los meses, religiosamente, una cuota por un coche. Pero que nunca sea nuestro.

25 años. Es el tiempo que aspira Peugeot a tener en el mercado sus próximos vehículos eléctricos asentados en la nueva plataforma presentada durante el Peugeot E-Lion Day, un evento centrado en el futuro a medio y largo plazo de la firma.

Según la firma francesa, los coches eléctricos permitirán que el ciclo de vida de un automóvil se extienda hasta el cuarto de siglo, actualizando el vehículo puntualmente, desbloqueando funciones de software bajo demanda y manteniendo nuevo un automóvil que, en realidad, debería tener más de dos décadas a sus espaldas.

Imagine. "Imagine que ya no hay coches de segunda mano", empezaba diciendo Matthias Hossann, director de diseño de Peugeot. En su lugar, un coche siempre actualizado. Un coche de "estado como nuevo", si hiciéramos referencia a las habituales gamas de los productos reacondicionados.

"Las consideraciones sobre la propiedad de los vehículos eléctricos están evolucionando más allá de los principios generales del propio vehículo y se adentran en la logística personal", explica Phil York, director de marketing y comunicación de Peugeot.

Mes a mes. El mensaje de Peugeot es claro y sencillo: dos tramos de suscripción. En el primero, el cliente paga una cantidad mensual por el uso del coche, tiene unos kilómetros máximos incluidos para realizar y, pasado el límite, el conductor paga un sobreprecio.

La segunda opción es mucho más parecida al renting que conocemos. El conductor en este caso tiene contratado un vehículo sin límite de kilometraje pero con mantenimiento, seguro y recargas. El aliciente es poder cancelar este sistema cuando se desee o cambiar la suscripción para disfrutar de coches de tramos superiores o inferiores.

El caso Link&Co. Hasta hace poco, el fabricante chino Link&Co sólo ofrecía una opción para disfrutar de su SUV: una suscripción. En estos momentos el coche puede comprarse, pero quienes lo prefieran pueden pagar 550 euros/mes. En él se incluye mantenimiento, actualizaciones del vehículo, un seguro (todo riesgo con fianza de 300 euros) y un límite mensual de 1.250 kilómetros al mes (15.000 kilómetros al año?

En caso de no haber cubierto el kilometraje completo, este se acumula para el mes próximo pero, en caso de superarlo, el coste es de 0,16 euros/kilómetros. Es decir, por cada 100 kilómetros que realice de más, el cliente pagará 16 euros. Si no incurrimos en gastos extra, disfrutar durante un año de un Link&Co supone para el bolsillo 6.600 euros cada año.

Quienes prefieran optar por adquirir el vehículo en propiedad, este SUV chino tiene un precio de 44.500 euros (IVA incluido) y es un híbrido enchufable, por lo que el cliente puede recibir los 2.500 euros de ayuda (5.000 euros con achatarramiento) con el Plan MOVES III. Es decir, optar por la compra sólo sale rentable pasados más de seis años (y habría que sumar el gasto anual en seguro y el mantenimiento).

Y de otros actores de la industria. Pero Link&Co no es la única firma que está optando por servicios de suscripción más o menos al uso. Toyota sólo ofrece su primer coche eléctrico en nuestro país bajo la fórmula del renting. Nissan hace lo propio con su Nissan Ariya, Mobilize (marca de Renault) repite estrategia con el Limo y Sony y Honda también lo han confirmado con el Afeela, el primer coche eléctrico que nace de su acuerdo de colaboración.

El atractivo, según las marcas, es que el cliente siempre pueda disfrutar de un coche actualizado y con acceso a los últimos servicios. Lo cierto es que alargar los tiempos de reemplazo de un vehículo también supone un duro golpe a la industria que fabrica los vehículos. La solución: no ceder la propiedad.

De vuelta al mercado. No es casualidad que Toyota y Renault hayan invertido en dos plantas en España para el reacondicionamiento de vehículos. La firma francesa lo dejó claro durante la presentación del Mobilize Limo: la estrategia es recuperar el coche una vez finalice el contrato, actualizarlo y poder volverlo a poner en el mercado.

Y en lo mismo está pensando Peugeot. Aunque en el anuncio se haya vestido como una operación respetuosa con el medio ambiente, ya afirman que tienen contemplado una actualización del vehículo en software, pero también en hardware. Además de componentes con una vida útil ya conocida, como los neumáticos, la marca también renovará los interiores, como la tapicería y las telas, para que el vehículo luzca como nuevo.

Menos es más. Poner en el mercado un coche que aguante 25 años con unos retoques estéticos mínimos es una jugada arriesgada con la que Tesla lleva años lidiando. El mercado tiene que asumir que no recibirá una oferta en constante cambio, con generaciones que se extienden alrededor de siete y ocho años. Y es un terreno que todavía no conocemos.

A cambio, la firma también puede ahorrar recursos en software, una partida que está dando verdaderos problemas a los fabricantes tradicionales, pues los constantes cambios en las pantallas repartidas por el habitáculo ponen en riesgo que cada nueva actualización presente errores en los soportes con más tiempo en el mercado.

¿Y el cliente? Aunque parece que el hartazgo con las suscripciones es evidente, parece que el consumidor tendrá que pasar por el aro. Una menor rotación en el mercado también implica que los vehículos tendrán que ser más caros para compensar el mayor coste fijo por unidad fabricada. Una tendencia que hace tiempo que viene siguiendo la industria y que hace tiempo que grita a los cuatro vientos: vender menos pero más caros.

El problema, por tanto, lo tiene quien busca un coche lo más económico posible y lo estira todo lo que puede, por encima de la edad media del parque móvil. Las suscripciones se presentan como una alternativa de acceso, con pagos relativamente asumibles pero que, con el paso de los años, dejan de ser rentables en comparación a tener un vehículo en propiedad.

Al contrario, las suscripciones sí pueden ser una alternativa interesante para quien vive en una gran ciudad y sólo necesita el coche en ocasiones puntuales, con un uso intensivo durante unos pocos días al año (vacaciones) y que no quiere afrontar la carga mensual de la letra de un coche, su seguro y su mantenimiento. El problema, nuevamente, es que este tipo de clientes es, por norma general, personas con un mayor poder adquisitivo.

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