BMW ya fabrica su iX5 Hydrogen: mientras la industria apuesta por el hidrógeno, España le da la espalda

El coche a pila de combustible. El hidrógeno. Dos piezas que se observan como salvadoras para la industria de la automoción pero que se miran desde lejos. En algunos casos. En España, concretamente. Mientras la industria empieza a tomar posiciones, nuestros país sigue muy atrasada.

Cinco minutos y cero emisiones. Lo que podemos tardar en llenar los depósitos de hidrógeno de un coche. Repostar hidrógeno es tan sencillo como llenar el depósito de la gasolina o diésel de nuestro actual coche de combustión. El mayor aliciente que enarbolan los defensores de esta tecnología que sólo expulsa vapor de agua por los tubos de escape de los coches.

Que las emisiones contaminantes expulsadas por el tubo de escape de un vehículo a pila de hidrógeno sean inexistentes son la bandera que llevan en la otra mano. Las ventajas del eléctrico sin los tiempos de espera del eléctrico. Una solución que parece ideal y que algunos fabricantes llevan tiempo queriendo impulsar.

Una sola opción. La pila de combustible, concretamente. Porque esa es la que parece la única salida cierta al uso del hidrógeno en los vehículos ligeros. Algunas firmas, como Toyota, están intentando fomentar su uso en motores de combustión, quemando hidrógeno. Pero sus resultados son altamente ineficientes, lo que lo convierten en una opción mucho menos atractiva y sólo útil en caso de enfocarla a competiciones y vehículos deportivos con el tacto y sonido de la combustión, donde el coste es secundario.

La pila de combustible, con unos depósitos que almacenan hidrógeno y que transforman la energía en electricidad mediante electrólisis para alimentar los motores es menos eficiente que un coche eléctrico, pero sus ventajas son tantas en tiempo de recarga que puede hacer de estos vehículos una opción más interesante que el vehículo puramente eléctrico.

La industria. Mientras que las instituciones europeas se han empeñado en potenciar el coche eléctrico por encima de cualquier otra tecnología, los fabricantes se han mostrado interesados en fomentar el uso del hidrógeno como una alternativa real. Autonomías que ya superan el medio millar de kilómetros y recargas casi instantáneas son sus dos motivos para ofrecer esta tecnología que, en el día a día, es más cara.

Toyota hace años que vende su coche de hidrógeno, el Toyota Mirai. Stellantis quiere reacondicionar vehículos para pasarlos a la pila de combustible y, así, hacer que sus furgonetas puedan circular por el centro de las ciudades sin emitir sustancias contaminantes pero con recargas muchísimo más rápidas. Hyundai está decidida a potenciar su consumo. Y ahora es BMW el que se suma, quienes ya han comenzado la fabricación de su iX5 Hydrogen.

Primeros pasos. Repostar hidrógeno es caro. En nuestro viaje a Alemania con Stellantis pudimos comprobar que el coste es tan alto como el de repostar diésel, pero a pesar de ello, hay que tener algunas consideraciones en cuenta.

En primer lugar, con pocos coches de hidrógeno en el mercado, los costes (ya muy altos) se encarecen todavía más. Lo segundo es que, incluso a precios de diésel, hay conductores a los que les será interesante contar con un vehículo en esencia eléctrico pero que puede recargar en tiempos de combustión. Una opción a tener en cuenta para profesionales o para quien no tiene garaje donde recargar por la noche.

Y no hay rastro de España. En esos primeros pasos, España no ha mostrado ningún tipo de interés en ser competitiva en el mercado. Alemania y Francia son los países que más interés han demostrado en la tecnología y, de momento, sólo hay cien hidrogenaras disponibles en el país germano y cincuenta en el galo.

Sí, son pocas, pero son 100 (o 50) más que en España. Porque en nuestro país no hay hidrogenaras de acceso público disponible y útiles. Ni una sola. Los únicos espacios dependen de institutos investigadores, de empresas de autobuses o instalaciones de Toyota y no están obligados a permitir el llenado de los depósitos de conductores ajenos.

Eso sí, si lo planes europeos salen adelante, España también está incluida en la construcción de grandes gaseoductos para cruzar todo el continente y permitir que más y más hidrogeneras se sumen a la red disponible para sus conductores.

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