Apple se ha colado en la industria del automóvil por la puerta de atrás. Y va a ser muy difícil que puedan expulsarla

Desde el lanzamiento de Apple CarPlay, allá por 2014, los rumores sobre el mayor o menor interés de la compañía en el sector de la automoción se han ido sucediendo. Coche propio, coche autónomo, interfaces... las informaciones son numerosas y han ido variando con el tiempo. Pero, ¿qué tiene que ganar Apple y por qué los fabricantes están alerta?

El pasado mes de junio, Apple presentó las evoluciones de sus sistemas operativos WatchOS 9 e iOS 16, entre otros nuevos lanzamientos mencionados a lo largo de la WWDC 2022. Acompañando a estas novedades, Apple CarPlay se hizo su propio hueco, con una presentación que demostraba que los de Cupertino van con todo en el sector del automóvil.

Integrarse en la propia interfaz del automóvil y ocupar todas las pantallas del coche para ofrecer la mejor experiencia posible. Eso es lo que mostró Apple con unas imágenes que se ven espectaculares. Es la respuesta a Android Automotive, el sistema operativo exclusivo para coches con el que Google quiere seguir ganando terreno.

La mala noticia para Apple es que, de momento, los fabricantes no están por la labor de que la compañía entre hasta las entrañas de sus datos. El Apple CarPlay es un caballo de Troya en el sector del automóvil y ahora las firmas de coches tienen que decidir si abren o no la muralla. En este momento, 64 marcas son compatibles con Apple CarPlay, de las cuales sólo 14 han confirmado que permitirán a la tecnológica habilitar esta evolución del sistema operativo para coches.

La historia del lobo con piel de cordero

A ojos de los conductores, la evolución de Apple CarPlay luce espectacular y puede parecer que, simplemente, es la integración definitiva del iPhone con el coche. Una extensión del dispositivo de telefonía móvil a las pantallas del automóvil.

Pero Apple CarPlay es mucho más que eso y los fabricantes lo saben. El proyecto de Apple (que no deberíamos ver en la calle hasta finales de 2023) contempla todo un sistema operativo propio para el coche, con acceso a los datos de combustible, los relativos al motor, la temperatura del habitáculo o los valores del cuentakilómetros.

Es decir, un acceso casi ilimitado al cuándo y cómo los conductores utilizan sus vehículos. Una herramienta potentísima para recopilar datos y, quién sabe, utilizarlos en su propio beneficio para el desarrollo del (siempre recurrente) coche de Apple, un robotaxi o, simplemente, un sistema de ayudas y conducción autónoma.

Desde 2016 se viene hablando de la posibilidad de que Apple lance un coche propio al mercado. Sin embargo, las experiencias previas no avalan este camino. Diseñar y fabricar coches propios de la noche a la mañana es sinónimo de años de pérdidas y, por ello, las tecnológicas parecen más interesadas en el desarrollo de sistemas para la conducción autónoma.

Lo intentó Dyson y fracasó. Xiaomi o Huawey parecen optar por la conducción autónoma. Otras firmas como Sony no han dudado en aliarse con empresas ya asentadas en el mercado, como Honda. Apple tiene poco que ganar en el terreno del coche tradicional pero mucho si ofrece un producto como servicio, un robotaxi completamente autónomo, un nuevo lugar donde ampliar su experiencia de usuario.

El software, la pieza sobre la que gira todo

Además de la enorme cantidad de datos a la que Apple tendría acceso, los fabricantes están siendo más o menos reacios al nuevo Apple CarPlay por otro motivo: quieren convertirse en empresas de software.

En un mercado cada vez más estandarizado, el software se presenta como una oportunidad de diferenciarse de la competencia. Los días de los coches con personalidad por dentro y por fuera parecen haber pasado a mejor vida. El poder de las marcas pasa ahora por ofrecer experiencias de usuario lo suficientemente cómodas y satisfactorias como para atraer a nuevos clientes.

Una de las marcas que más clara se ha mostrado en este sentido ha sido Volkswagen. Laura Ros, directora en España, aseguraba en una entrevista a Auto Bild que "si nos quedamos en el hardware nos convertiremos en una commodity", motivo por el que la empresa ha contratado recientemente a 10.000 ingenieros.

No sólo eso, la firma invertirá 3.000 millones de euros en los próximos tres años para el desarrollo de software y el CEO del grupo, Herbert Diess, ha sido obligado a dimitir después de que modelos de Audi o Porsche hayan sido retrasados por motivos relacionados con ello.

Incluso, Volkswagen se ha visto obligada a contratar ingenieros chinos que desarrollen software local para cubrir las necesidades de un público que no logra ser entendido por Occidente. Karaokes, un lugar de trabajo o una herramienta para desplazarnos en el que no tengamos ningún control sobre el mismo. Es la confirmación de que el coche está cerca de reinventarse por completo.

Aunque han dejado menos titulares en los últimos meses, Stellantis ya anunció que las suscripciones a sus productos (otra cara más del desarrollo de software) deberían reportarles unos 20.000 millones de euros al año. Porsche demostró hace poco con una profunda actualización que comprarse un coche por su software puede decantar un compra.

Y tanto Mercedes como BMW han anunciado que contarán con nuevos sistemas operativos para sus vehículos. Mercedes ha llegado a un acuerdo de colaboración con Unity para contar con una interfaz propia que rivalice con Android y Apple. Durante la prueba del Mercedes EQS comprobamos que van por buen camino. BMW, por su parte, ya ha anunciado que trabaja en un nuevo sistema operativo propio y que lo sustentará sobre la base que ofrece Google.

BMW dejará Linux y utilizará Android Automotive como base para su próximo sistema operativo

Un arma de doble filo

Aunque los fabricantes estén dispuestos a desarrollar sus propios sistemas, Apple y Google ya se han hecho con un espacio irrenunciable para los futuros modelos. Comprar un coche nuevo sin soporte de Android Auto o Apple CarPlay ya parece impensable y queda reservado a firmas con mucho valor añadido, como Tesla.

Aunque los fabricantes parecen empeñados en ofrecer su propio soporte, lo cierto es que todos los caminos indican que estamos siguiendo unos pasos parecidos a lo que sucede en el mercado móvil. Google permite que los fabricantes desarrollen sus propios sistemas operativos en una base común para, luego, dar su propio toque personal. Es decir, podemos llegar a tener un mercado con la "capa de BMW", la "capa de Volvo" o la "capa de Renault".

Se compran menos coches pero más caros y se cambian antes. El mercado se está "movilizando"

¿Cómo puede hacer fuerza Apple? Contando con una base de usuarios que presionen, que decidan comprar (o no) un coche si este carece de Apple CarPlay. El sector crece hacia el renting y, por norma general, se compran menos coches pero, quien tiene acceso a ellos, cambian más a menudo y optan por modelos de mayor precio. Aprender cada pocos años un nuevo sistema puede ser un dolor de cabeza para muchos conductores y, al igual que en el sector de los smartphones, saltar entre capas o quedarse en el espacio cerrado de Apple puede ser un nueva valor más a contemplar en la compra.

Los conductores ya han probado las ventajas de Apple CarPlay, intentar sacar a la tecnológica cerrando las puertas de sus coches es un arma de doble filo. Ya hay 14 fabricantes que permitirán utilizar la nueva versión del sistema operativo para coches. El resto tendrá que decidir entre hacer una apuesta decidida por sus propios sistemas y posicionarse como un valor añadido en la compra o renunciar a una base potencial de clientes inmensa.

Apple ya lo ha conseguido antes

No es algo que vaya a suceder de la noche a la mañana y, por supuesto, Apple puede fracasar en su asalto al sector automovilístico. Pero lo cierto es que la compañía ya se ha visto en situaciones parecidas. Y ha conseguido hacerse con la victoria.

El caso más obvio es el del teléfono móvil. No sólo es que el iPhone fuera tan disruptivo en el momento de su salida que marcara el futuro de los smartphones. Además, la lucha contra las telecos es el mejor ejemplo. Cuando eran las compañías telefónicas las que tenían la sartén por el mango y decían a los fabricantes qué móviles tenían que vender, cuánto debían costar y qué aplicaciones propias debían llevar, Apple lo cambió todo con su estrategia de total inflexibilidad. ¿Recuerdas cuál fue tu último teléfono con el logo de Movistar, Vodafone o cualquier otra compañía en la carcasa?

Esta es una historia que explica muy bien mi compañero Javier Lacort en su podcast Loop Infinito. Pero no es el único caso, con Apple Pay sucedió algo parecido. Conscientes de su poder, la compañía no cedió un milímetro en unas exigencias que los bancos consideraban inaceptables en nuestro país. Tras el Santander, todos los bancos fueron aceptando poco a poco y, con el tiempo, el servicio está plenamente extendido en nuestro país.

Todo esto no hubiera sucedido sin una masa de usuarios que está dispuesta, incluso, a cambiarse de banco si los productos de Apple no están integrados. Puede sonarnos extraño en estos momentos pero el mercado del automóvil cada vez se parece más al de los teléfonos móviles, nos cuesta dar el salto entre sistemas operativos y preferimos la comodidad.

Precisamente el Estudio de experiencia de vehículos nuevos de Strategic Vision (NVES), uno de los más importantes de Estados Unidos, ha incluido en su encuesta sobre intereses de compra en coches nuevos a Apple, la cual ha quedado tercera, sólo por detrás de Toyota y Honda. Pero es que, además, el público tiene una percepción de calidad mucho mayor que del resto de firmas automovilísticas, con un 24%, mientras que Toyota (15%) y Honda (13%) quedan atrás.

Hace ocho años que Apple CarPlay ya está entre nosotros y los próximos que están por venir pueden marcar su éxito o fracaso a largo plazo. Queda por ver si es Apple la que cede o, por el contrario, son los fabricantes los que siguen los caminos de Movistar o Santander.

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