Tener un automóvil en propiedad no es barato. Cuotas de la financiera durante años, seguro, mantenimiento... y averías. A finales de 2020 recogíamos que, con un coche que durara 13 años, el coste era de algo más de 4.000 euros al año. En él se incluía el precio medio de un vehículo (que no ha dejado de subir), el coste de seguro medio, el mantenimiento habitual y el precio de la gasolina de hace casi dos años.
Y todo ello sin contar con posibles averías y sus consecuentes averías. En este sentido, un debate siempre ha estado sobre la mesa: piezas nuevas o de segunda mano. Los partidarios de la primera opción siempre han esgrimido un argumento: la confianza de un repuesto nuevo siempre va a ser mayor que la de un usado. Quienes están a favor de acudir a desguaces o grandes espacios online de venta de segunda mano también lo tienen claro: el precio.
Conscientes de que ir "a la casa" a pasar la revisión del coche o realizar las reparaciones oportunas siempre ha sido una alternativa más costosa al taller de barrio, Citroën ha puesto en marcha un nuevo proyecto denominado Citroën B-Parts, con el que en sus reparaciones también ofrecerán repuestos de segunda mano.
El atractivo es que, por supuesto, estas piezas son mucho más baratas. Concretamente Citroën señala que los descuentos pueden llegar al 70% y que cuentan con 200.000 referencias multimarca de siete familias de productos: carrocería, iluminación, componentes eléctricos y electrónicos, interior, motor, transmisión y suspensión.
Atacando al mercado de las reparaciones
En la presentación de Citroën B-Parts, la marca ha esgrimido la bandera del reciclaje pero lo cierto es que cada vez más firmas quieren entrar fuerte en el mercado de segunda mano y ofrecerse como una alternativa real en el reacondicionamiento de vehículos.
La ventaja que puede encontrar el cliente en estas piezas ya usadas de Citroën (más allá del precio) es que la marca está ofreciendo un valor añadido de calidad a esas piezas, entregando su imagen como valor en la selección de los productos.
Algo parecido es lo que sucede con Toyota y Renault. Ambas firmas han puesto en marcha instalaciones para reparar vehículos, actualizarlos y luego vender estos automóviles como "reacondicionados". Es decir, coches de segunda mano pero que cuentan con la certificación de que han sido revisados en la propia marca y que cuentan con piezas originales de la misma.
Renault, durante la presentación del Mobilize Limo, ya nos reconoció que trabajan con un plan de futuro en el que los vehículos eléctricos sean más fiables y tengan un menor desgaste que los actuales de combustión. Por ello, no dudan en que ofrecerán coches bajo servicios de renting que nunca serán propiedad de los clientes, pues podrán actualizarlos pasados un tiempo y volver a ponerlos en el mercado a un precio ligeramente inferior.
Es decir, el "bueno", "muy bueno" o "como nuevo" que es habitual que veamos en Amazon también puede acabar colándose en el mercado del automóvil, en función de las reparaciones que el vehículo haya experimentado o los kilómetros que se han recorrido.
Además, hay que tener en cuenta que Citroën es una firma que está apostándolo todo a una gama baja, de entrada en el sector de la automoción. Saben que sus clientes valoran el ahorro y están dispuestos a renunciar a servicios y valores que ofrecen otras marcas y que para ellos son añadidos innecesarios.
Buena prueba de esto es la idea para convertir la pantalla de nuestro teléfono móvil en el particular sistema de infoentretenimiento del Citroën AMI o la puesta en escena de su filosofía sobre el coche de futuro urbano: el Citroën 'oli' [all-ë].
Foto | Sten Rademaker
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