Colin Chapman ha sido una de las grandes figuras de la historia del automovilismo. Este ingeniero fue le primero en aprovechar las ventajas del efecto suelo en la competición y de un trabajo exhaustivo en las suspensiones de los Fórmula 1. El resultado: siete títulos de constructores en la Fórmula 1 y una victoria en las 500 millas de Indianápolis, por mencionar unos pocos logros.
Pero Chapman también fue el creador de Lotus, una firma inglesa que daría sus primeros pasos en el año 1952 y que tenía una filosofía muy marcada: coches deportivos, donde se priorizaba la ligereza y aerodinámica. Después de unos primeros años donde él mismo desarrolló los modelos de competición, en 1956 abandonó ésta como consecuencia de un accidente.
Desde entonces, Lotus crece poco a poco, llegando incluso a la Fórmula 1 y fuera de los circuitos empieza a conquistar los corazones de los conductores más puristas, que encontraban en Lotus una marca que guardaba todas las esencias de una conducción deportivo y divertida, sacrificando potencia en favor de la ligereza y el dinamismo.
El problema es que la compañía no siempre estuvo a salvo de los vaivenes económicos. Con la muerte de Colin Chapman (1982) comenzó un declive que estuvo a punto de llevarse por delante a la empresa. Una serie de malas decisiones hizo que General Motors terminara por comprar la compañía en 1986. Antes, entre otros proyectos ruinosos, Lotus había intentado producir los DeLorean DCM-12 para Reino Unido.
Desde entonces, la compañía ha ido cambiando de manos, demostrando lo difícil de su rentabilidad. El último paso fue la compra del grupo chino Geely, quien en 2017 se hizo con la propiedad de la compañía y ha optado por llevar a la misma a un camino que la despoja de toda su historia.
Lotus, a bolsa como marca china
Con Lotus entre las manos, Geely ha tratado de rentabilizar al máximo la compañía. El camino para conseguirlo ha sido convertirla en una firma exclusivamente de coches eléctricos y reaprovechar plataformas que sirven de base para otros vehículos del grupo.
La estrategia puede funcionar económicamente pero, de primeras, significa atentar contra todo lo que propugnó Lotus, quienes hacían coches diferentes asumiendo que apuntaban a un nicho muy pequeño.
El giro hacia el coche eléctrico parece lógico, pues gran parte de sus marcas (Polestar, Volvo o Zeekr) cuentan con automóviles premium completamente eléctricos con los que pueden compartir plataformas y componentes. Pero, en estos momentos, saltar al coche eléctrico también implica decir adiós a aquella concepción de vehículo ligero.
Para muestra, el Lotus Eletre. El último gran lanzamiento de la marca es un SUV eléctrico cuya base es la misma que el Volvo EX90 y que, aunque no se ha hecho oficial su peso, no debería diferenciarse mucho de los 2.800 kg que pesa el SUV eléctrico de Volvo. Para poner la guinda, hablamos de un coche de más de cinco metros de largo lleno de pantallas OLED en su interior. Toda una confrontación con aquellos vehículos espartanos pensados exclusivamente para ser conducidos con una sonrisa en la boca.
Ahora, para dar un impulso a la marca, Geely ha decidido que Lotus tenía que salir a bolsa. Lo hizo hace poco menos de una semana, con una valoración de más de 9.000 millones de dólares que, sin embargo, ha ido perdiendo fuerza conforme pasaban los días. Con el resultado inicial, se situaba por encima de NIO o XPeng, potenciales rivales de Lotus. Pero tras un primer repunte, las acciones han caído más de un 20%.
El contexto mundial tampoco es bueno, con la desaceleración en el crecimiento de las ventas de vehículos eléctricos, las empresas que sólo producen automóviles eléctricos están experimentando una caída en el precio de sus acciones. NIO o XPeng han sufrido algunos reveses, especialmente después de que JP Morgan revisara a la baja la calificación de las acciones de la primera empresa.
Estos vaivenes con las empresas de coches eléctricos han provocado que, por ejemplo, Renault retrase la salida a bolsa de Ampere, su división eléctrica cuya aparición en los mercados se esperaba para los primeros compases de 2024.
Geely, sin embargo, se ha visto obligada a lanzarse a la piscina para salvaguardar la viabilidad económica de la marca pues, según explican en medios especializados en los mercados asiáticos, Lotus sigue siendo una marca demasiado desconocida para el público chino, lo que resta ventas frente a otros gigantes del lujo como Ferrari o Porsche. Y es imprescindible su relanzamiento pues, solo en China, Geely ha invertido más de 1.000 millones de euros en una planta en el país para apoyar la fábrica inglesa, donde también ha invertido dinero en su modernización.
Imagen | Lotus
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