Lo retro está de moda. Lo parodiaba Litoral con aquel anuncio en el que una abuela recobraba su fe en la humanidad. "De repente, vi la luz, si algunos visten como mi Antonio", decía la protagonista del anuncio. Y lo retro y vintage no se ha quedado solo en el textil. El real fooding quiere que "comamos como nuestros abuelos" y el mundo de los videojuegos se llena de remakes y remasterizaciones.
Y el mercado del motor tampoco ha dudado en revivir a sus viejas glorias. El último en hacerlo ha sido Toyota, que dotará a un modelo histórico como el Crown de una pila de combustible. Un modelo clásico en las carreteras estadounidenses, antaño paraíso de las enormes motorizaciones de combustión, movido por el que algunos consideran el combustible del futuro: el hidrógeno.
El Toyota Crown llevará una pila de combustible
Hace unos meses, Toyota anunció un segundo modelo de producción movido por hidrógeno. Hasta ahora, los japoneses han tenido en el mercado al Toyota Mirai, el único modelo de la firma que utiliza la pila de combustible y que, en Europa, tiene que lidiar con la escasa oferta de hidrógeno disponible en las estaciones de servicio.
En Europa no hemos visto al Toyota Crown pero en Japón y en Estados Unidos tiene una larga historia. Tanto que fue el primer modelo de la firma que se vendió en el país americano en 1958. Tras venderse desde 1955 con gran éxito en Japón, Toyota dio el salto al mercado estadounidense con una acogida discreta.
El Toyota Crown tenía una mecánica demasiado escueta para los estándares americanos. En su segunda generación, no lo dudó y alcanzó los 95 CV y los 130 km/h de velocidad punta. El salto era enorme, pues la primera generación apenas alcanzaba los 55 CV en un primer momento.
El coche estuvo presente en Estados Unidos hasta 1972 pero en los mercados donde no ha dejado de venderse ha llegado a alcanzar hasta 12 generaciones. Su último paso ha sido saltar a la pila de combustible, que le devolverá a suelo estadounidense.
Y aunque su estética ha cambiado, Toyota recupera una denominación clásica dentro de su catálogo. Es una estrategia que se ha venido repitiendo en los últimos años. Acusados de falta de espíritu y de pasión, las marcas han optado por jugar la baza de la nostalgia.
Aunque en España no sea posible repostar hidrógeno, en Japón han construido primero una infraestructura que ahora busca coches. La marca, además, hace tiempo que experimenta con el uso del hidrógeno, tanto con pila de combustible como con la quema del mismo en motores de combustión, y se ha mostrado contraria a la aceptación del coche eléctrico como única vía.
Desempolvando viejas glorias
Que Toyota haya recuperado el nombre Crown del baúl de los recuerdos, asociado a las enormes llanuras y carreteras estadounidenses, para denominar un coche movido por una pila de combustible no es casual.
En los últimos tiempos hemos visto cómo Renault ha resucitado al Renault 5, incluso manteniendo parte de su esencia estética, y al Renault 4. Volkswagen no ha dudado en asociar su ID. Buzz a las famosísimas Transporter y Opel piensa en sus Manta para el próximo gran coche eléctrico.
Sí, las marcas de coches también están explotando la nostalgia con cada nuevo lanzamiento. En Forbes recogían que los boomers asocian con valores positivos las marcas que recuerdan de su infancia. Son, según el experto en marketing Peter Hubbell, "una generación de consumidores que crecieron en una era de optimismo sin precedentes y que ya son propensos a ser positivos. Está reforzando subconscientemente su perspectiva positiva de la vida cada vez que reviven los recuerdos más potentes de sus vidas".
Clay Routledge, psicólogo social y profesor de la Universidad Estatal de Dakota del Norte, asegura que la nostalgia "trae a la mente experiencias preciadas que nos aseguran que somos personas valiosas que tienen vidas significativas. Algunas de nuestras investigaciones muestran que las personas que regularmente se involucran en la nostalgia son mejores para hacer frente a las preocupaciones sobre la muerte".
Además, está el hecho de otorgarle al cliente un espacio seguro frente a un producto disruptivo. Es probable que quien contemple el salto al coche eléctrico, se sienta más en sintonía con el mismo si se conecta con su pasado. En Puro Marketing lo resumen así: "un producto ochentero no te dará más seguridad ni te hará la vida más fácil pero tu subconsciente ha llegado a esa conclusión sin que tengas que hacer un gran esfuerzo".
Además, también está demostrado que los productos que nos recuerdan a nuestra infancia nos hacen gastar más dinero. La barrera de entrada de su coste es más débil si el producto está asociado con algo que conocemos y, por tanto, el cliente pagará más gustoso pese a que un coche eléctrico es más caro de partida que los vehículos de combustión.
En Xataka | Comprarse un coche es cada vez más un asunto de ricos. Y el coche eléctrico sólo lo va a empeorar
Fotos | Toyota y Opel
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