Ferdinand Piëch estuvo al frente de los Porsche 917 que dominaron Le Mans en 1970 y 1971
Todos los Bugatti Veyron tienen "una velocidad punta superior a 406 km/h"
Le Mans es una carrera preciosa que nos ha dejado multitud de historias y coches para el recuerdo. Una de las épocas más bellas, personalmente, fue la segunda mitad de los años 60. Fueron los años en los que el Ford GT40 consiguió destronar a Ferrari en una batalla recordada recientemente en los cines.
Pero a Ford le salieron diversos competidores en los años siguientes. Chevrolet, Aston Martin, Alfa Romeo y, sobre todo, Porsche, que en 1970 dio un golpe sobre la mesa con el Porsche 917, uno de los coches más bellos que han pasado por el trazado francés.
Tras una segunda mitad de los años 60 con dominio absoluto de Ford, Porsche consiguió la victoria en 1970 y 1971. Es, precisamente en ese último año en el que queremos centrarnos.
Un récord brutal
Pongamos contexto. Era 1971. Hace más de 50 años de esta historia. Porsche peleaba cada año con Ford para romper el dominio de los estadounidenses. Para conseguirlo, en 1969 presentó en el Salón de Ginebra su nuevo arma: el Porsche 917.
El coche nació un año antes, con la FIA gestando una nueva categoría, con coches de peso mínimo de 800 kg y un motor de hasta 5.0 litros. Poco después, la compañía germana se presentaría en Le Mans con un coche que empleaba un V12 de 4.5 litros y que era capaz de desarrollar 520 CV. Para mantener el peso a raya se utilizó una carrocería de fibra de vidrio y aleaciones como aluminio o magnesio.
El resto, es historia. En su primer Le Mans, en 1970, Porsche consiguió su ansiado trofeo, rompiendo el dominio de Ford. Pero su éxito se repitió en 1971 cuando, además, elevó el listón. En las 24 horas de la mítica prueba, el coche vencedor recorrió 5.335 kilómetros cerrando con una velocidad media de 222 km/h durante la prueba.
Pero su segunda unidad también batió un nuevo récord. En la famosa recta de Mulsanne, de seis kilómetros de longitud, cada año los coches vuelan. Y en aquella edición de 1971, Porsche voló hasta los 387 km/h. Un nuevo récord de velocidad punta para la competición. Recordemos: 387 km/h con un coche ideado hace medio siglo.
Aquel mismo año, la FIA cerró la categoría y Porsche llevaría el desarrollo del 917 por otros derroteros, con el claro objetivo de maximizar los beneficios de su desarrollo. Sin escollos, ahora pudo desarrollar una versión turboalimentada del coche de competición que llegó a superar los 1.000 CV. En 1973, la cifra se elevó hasta los 1.200 CV, como cuentan en Periodismo del Motor.
Una espina clavada
Al frente de aquel equipo estaba Ferdinand Piëch, un ingeniero que compartía algo más que el nombre con Ferdinand Porsche. Piëch era el nieto del fundador de la compañía germana y trabajó al frente de joyas como el Porsche 917.
Justo después de sus éxitos, la familia Porsche decidió que la familia no podía estar al frente de la marca y fue trasladado a Audi. Al mismo tiempo, Piëch llegó a diseñar motores para Mercedes pero pronto ganaría fama dentro de la compañía con los Audi 80 y 100 pero, sobre todo, con la famosa tracción Quattro y su desempeño en el Mundial de Rallies.
Ya en los años 90, el nieto de Ferdinand Porsche tomaría los mandos de la casa madre, Volkswagen, dede la que pudo controlar multitud de marcas. Una de ellas sería Bugatti, donde pondría su sello personal.
El Bugatti Veyron se caracterizó por ser un proyecto extraordinariamente raro y excesivo. Su motor W16 8.0 litros ha pasado a la historia por ser una de las obras de ingeniería más complejas y brutales que ha llevado un coche de calle. Piëch sabía que Bugatti debía hacer algo de este estilo si quería llenar portadas, volver a captar atención y recuperar su historia
Pero el Veyron llegó con más sorpresas. Su motor desarrollaba 1.000 CV y su velocidad punta era de 407 km/h. Una cifra que no es ni mucho menos casual. Mientras que el ingeniero Piëch estuvo fuera de los desarrollos de Porsche para Le Mans, un coche estableció un nuevo récord.
El trazado francés tuvo que esperar hasta finales de los años ochenta para que los 387 km/h del Porsche 917 se batieran. Lo consiguió el WM P88 Peugeot en 1988 y lo hizo a lo grande. Con un motor V6 y un carrocería extraordinariamente aerodinámica, en Mulsanne alcanzó unos brutales 407 km/h. Se rompía la barrera de los 400 km/h y se establecía un nuevo récord. Además, en 1990 se instaló una chicane para evitar que esta cifra siguiera creciendo.
Curiosamente, Peugeot decidió que la velocidad real era de 405 km/h. A pesar de que los registros marcan una velocidad punta más alta, como explican en Autobild se decidió presumir de una velocidad punta de 405 km/h como excusa para vender el nuevo Peugeot 405.
El nuevo récord debió doler especialmente a Piëch quien, como cuentan en Diariomotor se tomó la revancha años después con las armas que tenía a mano. El Bugatti Veyron se presentó en 2005, con su gigantesco motor, su imponente figura y un texto de presentación que rezaba: "más de 406 km/h de velocidad punta".
Y la joya de Piëch cumplió. Poco después se hacía con el trono de coche más rápido del mundo, marcando una velocidad punta de 407 km/h, igualando el récord de Peugeot aunque, esta vez, con un coche de calle. Después llegarían sucesivos nuevos récords de velocidad punta y una batalla encarnizada con Koenigsegg, Hennesey y la respuesta con el Chiron, pero eso ya es otra historia.
Imagen | Bugatti
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