Qué habría pasado en el accidente de Senna de haber existido el halo, la innovación más crucial de la F1

"Es una pieza espantosa y me gustaría quitarla". "Si parece una mierda, es una mierda. Estoy en contra". "Creo que fue un día triste para la Fórmula 1 cuando se anunció". Son declaraciones de Toto Wolff, director ejecutivo de Mercedes, Kevin Magnussen y Romain Grosjean, ambos pilotos de Fórmula 1. Todas ellas son de 2017. Y todas hacen referencia al halo. Un lustro después, nadie duda que esta pieza es una de las mejores cosas que le han pasado a la Fórmula 1.

Cacería. No es cuestión de hacer sangre. Si más arriba tienes las palabras de Wolff, Magnussen y Grosjean es mera casualidad porque las voces contrarias a la instalación del Halo en los coches de Fórmula 1 fue mayoritaria en 2017, cuando se confirmó que los monoplazas tendrían que llevarlo en las próximas temporadas. A casi nadie gustó. Entono el mea culpa. Ahora, nadie duda del halo. Pero, ¿qué es el halo? Es, simple y llanamente, una pieza que ha salvado dos vidas este mismo fin de semana. Y no son las únicas.

¿Qué es el halo? El Halo es la pieza que se emplea en los monoplazas de Fórmula 1 para proteger la cabeza de los pilotos, el único área que estaba completamente desprotegida antes de 2018. Consta de un semicírculo unido a la chimenea en sus extremos y al morro del monoplaza en un pilar por su zona central. Y la Fórmula 1 no es la única competición que los implementa. Por orden de la FIA, desde F4 a la ansiada F1, el Halo está presente en todos los monoplazas.

En resumidas cuentas, el halo son tres barras de titanio que van ancladas al monoplaza y cuya instalación incrementa el peso del vehículo en 20 kg. Puede parecer poco pero este sistema soporta cargas de hasta 12 toneladas, por lo que es realmente efectivo si, por ejemplo, un neumático sale disparado contra la cabeza de un piloto.

No hubo milagro. La efectividad del sistema ha demostrado que este fin de semana no hubo milagro. Aunque la crónica periodística nos anime a utilizar esta hipérbole, lo cierto es que si Guanyu Zhou, piloto de Alfa Romeo en la F1, y Roy Nissany, piloto de Williams en la F2, no han sufrido gravísimos daños este fin de semana ha sido por esta pieza de titanio que tan criticada fue en 2017. Dentro y fuera de la Fórmula 1.

En la salida del Gran Premio de Silverstone de F1, un choque en cadena hizo volcar el coche de Zhou. Tras recorrer cientos de metros volcado, la grava de la escapatoria provocó que le monoplaza saliera volando y evitara las protecciones de la curva, chocando contra la valla que protege a los espectadores.

Otro caso. Por su parte, en la Fórmula 2, Nissany se vio envuelto en una fea disputa con Dennis Hauger, al que él mismo echó de la pista. Perdido el control, y después de salir volando por una de las "bananas" que impiden que los pilotos recorten el vértice de las curvas, el monoplaza de Hauger chocó violentamente contra el Halo de Nissany. No hay que descartar que en ninguno de los dos casos, alguno de los pilotos hubiera perdido la vida.

Vidas salvadas. Aunque, como algunos críticos señalaban en 2017, una tuerca puede seguir golpeando la cabeza de un piloto, como le sucedió a Felipe Massa en el Gran Premio de Hungría de 2009, el halo no ha tenido descanso desde su instalación en 2018.

A finales de 2020, Romain Grosjean sufrió un durísimo accidente en el Gran Premio de Baréin. Como el mismo reconoció, es probable que, sin el halo, el francés no podría haber contado su brutal impacto contra el guardarraíl. Hace menos de un año, Lewis Hamilton y Max Verstappen chocaron en una de las chicanes de Monza, golpeando una de las ruedas del holandés el halo del británico. Por suerte, la cabeza de Hamilton se salvó del impacto. Este fin de semana, el Halo ha vuelto a ser protagonista, una vez más.

Un ejemplo más. Los buenos resultados del halo son sólo un ejemplo más de la increíble evolución tecnológica de la F1 en materia de seguridad en los últimos 30 años. Desde la muerte de Ayrton Senna el 1 de mayo de 1994, no se volvió a producir un fallecimiento como consecuencia de un accidente en una carrera de la máxima categoría de monoplazas hasta el 17 de julio de 2015. Nueve meses antes, Jules Bianchi había chocado contra una grúa en el circuito de Suzuka.

Por la importancia de la propia figura de Ayrton Senna, muchos desconocedores de lo que rodea al mundo de la Fórmula 1 no saben que durante la clasificación de aquel Gran Premio de San Marino también falleció Roland Ratzenberger, tras chocar a 314 km/h contra uno de los muros del circuito. El día antes, durante unos entrenamientos, Rubens Barrichello estuvo cerca de correr la misma suerte, después de que su monoplaza saliera volando e impactara contra las vallas protectoras a más de 200 km/h.

El habitáculo indestructible. Como si fuera la búsqueda del Santo Grial, desde entonces las decisiones de la FIA en materia de seguridad han buscado convertir el habitáculo de un monoplaza de F1 en una célula casi indestructible. Las paredes y las barras de protección se han mejorado hasta tal punto que salvaron la vida de Robert Kubica en el Gran Premio de Canadá.

Las ruedas se han amarrado al chasis (en los últimos años doblemente) para impedir que salgan volando en un impacto o, al menos, para reducir la velocidad de las mismas, lo que, lamentablemente, no impidió la muerte de un bombero en un aparatoso accidente en el que se vio involucrado Pedro De la Rosa en el Gran Premio de Italia en el año 2000.

Las prendas y otros accesorios. Ya entrado el Siglo XXI se ha hecho obligatorio el uso del Hans, un collarín que, por medio de correas unidas al casco, evita que la cabeza del piloto choque contra las paredes del habitáculo en caso de accidente. A esto hay que añadir el uso de mejores materiales, sustituyendo, en algunas piezas, el uso de fibra de carbono en favor del kevlar para evitar el astillado que el primero de estos materiales sufre cuando se destruye.

Zylon. También el uso intensivo del Zylon, considerada la fibra más fuerte creada por el hombre, que recubre el habitáculo de los pilotos y que también se ha añadido a las viseras. Y, por supuesto, los monos ignífugos, botas y guantes, que deben resistir durante 12 segundos la llama de un fuego a 700 grados de temperatura.

El caso Senna. Al contrario de lo que han vivido Romain Grosjean, Lewis Hamilton, Guanyu Zhou y Roy Nissany, en el accidente de Ayrton Senna la pieza que golpeó contra el casco del brasileño salió despedida desde la zona inferior desde la parte inferior derecha. En todos los casos anteriores, el golpe salvado por el Halo llegaba desde la zona superior.

Es difícil saber si el Halo habría salvado la vida del piloto aquel 1 de mayo de 1994, pues habría que estudiar la trayectoria de la pieza que impacto. Lo que sí es mucho más probable es que, con un monoplaza actual de habitáculo muchísimo más resistente, Ayrton Senna sí habría salvado la vida en 2022. Cierto es que, tristemente, la inmensa mayoría de estas innovaciones tecnológicas se desarrollaron con mayor interés para evitar tragedias como la del mago brasileño.

Foto: Frank Augstein/AP

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