En 2016 se vendieron en Europa 77.038 coches enchufables. Entonces el continente contaba con 118.542 puntos de recarga públicos. En 2022, las matriculaciones de híbridos enchufables y eléctricos rozaron las dos millones de unidades. El año se cerró con 479.396 puntos de recarga.
Es decir, según ACEA, quienes aportan estos datos, el número de vehículos enchufables (híbridos y eléctricos) ha crecido hasta multiplicarse por 17, mientras que el número de puntos de recarga ha crecido a un ritmo muy por debajo. Concretamente, el crecimiento de la infraestructura ha sido de un 522,23%. Muy lejos del 1.584,4% del crecimiento experimentado en las matriculaciones.
La organización de fabricantes ha publicado estos datos que ejemplifican una de las tareas pendientes de Europa: dotar a los conductores de una infraestructura de carga pública lo suficientemente extensa para acompañar el crecimiento de las ventas.
Hay que tener en cuenta que el número de automóviles enchufables no dejará de crecer en los próximos años. Euro 7 será el primer paso para presionar a los fabricantes para que se mantengan en la senda de una alta electrificación de sus vehículos. En 2030, se espera que las restricciones sean tan severas que la mayor parte de los vehículos con motores de combustión tendrán que ser híbridos enchufables. Y en 2035 está aprobada la prohibición para impedir la venta de vehículos con motores de combustión.
Una tarea pendiente
Conscientes de que es una tarea que está en el "debe" de la Unión Europea, La Comisión de Transportes aprobó el pasado mes de octubre un proyecto que obligará a los estados miembros a dotar de una infraestructura suficiente a las carreteras para la adopción del coche eléctrico.
Así, las vías RTE-T, la red básica de carreteras de Europa y que cuenta con dos niveles, tendrán que contar con un cargador de, al menos, 150 kW y una potencia total mínima de 300 kW de potencia cada 60 kilómetros (en cada sentido de la circulación) en sus vías principales. Esta infraestructura tendrá que estar disponible antes del 31 de diciembre de 2025.
En esa misma fecha, los vehículos pesados tendrán que disponer de estaciones de carga de 400 kW (con un enchufe, al menos, de 350 kW) también cada 60 kilómetros, en ambos sentidos de la marcha. En 2030, las estaciones tendrán que tener disponibles potencias de 3.500 kW y, mínimo, dos enchufes de 350 kW.
En el segundo nivel, la distancia mínima entre enchufes será de 100 kilómetros y la fecha límite se amplía al 31 de diciembre de 2030. Para entonces, la estación de carga deberá poder suministrar 1.200 kW de energía y ofrecer un enchufe de 150 kW.
Un suspenso generalizado
El último Barómetro de Electromovilidad disponible de ANFAC ejemplifica que la falta de enchufes no solo es un problema de España, aunque nuestro país se encuentra muy lejos de las cifras con las que teníamos que cumplir el pasado año 2022.
Desde ANFAC, otorgaban a la media europea en la penetración del vehículo eléctrico un valor de 48,4 puntos sobre 100 posibles. Lejos de España (23 puntos) pero cerca de los países donde más están apostando por la movilidad eléctrica, como Francia (53,9 puntos), y más lejos de Alemania (74,3 puntos).
Sin embargo, el suspenso es generalizado en el continente en lo que se refiere a puntos de recarga. Salvo Noruega, con 125,7 puntos, nadie alcanza los objetivos. Países Bajos es el segundo país que mejor puntuación obtiene, con 52,5 puntos. Pero, incluso, Alemania (tercer mejor país) sufre un sonoro batacazo, recibiendo 17,8 puntos.
Los datos dejan a la media europea en 12,1 puntos sobre 100 posibles, con España muy lejos de lo esperado (6,2 puntos) y donde petroleras, eléctricas y entidades regionales y locales se echan las culpas las unas a las otras.
Imagen: Myenergi
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