La pista estaba ahí desde el principio: las supuestas tres integrantes del grupo de pop Las Nenas se llamaban Viviana, Claudia y Naiara, las tres con las siglas IA bien claras en sus nombres. El grupo estaba obteniendo cierta repercusión con su primer disco, 'Último baño', pero se descubrió que la música estaba enteramente generada por una inteligencia artificial. Más allá de las consecuencias meramente formales, es decir, la retirada de sus canciones de Spotify, lo singular del fenómeno hace que tengamos que volver a poner sobrer la mesa el tema de los límites de la creatividad y su alcance.
Tres humanas que no existen. El grupo ganó cierta popularidad después de aparecer entrevistadas en elDiario.es. Lo peculiar de su sonido y el enigma en torno a sus integrantes desatólas sospechas y rumores inmediatos sobre su existencia legítima, lo que llevó a que el grupo se quitara parcialmente las caretas. Según su o sus responsables, que siguen permaneciendo en el anonimato, las letras de sus canciones están compuestas por humanos, mientras que toda la música y voces está interpretada a través de IA. “Ya que en el cuestionario no se hablaba de cómo hacíamos la parte musical de nuestras canciones, no sentimos que tuviésemos que advertir de la parte no humana de nuestro proyecto artístico”, se excusaron al digital, en un artículo que la cabecera publicó explicando el engaño.
Fuera de Spotify. La desaparición de Las Nenas de Spotify ha llegado por decisión de su distribuidora digital, Altafonte, que también las ha eliminado de Deezer, Apple Music y Youtube, como reacción por no haber revelado su naturaleza cuando contrataron sus servicios. La no-banda ya ha anunciado desde su cuenta de Instagram que cambian de distribuidora, y desde el 18 de diciembre las canciones volverán a plataformas, tal y como están en Bandcamp, de donde nunca se fueron. Un traspiés legal (que incluye la imposibilidad de cobrar derechos de autor por las canciones) que ha sido referenciado por un manifiesto en el que el grupo expone su filosofía
Vosotros podéis ser Las Nenas. Esta es la propuesta del grupo en el manifiesto, que reivindica lo que el experimento tiene de juego: "La intención de Las Nenas nunca fue engañar a nadie, sino la de disfrutar de unas canciones que empezamos a hacer como juego y nos parecieron tan buenas que quisimos compartirlas". Todo ello recordando que "las letras sí que son 100% humanas, pese a que la música sea un 95% inhumana, como también son humanas las portadas y los vídeos". Finalmente, dan instrucciones, prompts incluidos, para que todo el mundo pueda componer con la app Udio sus propias canciones de Las Nenas.
¿Todos somos Las Nenas? El manifiesto afirma que Las Nenas dejan de ser un proyecto unidireccional para convertirse en uno colaborativo, y ese es sin duda su enfoque más interesante. Dejando a un lado las muy posibles intenciones pecuniarias del proyecto -que se frustraron antes de tiempo-, lo cierto es que Las Nenas cambian el foco sólo cuando se ha descubierto el pastel: "Si conseguís hacer algo que os guste, podéis mandárnoslo por email porque nos encantará escuchar nuevas canciones de Las Nenas". Por una parte, hay una parte peligrosa en todo esto y es que, como explica elDiario.es, hubo gente que llegó a comprar su disco y a pagar dinero real cuando todavía fingían ser un grupo de verdad. Por otro, es un enfoque al que, si se le elimina la capa de engaño inicial puede que apunte al aspecto más interesante de la explotación de las IAs generativas.
El retrete como referente. Como decía nuestro compañero Santiago Sánchez-Migallón, si hemos convenido en que un retrete girado y firmado es una obra esencial para entender el arte contemporáneo, y que la remezcla y la fusión son herramientas creativas tan legítimas como el cartapacio de partituras, la IA debería ser explorada como una herramienta con la que dar forma a ideas, robar las ajenas para transformarlas y fabricar nuevas vías de expresión. ¿Dilemas éticos? Todos los del mundo, como siempre los ha tenido la creación humana: para empezar, Duchamp nunca declaró que el retrete lo hubiera construído él, y eso es lo que hace que el manifiesto de Las Nenas suene falso y a huida hacia adelante.
El discutible uso de la propiedad ajena. Desde su nacimiento, las IAs generativas vinculadas a profesiones creativas, como la música o la ilustración y el cómic, han estado rodeadas de polémica. En la mayoría de los casos se nutren de material que tiene autores previos y que no han dado su permiso para servir de inspiradores. Es una cuestión aún no solucionada y punto capital para la polémica que está enfrentando a los creadores humanos con las IAs. Y a esto se suma la cuestión lateral, pero esencial, de que Las Nenas no solo no dijeron que no eran humanas, sino que se hicieron pasar por tres mujeres, lo que abre una discusión vinculada a la cuestión de género, y que recuerda a la polémica que suscitó el Premio Planeta que ganó Carmen Mola, en realidad tres hombres.
¿Puede ser arte la IA? Una posición completamente distinta, una vez hayamos solventado las cuestiones éticas y legales, es la de dejarse abrazar por la mentira (cuando esta sea declarada, claro). Una IA que permite generar canciones de la nada (insistimos: cuando esa "nada" no sea necesariamente un robo, o cuando ese préstamo esté autorizado) debería ser una herramienta para componer tan legítima como un secuenciador de sonidos o el sample, donde no hay nadie real creando la música, sino que se ha establecido una compleja red de vasos comunicantes entre autores y replicantes. Una vez más, la tecnología apunta en una dirección muy sugerente, pero antes los humanos tenemos que discernir cómo vamos a impedir que se convierta en una herramienta de explotación.
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