Spotify arrastra un grave problema desde hace años. Una polémica que pone en jaque toda su credibilidad respecto a la industria musical con la que trabajan. En su día negaron todas las acusaciones sobre esta práctica ilícita, pero poco parece haber cambiado desde entonces. Aquí os contamos en qué consiste el problema con los "artistas falsos", qué impacto tiene en la industria y cuál es el papel de Spotify en todo este entramado.
Artistas artificiales que se cuelan en las listas top. Un informe de Music Business Worldwide publicado en 2017 acusaba a Spotify de incluir en las playlist más populares varios artistas artificiales creados por ellos mismos, con la idea de que los beneficios generados se mantengan en sus manos.
Listas como Peaceful Piano, Ambient Chill o Music for Concentration son muy utilizadas, pero muchos usuarios no se fijan en quién está realmente detrás de estas canciones. Muchas de ellas parecen genéricas. Según describe MBW, algunos de estos autores tienen millones de reproducciones pero luego como artistas son prácticamente desconocidos. No hablamos ya de ser pequeños artistas, sino que directamente no hay casi información pública disponible sobre ellos.
Quiénes son. No tienen cuenta de Facebook ni de Twitter, no parecen tener representante, no aparecen detalles en su sello discográfico, no hay rastro de ellos en Youtube y su música no aparece en plataformas rivales como Apple Music o Tidal. Algunos de ellos sin embargo tenían una cantidad de reproducciones abismal, desde los 9,2 millones de Amity Cadet hasta los 22,3 millones de Lo Mimieux. Nombres genéricos con una visibilidad que ya le gustaría tener a muchos artistas, pero que luego cuando los buscas en Google solo apuntan a webs extrañas.
La explicación que da Spotify es otra. Según respondía, estos nombres en realidad eran pseudónimos utilizados por varios compositores. Y daban como ejemplo a Andreas Aleman, que utilizaba alias como Allysa Nelson, Wilma Harrods, Amy Yeage y Milo Stavos. Da la casualidad, que la mayoría de estos artistas son suecos, mismo país de origen de Spotify.
Las grandes discográficas hacen la vista gorda. Los autores del informe apuntan una cruda realidad. Spotify es la que recibe más críticas porque es una de las mayores plataformas de streaming y es bastante transparente, pero otros servicios como Amazon Music o Deezer también podrían hacer lo mismo. "Incluso Sony y Universal Music crearon listas de reproducción para este tipo de casos de uso bajo sus marcas como Digster y Filtr mucho antes de que lo hiciera Spotify", explican desde MBW.
Sellos que parecen subsidiarias. Los "artistas falsos" son una importante fuente de ingresos para determinadas compañías. Una de ellas sería Firefly Entertainment, un sello discográfico que en 2020 generó unos 7 millones de dólares, diez veces más de lo que generaban en 2017. El caso es que, según el medio sueco DN, Firefly habría obtenido gran parte de sus ingresos en base a alianzas con Spotify a través del uso de estos "artistas fake". No queda ahí, ya que algunos de sus fundadores tendrían una estrecha relación con algunos antiguos ejecutivos de Spotify.
Pierden los artistas, ganan los gestores de derechos. Estas maniobras ponen en entredicho el reparto de ingresos por los derechos. Recuerda a maniobras como "la rueda", la estafa de la SGAE que utilizaba músicos random para programas en la madrugada de la televisión nacional. De fondo está el mismo mantra: si yo controlo el acceso, también puedo favorecer hacia dónde van los ingresos. Ahí es donde entra la presencia de unos artistas artificiales que en la práctica es como si la propia plataforma se quedase los ingresos.
Desde Xataka hemos preguntado a Spotify qué tipo de medidas están aplicando frente a esta polémica, actualizaremos cuando obtengamos respuesta. Ya sabemos que en el pasado han negado categóricamente que haya este tipo de artistas.
Imagen | Bruno Emmanuelle
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