Un arbusto de mil variedades que florece en los trópicos. Una pequeña cereza roja de pulpa carnosa y dulce. Un grano tostado de aroma inconfundible. Un brebaje que sabe a mañanas, a largas sobremesas y a charlas de bar. El café es hoy una de las bebidas más consumidas del planeta.
En búsqueda de su preparación óptima, cada vez nos hemos apoyado más en la tecnología. Herramientas como las cafeteras superautomáticas de De’Longhi han llevado el infusionado del café a un nuevo nivel. Pero empecemos por el principio. Por un pastor del norte de Etiopía que, un buen día, observando la reacción de sus cabras ante los frutos rojizos de un cafeto, decidió investigar.
La historia del pastor Kaldi es una de las muchas que rodean el origen mítico del café y, quizá, la más conocida. Tras darse cuenta de la energía que parecían adquirir sus cabras al ingerir los frutos, llevó un puñado a un monasterio. Allí, los monjes lograron infusionar aquellos granos y el conocimiento del café empezó a expandirse.
La importancia del café en el mundo
Es muy probable que la leyenda de Kaldi no sea cierta, pero hay consenso en situar el origen del café en Etiopía. Su expansión fue rápida. En el siglo XVI, ya era una bebida conocida en Europa; en el XVII, su cultivo llegaba a Asia y en el XVIII, a Sudamérica.
Hoy, el café es uno de los productos primarios más valiosos del mundo. Tal como señalan desde la International Coffee Organization, durante muchos años fue el segundo producto primario más valioso por detrás del petróleo y, ya en 2019, se produjeron más de 10.000 millones de kilos del preciado grano. Solo la Unión Europea importó cerca de tres millones de toneladas.
El café se ha convertido en una parte esencial de la rutina del mundo y la cafeína es el mejor aliado para despertarse y coger impulso por la mañana. De hecho, la evidencia científica sugiere que el consumo moderado de café tiene beneficios en nuestro cuerpo gracias a sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
Extraer la esencia de esta infusión centenaria se ha convertido en una de las obsesiones de buena parte de la población mundial. La cultura del café empieza en el cultivo, el secado y el tostado; avanza por la selección y molienda, y termina por el infusionado en las condiciones perfectas de presión y temperatura. Un recorrido donde la tecnología, como la de la gama de cafeteras superautomáticas de De’Longhi, tiene mucho que aportar.
En busca del café perfecto
La búsqueda de la excelencia de los maestros cafeteros se ha convertido en un debate infinito sobre cómo es el café perfecto. ¿Grano de tostado fuerte o natural? ¿Molido grueso o fino? ¿Con leche o solo? La respuesta definitiva probablemente no exista. Aun así, sí que existen una serie de elementos que no pueden dejarse al azar.
- El tostado del grano. Cada variedad de café y tipo de grano tiene un tueste recomendado. El mejor aroma se obtiene de los granos tostados con su azúcar natural, el que le otorga la pulpa carnosa que rodea a la semilla cuando el fruto está maduro.
- La molienda. De la misma manera, cada tipo de preparación de café requiere un molido particular. Por ejemplo, el popular espresso italiano necesita un molido fino. Con todo, lo importante es que sea fresco. Es decir, romper el grano justo antes de consumirlo. Las cafeteras superautomáticas de De’Longhi incorporan tecnología propia para moler los granos frescos antes de hacer el café detectando la cantidad exacta para preparar la bebida en el momento de apretar el botón.
- El agua. Puede parecer lo de menos, pero el agua no deja de ser el ingrediente principal de una infusión. Su composición química es importante (el café tiene más aroma si se infusiona en aguas duras), así como la ausencia de otros sabores u olores. Igualmente, la presión y la temperatura son claves para lograr un buen café, sobre todo, a la hora de preparar un buen espresso, para el que se requiere una presión y una temperatura elevadas. Las superautomáticas de De’Longhi alcanzan 15 bares de presión para preparar el café expreso. Además, tienen la capacidad de ajustarla automáticamente para cada tipo de bebida que preparan.
Un buen barista sabe que existen otros elementos importantes: de la cafetera utilizada a la taza en la que se consume, pasando por la presencia de leche y su textura o el tiempo empleado en preparar la infusión... Así, es interesante contar con una herramienta diseñada para controlar todo ello según las preferencias de cada uno.
La tecnología al servicio del mejor café
Mezclar café molido con agua y dejar que los posos se vayan al fondo antes de beberlo. Durante siglos, esa fue la forma de preparar el café, una práctica que se mantiene todavía hoy en la tradición de muchos países. Eso sí, en el siglo XIX y con el auge de la pasión industrializadora, la tecnología irrumpió en el mundo de la cafeína gracias a las primeras cafeteras desarrolladas en Francia y Reino Unido.
Aquellos primeros modelos fueron evolucionando y hoy existen cuatro tecnologías muy extendidas. La de mayor sencillez es la cafetera francesa o de émbolo. Consiste en un recipiente cilíndrico y un émbolo con un filtro. El café molido y el agua caliente se mezclan en el recipiente y, tras varios minutos, presionamos el émbolo para dejar el café en el fondo.
Por su parte, en la cafetera americana o de goteo, el agua se calienta en un depósito y se hace pasar por un filtro bastante denso y cargado de café lentamente, gota a gota, preparando la infusión.
Estas dos soluciones solo utilizan la temperatura del agua para infusionar. Las dos siguientes apuestan también por la presión. La primera de ellas es la cafetera italiana o moka, capaz de alcanzar en su interior los 1,5 bares. Consiste en dos cuerpos separados por un filtro. En el recipiente inferior, se vierte el agua y se coloca un cazo con el café molido. Al calentar el agua, esta asciende con presión a través de ese cazo preparando la infusión, que sale caliente por el recipiente superior.
Por último, tenemos las cafeteras tipo espresso, habituales en las cafeterías y, en los últimos años, también en nuestros hogares. Mediante un funcionamiento algo más complejo, están diseñadas para elevar la presión del agua hasta 12-15 bares y extraer mejor la esencia del café.
Las cafeteras superautomáticas de De’Longhi entrarían en esta última categoría, ya que logran alcanzar los 15 bares de presión. A pesar de ser una solución doméstica, son de lo más avanzado del mercado, capaces de moler los granos y preparar la bebida con el punto deseado con solo apretar un botón; con o sin leche. El molinillo de acero integrado permite obtener el grosor justo para cada bebida, priorizando la frescura del grano y, por tanto, su aroma y sabor. No obstante, admiten también café ya molido.
Un espresso, un cappuccino cremoso, un latte macchiato, un cortado, un americano… Hay casi tantas formas y recetas para preparar café como personas en el mundo. Por ello, algunos modelos de superautomáticas de De’Longhi cuentan con numerosas recetas preinstaladas. E, incluso, integran funciones como My, que permiten personalizar cada infusión ajustando el aroma, así como la cantidad y temperatura de agua y leche, y guardar el ajuste para automatizar las siguientes tazas.
Asimismo, algunas cafeteras se pueden gestionar desde aplicaciones móviles. Es el caso de la app Coffee Link. A través de ella, la cafetera se conecta al smartphone y brinda al usuario la oportunidad de crear nuevas bebidas, descubriendo nuevas personalizaciones del café, o gestionar varios perfiles de usuario (hasta tres en el caso de Dinamica Plus), entre otras opciones. Y, gracias al sistema patentado Lattecrema System, obtienen también la densidad y cremosidad idónea de la leche.
Otra tecnología que contribuye a buscar la excelencia en la bebida es un eficiente sistema de calentamiento del agua como Thermoblock, que alcanza la temperatura adecuada en poco tiempo y solo con el agua necesaria. Y para elaborar bebidas mixtas, modelos como las superautomáticas Dinamica ECAM 350.55.B o Dinamica Plus ECAM370.95.T, con sistema de leche automático, disponen de dos calderas independientes para alcanzar la temperatura óptima en cada ingrediente.
Por último, para garantizar el aroma y la frescura, las cafeteras han de estar en perfectas condiciones. Las que hemos visto de De’Longhi cuentan con un grupo infusor extraíble, de fácil limpieza y mantenimiento. Además, incluyen un sistema que nos avisa de cuando toca descalficarla.
De unas cabras con buen olfato y un pastor observador a la infusión perfecta controlada desde una app móvil. La tecnología ha evolucionado de forma exponencial en los últimos siglos, pero el objetivo de la tradición cafetera sigue siendo el mismo: extraer la esencia de una infusión centenaria.
Imágenes | De’Longhi, Unsplash/Tina Guina, Mike Kenneally
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