No es aventurado decir que el hombre está obsesionado con el misterio de la vida desde mucho antes de que encendiera el primer fuego. Consciente de su mortalidad, el ser humano lleva milenios tratando de descubrir el secreto de esa chispa; una fijación que no en escasa medida sirvió para inspirar la creación de los robots más primigenios hace ya varios siglos.
Hoy en día no tenemos que ir al cine para saber qué se siente estando rodeado de robots. Su presencia, de hecho, es tan natural que muchas veces ni siquiera somos conscientes del papel que juegan en nuestro entorno. Cortan y sueldan metal con precisión milimétrica en fábricas de coches, asisten a los astronautas a bordo de la EEI y teléfonos, e incluso pasan la mopa por nosotros. Estos últimos, los robots domésticos, están también en la primera división de tecnología a pesar de no tener un papel tan trascendental en nuestras vidas, presentándose en ferias reconocidas como CES o Global Robot Expo, como es el caso de ECOVACS.
Pero como decíamos, no hemos llegado aquí en cuestión de tres días. De hecho, posiblemente deberíamos remontarnos tres siglos atrás para descubrir los auténticos orígenes de la robótica.
La era de la curiosidad: de los autómatas pioneros de Vaucanson al misterio del turco mecánico
Señalar el momento concreto en el que la robótica comenzó a dar sus primeros pasos no resulta fácil, pero podemos señalar a Jacques de Vaucanson como uno de sus precursores indiscutibles. Este ingeniero e inventor francés nacido en 1709 entró en los libros de historia con dos hitos en la historia de la robótica: la creación del primer telar automatizado, rutilante anticipo de las técnicas industriales de la actualidad, y su famoso pato. Que no tenía plumas ni graznaba, dicho sea de paso.
Su pato con aparato digestivo o canard digérateur fue un sofisticado autómata que trataba de imitar las funciones del aparato digestivo de un ave de verdad. En puridad, este artificio no digería la comida que introducía por su pico, pero gracias a un complejo mecanismo formado por más de 400 piezas podía expulsar migas de pan teñidas a modo de excrementos.
Pese a su pionero grado de sofisticación, el pato de Vaucanson no era en realidad otra cosa que una atracción de feria. Este tipo de aparatos gozó de una gran popularidad en el siglo XVIII, hasta el punto de que en 1769 el interés del público en los autómatas sirvió de inspiración para la revolución que no fue: el turco mecánico.
Conocidos como autómatas, los primeros robots eran simples atracciones de feria
Obra de Wolfgang von Kempelen, este aparato pretendía ser un falso jugador de ajedrez con una tempranísima máquina de computación analógica capaz de plantar cara a los mejores ajedrecistas. El público asistía asombrado a sus demostraciones. El turco llegó a derrotar a Benjamin Franklin y disputar una partida con Napoleón Bonaparte, que terminó con todas las fichas por el suelo cuando el emperador realizó un movimiento ilegal y el turco manifestó su rechazo con un golpe sobre el tablero.
Como el pato de Vaucanson, el turco de von Kempelen también tenía truco. Era un fraude, de hecho. Si bien la máquina fue destruida durante un incendio, se cree que un ajedrecista de verdad guiaba los movimientos de las fichas desde dentro del propio mueble. Los auténticos logros de von Kempelen, que terminaría dado a la bebida, fueron otros: el diseño de un autómata de una complejidad extraordinaria para la época y la capacidad para atrapar la imaginación de un público que ni siquiera había escuchado todavía la palabra "robot".
El robot se adueña de la cultura popular
Los autómatas seguirían siendo atracciones de feria durante los siguientes dos siglos. La ciencia no se había desarrollado lo suficiente como para sacarlos de las carpas, pero la popularidad de figuras como Thomas Alva Edison dio pie al creciente interés del público en la física y la mecánica. Las novelas del llamado género edisonado gozaron durante la segunda mitad del siglo XIX de una cierta popularidad, teniendo en ocasiones por protagonistas a auténticos hombres mecánicos.
El término robot sería acuñado en 1921 por el escritor checo Karel Capek, que lo utilizó por primera vez en la magistral obra de teatro R.U.R. (Robots Universales Rossum). Su argumento resulta vagamente familiar: una compañía crea una empresa especializada en la fabricación de robots biológicos para aligerar la carga de los trabajadores, pero dichas máquinas (más bien replicantes) se vuelven contra sus creadores y terminan aniquilando a la humanidad.
Esta oscura fascinación con los robots humanoides alcanzaría su punto álgido en el periodo de entreguerras con el estreno en 1927 de Metropolis, todo un hito en la historia de la ciencia ficción. Con su inquietante aspecto, Maria y su deliberadamente sensual apariencia cautivaron y aterraron a un mundo que dentro de poco iba a centrar su atención en asuntos mucho graves.
Fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando el concepto de la robótica comenzó a ser explorado más seriamente gracias a los avances técnicos surgidos durante la contienda
Fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando el concepto de la robótica comenzó a ser explorado más seriamente. Los avances técnicos surgidos durante la contienda y una Guerra Fría cada vez más caliente impulsaron una auténtica revolución en campos como la electrónica y la metalurgia.
La tecnología avanzaba a una velocidad escalofriante. La creación del primer transistor fue seguida por el primer brazo robótico a control remoto por Raymond Goertz, un proyecto de gran interés para la Comisión de la Energía Atómica de Estados Unidos. Corría 1951 y las carreras espacial y nuclear dieron el estímulo que esta nueva ciencia había necesitado para prosperar.
Sería diez años más tarde cuando Joseph Engelberger pondría la industria patas arriba con la instalación en 1961 del primer brazo robot comercial en una fábrica de General Motors. Fundador de la pionera Unimation, no tardaría en exportar su creación por todo el mundo, sentando las bases de la automatización de los procesos de producción.
La influencia de Engelberger es monumental, hasta el punto de que es considerado una de las personas clave en la reconstrucción industrial de Japón. El país del sol naciente no tardaría en desarrollar sus propios robots industriales, sentando las bases para la creación de una de las mayores potencias económicas y tecnológicas del mundo.
Los robots de Engelberger asombraban a los telespectadores con demostraciones de agilidad que nada tenían que ver con esas primeras atracciones de feria de siglos atrás. El mensaje se podía escuchar ya alto y claro: llegaría el día en que los robots formarían parte de nuestras vidas diarias. Tal vez incluso de nuestra sociedad.
Aproximadamente por entonces se recuperaron con un tono mucho más académico ideas como las tres leyes de la robótica postuladas por Isaac Asimov en 1942. Lo que hasta ahora había sido ciencia ficción comenzaba a ser un futuro casi palpable.
Series de dibujos animados como Los Supersónicos ya nos avanzaron esta algo dislocada concepción de lo que sería el siglo XXI. Aunque como buen producto de su era, la idea del robot de limpieza que tenían los guionistas de Hanna Barbera difería bastante de la nuestra.
Lo cierto es que cuesta trabajo no esbozar una sonrisa pensando en la ingenuidad de sus creadores, que veían plausible (o como mínimo vendible al público) la idea de una criada metálica del tamaño de un frigorífico armada con un plumero. Comparémosla con los robots de limpieza de última generación, como los DEEBOT de ECOVACS, que se pueden guardar en cualquier cajón. Y no te regañarán cuando llegues tarde a casa.
Los avances seguían produciéndose a toda velocidad. En 1965 Carnegie Mellon forma el Robotics Institute, y solo cuatro años después el japonés Ichiro Kato diseña el WAP-1, conocido por ser el primer robot bípedo de la historia.
Con el cambio de década se produce la segunda revolución de la robótica: llegan los primeros procesadores informáticos modernos. Órdenes de magnitud más potentes que los primeros sistemas analógicos y muchísimo más compactos, abrieron las puertas a conceptos como la inteligencia artificial y el control automatizado de sensores.
Westworld, Johnnny 5 y el futuro que nunca será
Estos progresos nos condujeron a una nueva etapa en la ciencia ficción. Obras de recuperada actualidad como Westworld vaticinaban un futuro próximo en el que robots indistinguibles de los humanos harían realidad todas nuestras fantasías, aunque sería La Guerra de las Galaxias la película que introduciría a las masas el concepto del robot como compañero de trabajo con sentimientos y conciencia. La ética robótica de la saga es algo que intentaremos pasar por alto.
Llegó un momento en que los robots estaban por todas partes. Incluso en películas que en un principio no tenían nada que ver con estos ingenios como Rocky IV. ¿Y qué podemos decir de creaciones como R.O.B.? Que Nintendo se atreviera a lanzar su propio modelo dice todo lo que hace falta saber sobre la obsesión de la cultura popular con estos aparatos.
Los años 80 también fueron un periodo de efervescencia para el desarrollo de la robótica. La carrera espacial, la exploración oceánica y la automatización industrial dieron lugar a productos tan singulares como el Aquarobot, una pionera creación obra del Ministerio de Transporte japonés diseñada para caminar sobre el lecho oceánico. Solo fue uno de los numerosísimos modelos diseñados durante una época donde ya empezaba a tomarse en serio la idea del robot no ya como herramienta de trabajo, sino como operario capaz de realizar labores demasiado peligrosas para un ser humano.
Uno de los casos más singulares de comunión entre ciencia y entretenimiento lo encontraríamos en la película Cortocircuito (1986), protagonizada por un robot asesino que tras sufrir una avería descubre el amor por la vida. Descartada la técnica del stop motion, la producción del filme atrapó la atención de no pocos ingenieros por requerir la construcción de varios robots reales controlados por un actor real utilizando un novedoso traje telemétrico.
Su diseño corrió a cargo del legendario Syd Mead, que poco antes también dejó su sello en la producción de otra obra maestra íntimamente relacionada con la vertiente más biológica de esta ciencia: Blade Runner.
Cortocircuito fue posiblemente una de las películas más optimistas de todas las protagonizadas por los robots durante los años 80. El militarismo que imperaba durante esa década y un Detroit que ya amenazaba con tornarse distópico dejaron para el recuerdo obras tan oscuras y en algunos casos visionarias como Terminator y Robocop, sobre las que posiblemente ya no hace falta hablar.
Esta explosión continuaría en los años 90 de la mano de IBM y su icónica supercomputadora Deep Blue, aunque no sería hasta 1999 cuando una firma poco conocida llamada Probotics presentó el Cye, posiblemente el primer robot de limpieza.
Olvidado a día de hoy, Cye era capaz de llevar platos, entregar cartas y pasar la aspiradora. Aunque en estamos hablando de una aspiradora a la antigua usanza, grande, ruidosa y con una autonomía digna de su época. Nada que ver con productos contemporáneos como el DEEBOT OZMO 930, dotado con una panoplia de sofisticados sensores que le permiten mapear todas las estancias del hogar para limpiar hasta el último rincón y ajustar su potencia de aspirado en función de la superficie para ahorrar batería.
No es ciencia ficción: los robots ya forman parte de nuestras vidas
Hoy por hoy los robots han dejado de ser simples operarios fabriles y protagonistas de novelas de ciencia ficción. Creaciones como el Aibo demostraron que el concepto de la robomascota era factible, mientras que firmas como Boston Dynamics aventuran un futuro poblado por perturbadores ingenios mecánicos capaces de transportar grandes cargas en zonas de desastre y campos de batalla.
Mientras tanto, en el calor del hogar, ECOVACS apuesta con fuerza por la idea del robot domótico como el compañero de piso más limpio y recogido que jamás encontrarás. Esta firma china introdujo su primer robot de limpieza en 2007 tras una década de experiencia como fabricante de aspiradoras, alcanzando el éxito rápidamente. En solo unos pocos años logró capturar más de la mitad del mercado nacional, siendo hoy por hoy una de las firmas más punteras en este tipo de dispositivos.
Los últimos avances en robótica doméstica permiten a la gama OZMO de ECOVACS aspirar el suelo mientras pasa una mopa húmeda, o en el caso del OZMO 930, mapear el hogar mediante láser
Los sofisticados robots de limpieza DEEBOT OZMO 610 y DEEBOT OZMO 930 de ECOVACS nos recuerdan que conceptos que hace apenas unos años parecían cosa de ciencia ficción son ahora una realidad palpable, tal es el caso de la localización autónoma. Sus equipos cuentan con sistemas de guía basados en sensores para evitar muebles y escalones, pero además pueden ser controlados directamente con la app oficial de ECOVACS para poder guiarlos manualmente desde el teléfono móvil.
Mención aparte merece la tecnología OZMO, y es que estos robots no solo saben aspirar el suelo: también son capaces de pasar una mopa húmeda para limpiar manchas y roces. Más aún, los sensores del DEEBOT OZMO 930 permiten detectar la presencia de alfombras y moquetas cuando se acercan a este tipo de superficies, regulando automáticamente el uso de su depósito de agua para no dejarlas empapadas. El DEEBOT OZMO 610, por su parte, refuerza su capacidad de limpieza con un modo sistemático gracias al cual vuelve sobre sus pasos durante el recorrido de vuelta, dando así dos pasadas al suelo para lograr el mejor resultado.
Actualmente ECOVACS está diversificando sus esfuerzos para cubrir además otras labores domésticas bien alejadas del suelo. Un buen ejemplo lo podemos encontrar en el recién presentado robot limpiaventanas WINBOT X totalmente inalámbrico, para llegar a cristales donde no alcanzan nuestros brazos. Y los avances continúan. Tantos y tan rápidamente que resultaría imprudente hacer previsiones concretas para la próxima década. Después de todo, si algo hemos aprendido del cine y la literatura es que no conviene apostar en contra de los robots.
Imágenes | Plutor, Wikipedia (1, 2, 3), The Skiffy and Fanty Show, Hanna Barbera, Department of Energy, Robot News, IEE Spectrum, MGM