El consenso de los economistas dice que la llegada masiva a las empresas de la automatización y la inteligencia artificial no va a suponer una hecatombe para el empleo, pero sí va a cambiar los perfiles que buscan las compañías, y, sobre todo, las capacidades más valoradas.
En otras palabras, el mundo laboral va a bascular de las llamadas hard skills, habilidades duras predominantes prácticamente desde el Neolítico y basadas en la destreza y rapidez de las personas para mover sus manos, orientarse y coordinarse, a las soft skills, donde la empatía, la sociabilidad o la capacidad para aprender son puntos a favor del candidato. Es un giro copernicano que ya empiezan a asumir los departamentos de recursos humanos y las empresas de colocación.
Las habilidades blandas, muy vinculadas siempre a la comunicación, el trabajo en equipo y la inteligencia emocional, están en el punto de mira de las empresas
En su libro ‘El empleo del futuro’, el profesor de economía Manuel Hidalgo señala que los valores más apreciados en esta década, de acuerdo con las estadísticas oficiales del Gobierno de los EEUU en materia laboral, serán la originalidad, la fluidez de ideas, el razonamiento deductivo, la expresión escrita y oral o la sensibilidad a los problemas. Las denominadas habilidades blandas, muy vinculadas siempre a la comunicación, el trabajo en equipo y la inteligencia emocional, ya están en el punto de mira de las empresas en la primera economía del mundo.
Para ser competitivas en un mundo que cada vez se mueve más rápido, las compañías buscarán más a personas con la habilidad para adaptarse precisamente al cambio y la capacidad para resolver problemas, pero no tanto los actuales, sino los que se darán en el futuro. Deberán anteponer esos perfiles al de aquellos con conocimientos profundos y contrastados sobre una materia, pero que se muestran más conservadores y menos resolutivos.
Por todo ello, en Randstad Technologies, empresa del Grupo Randstad especializada en outsourcing tecnológico y reclutamiento de talento TI, son muy minuciosos a la hora de identificar capacidades y habilidades. “Contamos con mucha experiencia y herramientas que nos ayudan a identificar las soft skills en las personas. Por un lado, tenemos un diccionario de competencias muy completo donde definimos claramente lo que necesita cada rol y lo asociamos a los atributos demandados para el puesto de trabajo. Y, por otro lado, a través de nuestra plataforma digital, y con la ayuda de inteligencia artificial y patrones muy completos, conseguimos identificar y medir aquellas habilidades necesarias para el puesto”, asegura Jorge González, director de Randstad Technologies.
Una lista más o menos larga de habilidades
Hay estudios y trabajos que en los últimos años han intentado desgranar las soft skills más interesantes para el mercado laboral de estos comienzos del siglo XXI. Hay quien el listado lo extiende hasta casi una veintena de habilidades, mientras que otros lo dejan en seis o siete puntos. Casi siempre se habla de habilidades comunicativas; de la capacidad de resiliencia y gestión del cambio, para adaptarse a situaciones adversas; de las ganas de aprender en cualquier momento; de la creatividad para ver más allá de lo que hay enfrente; de la capacidad de autocrítica; y, sobre todo, de las ganas de trabajar en equipo, colaborar y entender los puntos de vista de los demás.
Algunos creen que estudiar filosofía (con la capacidad de autocrítica que eso aporta) será pronto más interesante que hacerse una ingeniería en informática
Compañías como Google, de cuyos procesos de selección tanto se ha escrito, no quieren al candidato más cualificado técnicamente para cubrir sus vacantes, sino al que muestra más capacidad para asimilar su cultura corporativa, trabajar en equipo y responder a las circunstancias cambiantes del negocio. Además de las capacidades cognitivas y de las aptitudes para el puesto, Google busca eso que a nivel interno llaman “googliness”. Una capacidad que está más en el aire que se respira que en el currículum, pero que es igualmente crucial.
En este sentido, el inversor estadounidense Mark Cuban, propietario también del equipo profesional de baloncesto Dallas Mavericks, ha ido más allá y ha llegado a decir que estudiar filosofía (con la capacidad de autocrítica que eso aporta) será pronto más interesante que hacerse una ingeniería en informática.
Cuban cree, como muchos otros, que en un mundo dominado por la inteligencia artificial y la automatización, las máquinas van a sacar adelante no sólo buena parte del trabajo de empleados de cuello azul (blue collar), sino también del que realizan los profesionales de cuello blanco (white collar). Y por eso tener un título universitario de letras (o lo que en Estados Unidos llaman liberal arts) tendrá más valor que uno en programación.
Profesionales empáticos y resilientes para las TI
Las soft skills, tradicionalmente secundarias a la hora de dar con el mejor candidato a un puesto de tecnologías de la información, empiezan a ganar protagonismo también en este mundo de la tecnología, tan ingenieril y tan lleno de números, líneas de código, protocolos de comunicación y reglas lógicas. Y tan alejado, en principio, de valores como la empatía, el trabajo en equipo o la resiliencia. Las habilidades blandas pueden marcar la verdadera diferencia entre un candidato “normal” y uno “ideal” o “excepcional” en un mundo TI donde el talento escasea especialmente.
Al fin y al cabo, de poco servirá a una compañía contar con un profesional competente y formado en un amplio repertorio de lenguajes de programación, por ejemplo, si es incapaz de trabajar en equipo o interactuar con el cliente, o no tiene interés por seguirse formando, entra en pánico ante un cambio repentino de planes, se trastabilla a la hora de hablar en público o es impermeable a la cultura y los valores de la empresa que lo contrata.
Las ‘soft skills’ son fundamentales a la hora de dar con los mejores consultores de TI, un perfil profesional de alguien que siempre tiene que estar a la escucha
Las habilidades blandas que priman la empatía, el diálogo y la colaboración son claves en la elección de profesionales para ámbitos aparentemente tan fríos como el análisis de datos (data science), donde el trabajo en equipo y la puesta en común de soluciones es decisivo. O para dar con aquellos profesionales que tienen que hacer más eficientes a las empresas con la automatización de pequeñas tareas (software RPA), donde las labores de programación tienen que estar muy en línea con las demandas presentes y futuras de las compañías.
También esas soft skills son fundamentales a la hora de dar con los mejores consultores de TI, un perfil profesional de alguien que siempre tiene que estar a la escucha, para entender mejor que nadie las necesidades de las empresas a las que da soporte, y hacer de puente entre los proveedores de tecnología y los usuarios finales.
No conviene olvidar que una compañía que externaliza un servicio de TI y sus preciados datos corporativos lo primero que necesita al otro lado de la línea son profesionales empáticos y cercanos, y que se adapten a sus demandas, precisamente para tener la certeza de que su información está en las mejores manos y dormir tranquila.
¿Qué nivel de ‘soft skills’ tienen los profesionales españoles?
El profesional tecnológico español destaca por encima del de otros países en creatividad, flexibilidad (entendida como capacidad para trabajar con calidad en entornos poco regulados) y en compañerismo
Jorge González, director de Randstad Technologies, abunda en que las soft skills más valoradas cambian en función del perfil tecnológico. Y da ejemplos: “Cuando contratamos a un ingeniero para nuestro Competence Center en Automatización de Procesos y Robotización, buscamos que tenga minuciosidad, que tenga capacidad de escucha y que tenga capacidad de comunicarse con interlocutores no técnicos. Por el contrario, cuando encontramos un data developer, buscamos otras cualidades, como capacidad de integración, capacidad para trabajar con equipos multiculturales y capacidad de adaptación rápida”. Eso sí, en Randstad identifican al mismo tiempo “competencias transversales”, como la comunicación, el trabajo en equipo, y la capacidad de aprendizaje. “Estas tres últimas son vitales para cualquier profesional que trabaje en Randstad Technologies”, asegura González.
El experto termina diciendo que en España el talento tecnológico atesora en general muchas virtudes. “El profesional tecnológico en este país destaca por encima del de otros países en creatividad, flexibilidad (entendida como capacidad para trabajar con calidad en entornos poco regulados) y también, por qué no decirlo, en compañerismo”. Y, como punto de mejora, está “la falta de habilidades orientadas a la venta de nuestro trabajo”. Aquí carecemos de “capacidad de persuasión y orientación al resultado económico”.
Imágenes: Shutterstock/Jirsak/YAKOBCHUK VIACHESLAV/3rdtimeluckystudio/Andrey_Popov
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