Los convertibles son probablemente los ordenadores que exigen un mayor esfuerzo a los fabricantes durante la fase de diseño. Y es que a la necesidad de contar con un sistema de refrigeración eficiente que ocupe el mínimo espacio posible, como cualquier otro equipo portátil, unen la obligatoriedad de incorporar una solución que les permita pasar del modo convencional, que es aquel en el que se comportan como un portátil tradicional, al modo tableta. Y hacer esto realmente bien no es sencillo.
La trayectoria de Lenovo en el segmento de los convertibles y las tabletas es bastante larga. De hecho, por nuestro laboratorio han pasado varias propuestas de esta marca durante los últimos años, como el Yoga 900, que es uno de los precursores del convertible al que dedicamos este análisis. Lo más llamativo de los últimos equipos de este fabricante desde el punto de vista del diseño es, sin duda, su ingeniosa bisagra, que permite pasar de un modo a otro con mucha facilidad y sin mermar la integridad estructural del convertible. El Yoga 920 que nos ocupa tiene esta característica, pero no es la única razón por la que es un producto interesante. Veamos qué nos ofrece con detalle.
Lenovo Yoga 920: especificaciones técnicas
Si dejamos a un lado la bisagra de la que, merecidamente, os he hablado en las primeras líneas de este análisis y nos ceñimos de forma estricta a sus especificaciones, sin duda el componente más llamativo es su pantalla. Las cuatro versiones del Yoga 920 que nos propone Lenovo incorporan paneles LCD IPS de 13,9 pulgadas, pero dos de ellas recurren a dispositivos con resolución Full HD, y las otras dos a paneles 4K UHD. El equipo que hemos analizado es el más económico de los dos modelos con resolución 4K UHD porque incorpora un microprocesador Intel Core i5-8250U en vez del Intel Core i7-8550U con el que cuenta la versión del Yoga 920 más ambiciosa.
Por lo demás, como podéis ver en la tabla que tenéis debajo de estas líneas, las especificaciones de este equipo son coherentes con lo que cabe esperar de un ultraligero o un convertible hoy en día. Y es que sus 8 GB DDR4 de memoria principal, su lógica gráfica Intel UHD Graphics 620 y su unidad de estado sólido de 256 GB deberían ser suficientes para la mayor parte de los usuarios interesados en un equipo de este tipo.
Más adelante, en el apartado que dedicamos a las pruebas de rendimiento, comprobaremos si estos componentes rinden como es debido y realmente nos ofrecen una productividad a la altura de las circunstancias. Hasta entonces, les daremos un voto de confianza. Aquí tenéis las especificaciones de este equipo con todo detalle:
Lenovo Yoga 920 | |
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Pantalla | 4K UHD LCD IPS de 13,9 pulgadas multitáctil de 10 puntos |
Resolución | 3.840 x 2.160 píxeles |
Procesador | Intel Core i5-8250U a 1,6 GHz (hasta 3,4 GHz, 14 nm, 4 núcleos / 8 hilos y 6 MB caché L3) |
Gráficos | Intel UHD Graphics 620 (Kaby Lake) 1 GB |
RAM | 8 GB DDR4 2.400 MHz |
SSD | Samsung 256 GB NVMe M.2 |
Sonido | Dos altavoces JBL con sonido Dolby Atmos |
Versión S.O. | Windows 10 Home |
Conectividad | WiFi 802.11ac Dual Band / Bluetooth 4.1 2 x USB-C (Thunderbolt, PD, DP, USB y USB 3.1 con función completa) 1 x USB 3.0 con carga siempre activa / 1 x jack auriculares |
Dimensiones | 323 x 223,5 x 13,95 mm |
Peso | 1,37 kg |
Batería | Polímeros de litio 70 vatios |
Precio | 1.699 euros (versión analizada) |
Diseño y acabado: la bisagra, el corazón de este convertible
He comenzado el análisis hablándoos de la bisagra de este equipo por una razón de peso: es uno de los elementos más difíciles de diseñar, y, a la par, más importantes de un convertible. Hay muchas formas de implementar este componente, y, hasta la fecha, la opción por la que se han decantado los ingenieros de Lenovo me parece una de las que ofrece una experiencia más satisfactoria. Me gusta por dos razones. La primera consiste en que permite pasar del modo portátil tradicional al modo tableta de una manera muy sencilla y rápida, algo que no es tan frecuente como debería ser. Y la segunda consiste en que su gran solidez permite manipularla sin reducir, como os adelanté al principio del análisis, la integridad estructural del equipo.
Pero aún hay más. Es bastante sorprendente, pero la forma en que ha sido diseñada la bisagra también facilita la evacuación del aire caliente del interior del equipo. De hecho, las tomas de ventilación del chasis están alojadas junto a la propia bisagra. De esta forma, al desplegar la pantalla las salidas de aire se liberan y se inicia el circuito de refrigeración que debe evitar que tanto la CPU como la lógica gráfica alcancen su umbral máximo de temperatura. Un poco más adelante comprobaremos si cumple su cometido con eficacia. Un último apunte en lo que concierne a la bisagra: en su interior también residen las antenas WiFi.
Por otro lado, el chasis del equipo es íntegramente de aluminio, un material de una gran rigidez estructural y resistencia al desgaste empleado también por otros fabricantes en sus equipos de gama alta, lo que nos recuerda cuál es el segmento en el que pretende competir Lenovo con este convertible. Su mecanizado mediante CNC (máquina de corte por control numérico) es impecable, por lo que en lo que concierne al acabado no puedo ponerle ninguna pega. Incluso su grosor se ha reducido ligeramente si lo comparamos con el de su antecesor, el Yoga 910, pasando de 14,30 a 13,95 mm.
Como podéis ver en la siguiente imagen, los marcos superior y verticales de la pantalla son realmente finos. De hecho, tienen un grosor de solo 5 mm, lo que está muy bien porque permiten aprovechar con eficacia el espacio disponible para el panel. Sin embargo, el marco inferior es mucho más ancho, algo que llama la atención al compararlo, inevitablemente, con los otros tres marcos. No molesta, pero desde un punto de vista estético empobrece el resultado final.
Experiencia de uso
Para analizar la calidad del panel LCD IPS con resolución 4K UHD por el que se ha decantado Lenovo, que, por cierto, ha sido fabricado por LG, recurrí a las dos herramientas que suelo utilizar: Nokia Test y Display Mate. Su calidad global es muy alta. La densidad de sus negros, su nivel de detalle en zonas oscuras y su riqueza cromática recuerdan, sin llegar a ese nivel, a los que nos ofrecen los paneles OLED, lo que espero que os dé una idea de lo bien que luce esta pantalla al utilizarla para reproducir fotografías o vídeos de alta calidad. Además, es un panel realmente luminoso, lo que permite utilizarlo en espacios con mucha luz ambiental sin apenas vernos obligados a forzar nuestros ojos.
El lápiz digital Active Pen 2 que Lenovo incluye junto a este convertible tiene 4.096 niveles de sensibilidad y un tacto muy agradable que gustará a la mayor parte de sus potenciales usuarios
Por otro lado, Lenovo incluye junto a este convertible un lápiz digital Active Pen 2 con 4.096 niveles de sensibilidad. Este componente ofrece una experiencia de uso satisfactoria porque es bastante preciso, lo que recuerda en cierto modo las sensaciones que transmite una buena tableta digitalizadora. Aun así, en mi opinión es un poco más grueso de lo deseable, aunque reconozco que esta es una percepción personal y es posible que a otros usuarios les parezca que tiene el grosor adecuado.
El teclado, que es de tipo chiclet, tiene buena calidad. Las teclas apenas adolecen de oscilación transversal, por lo que, una vez que te acostumbras a él, puedes utilizarlo durante horas sin sentir fatiga ni molestias en las muñecas. Y el touchpad, por su parte, es amplio y tiene una sensibilidad elevada, por lo que también ofrece una experiencia de uso satisfactoria. No tengo nada que objetar a estos dos componentes.
En el extremo derecho del convertible, justo debajo del teclado, Lenovo ha integrado un lector de huellas dactilares que podemos utilizar, por ejemplo, para iniciar sesión en Windows. Me parece una buena idea contar con este recurso en un equipo que posiblemente muchos usuarios van a utilizar en un entorno estrictamente profesional. En un escenario de uso doméstico puede resultar prescindible, pero en un espacio profesional este elemento ofrece ese plus de seguridad que siempre es bienvenido.
En lo que concierne a la conectividad, dado el poco espacio disponible en los estilizados perfiles del chasis, Lenovo ha ido «al grano». En el lateral izquierdo del equipo residen dos puertos USB de tipo C que habilitan la transferencia de datos y energía a través de los protocolos Thunderbolt, Power Delivery, Display Port y USB 3.1 con función completa. Y es que, sin duda, la enorme versatilidad de estos conectores aconseja recurrir a ellos cuando el espacio disponible limita la cantidad de puertos con los que podemos contar. En el lateral derecho del convertible reside un puerto USB 3.0 adicional con carga siempre activa.
No puedo concluir este apartado sin hablaros de una cualidad de este equipo que tiene un impacto directo en nuestra experiencia como usuarios: su autonomía. Y es que durante nuestras pruebas ha arrojado un tiempo entre cargas aproximado de 8 horas utilizándolo en un escenario ofimático y de creación de contenidos. Eso sí, ha estado permanentemente conectado mediante WiFi.
Esta autonomía permite usarlo durante toda una jornada de trabajo sin necesidad de cargar su batería, lo que está realmente bien. Y, como sabéis, el equipo que hemos probado es uno de los modelos que incorpora un panel con resolución 4K UHD. Es muy probable que la autonomía de las dos versiones del Yoga 920 que incorporan un panel Full HD sea superior a la de los modelos 4K UHD, algo que merece la pena tener en cuenta en aquellos escenarios de uso en los que este parámetro es crucial.
Nuestro banco de pruebas
Como os expliqué en los primeros párrafos del análisis, dos de las cuatro versiones del Yoga 920 incorporan un microprocesador Intel Core i5-8250U, y las otras dos un Intel Core i7-8550U. El modelo que hemos probado cuenta con el primero de estos chips, por lo que su rendimiento debería ser algo inferior al ofrecido por las versiones que tienen el Core i7. Aun así, su rendimiento no está pero que nada mal.
Empecemos por PCMark 10. En esta prueba sintética este convertible ha arrojado un rendimiento sensiblemente superior al de un PC para ofimática convencional, y, lógicamente, inferior al de un equipo para juegos. Es lo que cabía esperar, así que hasta aquí todo en orden.
En el escenario Home Conventional de PCMark 8 el Yoga 920 prácticamente ha igualado el rendimiento del Yoga 900, que, como podéis ver en la siguiente gráfica, «calza» un microprocesador Intel Core i7-6500U. Esta prueba, precisamente, nos permite intuir cómo rinde este equipo cuando es utilizado para ejecutar aplicaciones ofimáticas y de tipo multimedia. Y en este escenario de uso este convertible se siente cómodo, de eso no cabe duda si examinamos sus números en este test.
Su rendimiento en el escenario de creación de contenidos de PCMark 8 también es consistente, aunque en esta ocasión el Yoga 920 se ha distanciado un poco más del Yoga 900. Aun así, no es nada grave en absoluto porque sus números siguen siendo buenos. De hecho, se codea de tú a tú con el XPS 13 de Dell, una máquina también muy capaz que nos dejó un buen sabor de boca cuando tuvimos la oportunidad de analizarla.
Pasamos ahora a 3DMark para poner a prueba el rendimiento gráfico de este convertible. En el escenario Cloud Gate, como podéis ver en la siguiente gráfica, el Yoga 920 ha arrasado. Y es que ha superado con bastante autoridad a equipos como el Alienware 14, el Yoga 900 o el XPS 13 de Dell. Y es que, aunque estas no son máquinas concebidas específicamente para jugar (la única que sí lo está es la propuesta de Alienware), tienen la potencia suficiente para permitirnos hacerlo siempre y cuando los títulos a los que juguemos no sean excesivamente exigentes, y nuestra ambición sea comedida. Para jugar ocasionalmente puede ser suficiente, aunque no a resolución 4K UHD.
En el test sintético Ice Storm de 3DMark el resultado que ha arrojado el Yoga 920 es similar al de la prueba anterior. En este escenario ha sido superado ligeramente por el Yoga 900, pero, aun así, su rendimiento está a la altura de lo esperado y en consonancia con lo que debemos exigir a un equipo de este tipo, que no está concebido específicamente para ejecutar videojuegos muy ambiciosos.
Pasamos ahora a evaluar el rendimiento de la unidad SSD de Samsung por la que se han decantado los ingenieros de Lenovo en este equipo. Las velocidades de lectura y escritura secuenciales que ha arrojado en CrystalDiskMark son impactantes y superan con holgura mis expectativas, honestamente. Bien por este Yoga 920 en este escenario de prueba. Aquí os dejo la captura que detalla cómo rinde su subsistema de almacenamiento secundario:
La CPU de este equipo trabaja a una temperatura de unos 35 grados centígrados cuando se la somete a un estrés moderado, por ejemplo, al utilizar aplicaciones de ofimática o multimedia. Bajo estrés intenso esta temperatura se incrementa hasta alcanzar los 53 grados centígrados, pero ni siquiera en este caso se acerca a su umbral máximo, lo que revela que el sistema de refrigeración que ha puesto a punto Lenovo cumple su cometido correctamente.
Y, en lo que concierne al ruido, nuestro sonómetro Velleman DVM805 midió 39 dB en condiciones normales de trabajo, y picos de 46,8 dB bajo estrés gráfico, dos valores muy razonables que revelan que el ruido, incluso en el peor de los casos, no resulta excesivamente molesto.
Lenovo Yoga 920: la opinión y nota de Xataka
Los equipos de la familia Yoga de Lenovo que hemos tenido la oportunidad de analizar hasta la fecha nos han dejado un «sabor de boca» positivo porque aúnan un diseño cuidado y una configuración, cuando menos, capaz en el escenario de uso para el que están concebidos. Y este Yoga 920 no es una excepción. Como podéis ver en las fotografías que ilustran el análisis, su diseño y su acabado están muy cuidados, pero, sin lugar a dudas, yo me quedo con la robustez de la bisagra que permite pasar del modo portátil al modo tablet, y viceversa, y también con la gran calidad de imagen global de su panel LCD IPS 4K UHD.
Su conectividad está bien resuelta a pesar de las limitaciones de espacio que conlleva un equipo con un perfil tan estilizado, y su rendimiento, aunque hemos probado el modelo con el procesador más «humilde», está a la altura. Eso sí, el ámbito en el que destaca es en materia de autonomía. Y es que nos ha demostrado que puede ser utilizado durante toda una jornada de trabajo de 8 horas sin necesidad de que nos veamos obligados a cargar la batería. Y esta es una ventaja que en un equipo con vocación profesional puede marcar la diferencia.
¿Qué es lo que Lenovo puede mejorar en las siguientes revisiones de este convertible de la familia Yoga? Por un lado, como he mencionado cuando os he hablado de su diseño, el marco inferior de la pantalla sigue siendo excesivo, lo que afea ligeramente una estética que de otro modo sería intachable. Además, los 256 GB de su unidad SSD me parecen escasos dado que tiene vocación profesional. De hecho, en mi opinión, el punto de partida en un equipo de este tipo deberían ser 512 GB.
Y, por último, aunque es una carencia que tienen casi todos los convertibles, por el momento, sus dimensiones y su peso no facilitan su uso en modo tablet, especialmente cuando nos vemos obligados a sostenerlo a pulso durante muchos minutos. Aun así, desde una perspectiva global es un convertible bien pensado y atractivo, por lo que merece la pena tenerlo en cuenta si encaja en nuestro presupuesto y aspiramos a hacernos con un ordenador de esta categoría.
8,6
A favor
- La autonomía de este equipo da para toda una jornada de trabajo
- Su pantalla tiene una calidad global muy alta
- La robustez de la bisagra es indudable
En contra
- Su peso y tamaño no facilitan su uso como tablet
- El marco inferior de la pantalla es demasiado ancho
- La capacidad de su unidad SSD puede resultar escasa dada su vocación profesional
El ordenador ha sido cedido para la prueba por parte de Lenovo. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas
Más información | Lenovo
En Xataka | Lenovo Yoga 910: convertible de grosor mínimo, pantalla 4K y una batería para 15 horas
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