He perdido la cuenta de equipos que he montado desde que descubrí cómo prefería tener mis PC
Tuve mi primer PC a principios de los 90, aunque ese no fue mi primer ordenador. Mi primer contacto con la informática personal llegó gracias al Spectrum con 48 KB de memoria principal (el primer modelo con teclas de plástico y no de goma) que mis padres me regalaron por mi cumpleaños en 1985. Qué buenísimos recuerdos tengo de aquel pequeño y modesto ordenador. Y también del siguiente, un Atari ST 520 FM.
Después llegó el PC. Lo compré en una pequeña tienda de informática del centro de Madrid. Era uno de aquellos equipos clónicos que tanto proliferaron durante la década de los 90, y lo compré montado. Tenía un procesador 80486 DX2 a 66 MHz de Intel y 4 MB de RAM. En aquel momento configurar y montar un PC desde cero quedaba fuera de mi alcance, pero poco después de comprarlo decidí hacerme con una tarjeta de sonido Sound Blaster 16 de Creative.
A pesar de mi inexperiencia, instalarla en el interior de mi PC no parecía difícil, así que me armé de valor para abrirlo. Todo fue bien. Sin embargo, lo realmente importante para mí no fue haber instalado correctamente aquella tarjeta de sonido; por el camino descubrí que la arquitectura de un PC no era tan compleja como imaginaba, así que enseguida decidí dar otro paso hacia delante y amplié su memoria principal. Ya no había vuelta atrás.
Diseñar y montar tu propio PC a la medida tiene (para mí) muchas ventajas
Aquel fue el primer y el último PC que compré montado. Dos años después había aprendido lo suficiente para atreverme a configurar y montar yo mismo mi siguiente ordenador, así que me puse con ello, y llegó mi primer descubrimiento: no era nada engorroso. Todo lo contrario. Disfruté muchísimo eligiendo cada pieza, montándolo e instalando el sistema operativo y todo el software desde cero. Y, por el camino, aprendí mucho. A pesar de que desde entonces han pasado ya casi tres décadas, esto no ha cambiado. Sigo disfrutando mucho todo este proceso.
Honestamente, he perdido la cuenta de la cantidad de equipos que he montado desde entonces. Muchos de ellos fueron para mí, pero también he montado algunos para familiares y amigos, y durante varios meses trabajé montándolos en una pequeña tienda de informática para pagarme los estudios. Más allá de lo placentera que me parece esta experiencia desde que eliges los componentes hasta que afinas hasta el último detalle de la BIOS y el sistema operativo, creo que montar a la medida tu propio PC tiene varias ventajas frente a comprar un equipo previamente montado, especialmente si es de marca.
La más evidente es que te ofrece la oportunidad de elegir cada pieza. Cada componente. Creo que merece la pena indagar para encontrar la marca y el modelo que mejor encajan con las prestaciones que aspiramos a alcanzar y el presupuesto que tenemos. Además, conocerlo al dedillo nos permite reaccionar con agilidad si surge algún problema. Cuando configuras y pones a punto tu propio PC puedes identificar con relativa facilidad el origen de un fallo, y ese es el primer paso necesario para resolverlo con éxito.
Por otro lado, como es evidente, esta opción pone en nuestras manos la oportunidad de adaptar su hardware con mucha precisión a nuestras necesidades. Y también a nuestro presupuesto. De hecho, si somos cuidadosos también podemos ahorrar algo de dinero si comparamos su coste con el precio que tiene un PC montado con una configuración similar. Para mí estas ventajas marcan la diferencia.
Por supuesto, hay equipos montados de muy buena calidad que nos permiten ahorrarnos el tiempo y el esfuerzo que es necesario invertir en la puesta a punto de un PC desde cero. Para muchas personas este es el camino a seguir, y es una opción absolutamente válida y respetable. Pero no es la mía. Yo seguiré montando mi propio PC a la medida de mis necesidades y presupuesto, como he hecho desde mediados de los 90.
Imagen | Roberto Nickson
En Xataka | Estos espectaculares ordenadores nos demuestran qué podemos conseguir con la personalización extrema
*Una versión anterior de este artículo se publicó en febrero de 2023
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