Las máquinas de fax eran dispositivos extremadamente útiles y recurrentes en las oficinas de las décadas de 1980 y 1990. Estos aprovechaban las capacidades de transmisión de datos de las líneas telefónicas para enviar y recibir documentos entre largas distancias.
Una de las grandes ventajas de las máquinas de fax era su velocidad. Si bien no enviaban documentos al instante, cada página tardaba aproximadamente tres minutos en ser transmitida y llegar al destinatario. Ciertamente, se trataba de una ventaja frente al correo postal.
La máquinas de fax, antes y ahora
Estamos hablando de faxes y envío de documentos por correo postal, por lo que puede que te preguntes qué papel jugaba el correo electrónico en aquel escenario. Si bien este surgió en 1971, no fue hasta 1988 que empezó a desplegarse en el terreno profesional.
Pero tuvimos que esperar casi una década más para la llegada del popular Hotmail, que nació en 1996. Años más tarde, en 2004, presenciamos el lanzamiento de Gmail. El correo electrónico llegó como la posibilidad de enviar documentos de manera segura al instante.
Con todas las décadas a sus espaldas que tiene el servicio de email, sería lógico pensar que este ha reemplazado completamente al envío de faxes. Sí, lo ha hecho, pero en parte. Estamos en 2023 y las máquinas de fax siguen siendo elementales en muchos escenarios.
Este sistema, según recoge The Washington Post, sigue muy vivo en Estados Unidos, Japón y Alemania. Las razones para su supervivencia en tiempos en los que las máquinas que le dan vida se han convertido en sinónimos de tecnología obsoleta son bastantes.
Una de la razones por las que el fax sigue vivo es porque este sistema se ha ido actualizando. Para “enviar un fax” ya no es necesario contar con aquellos dispositivos vetustos del pasado, sino que es posible utilizar aplicaciones en línea que sirven para enviar documentos digitales.
También han entrado en escena las nuevas impresoras multifunción, que tienen capacidades de imprimir, escanear y, por supuesto, enviar faxes. Algunas se utilizan las líneas telefónica y otras, directamente, aprovechan los servicios online para transmitir los documentos.
Ahora bien, estas posibilidades son estupendas, pero, ¿por qué aferrarse a utilizar esta tecnología? Aquí vamos con más motivos. Una de ellas tiene que ver con la legalidad de los documentos. En Estados Unidos, por ejemplo, las firmas envidas por fax se aceptaron a finales de la década de 1980.
Por su parte, la firma electrónica ha sido rechazada durante mucho tiempo en muchas agencias federales estadounidenses. Actualmente, la firma electrónica es una realidad en la Unión Europea e incluso en Estados Unidos, pero muchos han decidido seguir utilizando máquinas de fax.
El sector de la salud también tiene un papel importante en la supervivencia del fax. Como sabemos, esta industria genera una enorme cantidad documentos que deben viajar regularmente entre médicos, proveedores y pacientes. Ahora bien, los diferentes actores de este ecosistema, según explica The New Yorker, utilizan sistemas que muchas veces no con compatibles entre sí.
¿La solución? El envío de faxes. Y esto, para los actores de la salud, representa un beneficio doble. Por un lado, no deben lidiar con las incompatibilidades de ciertas plataformas de software. Por otro, al menos en el caso de Estados Unidos, cumplen con la legislación que protege el envío y la seguridad de ciertos documentos.
El fax no es tan seguro como parece
Pero una cosa es lo que pueda llegar a decir la legislación y otra la realidad. Como señala CheckPoint, muchos de los usuarios del servicio de fax tradicional están convencidos de que se trata de una vía de comunicación segura, sin embargo, están equivocados.
El fax no es más seguro que el correo electrónico e incorrectamente se ha impulsado la idea de que “es más difícil interceptar un fax que en un mail”. Esta tecnología presenta una gran cantidad de vulnerabilidades que podrían ser explotada por ciberdelincuentes para acceder a información confidencial.
Las claves del mencionado punto, según los investigadores, son bastante claras. Una de ellas es que los protocolos que utiliza este sistema no han cambiado en más de dos décadas. La otra es que los datos se transmiten sin protecciones criptográficas. Es decir, el mensaje podría ser visible en caso de ser interceptado.
CheckPoint explica los peligros del fax con un ejemplo bastante alarmante. Dicen que, si un ciberdelincuente quiere infiltrarse en la red de un banco, este podría tomar el número de fax de la entidad y enviar un fax malicioso. Si la impresora, además de a la línea telefónica, está conectada a la red interna del banco, el atacante podría acceder a ella.
El atacante también podría incrustar un exploit adicional en el fax malicioso. De esta forma, una vez finalizada la primera parte del ataque, podría tomar el control de la impresora multifunción para ejecutar otros tipos de ataques contra la red interna de la entidad.
Como podemos ver, por diferentes motivos, tendemos a utilizar sistemas que se han quedado en el tiempo. La máquina de fax, y sus problemas de seguridad, es solo un ejemplo. Algo similar nos sucede con el añejo Internet Explorer, que sigue siendo esencial en muchos casos, y versiones sin soporte de Windows, como Windows 7 y Windows 8.
Imágenes: OpenClipart-Vectors | Andrej Lišakov | Pittigrilli
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