Mi abuela no tiene móvil. Así que he creado un dispositivo remoto para imprimirle fotos desde Telegram

Guido García lleva dos Navidades sin ver a su abuela por culpa de la pandemia. Él vive en Valladolid y ella en Basauri (Vizcaya), y antes de la Covid-19 siempre se reunían para celebrar las fiestas con el resto de la familia. Además, la comunicación entre ellos es complicada, porque ella no quiere ni oír hablar de móviles, internet o cualquier otro dispositivo electrónico. Por eso, su nieto, que es ingeniero en telecomunicaciones, ha ideado un dispositivo para poder enviarle de forma sencilla y económica fotos a través de Telegram y que le lleguen en papel.

“Estas Navidades hice un cacharro para enviar fotos a mi abuela, que no tiene móvil ni internet. Los requisitos eran dedicar poco tiempo (menos de 20 horas) + que pudiese enchufarlo y listo + sin mantenimiento”, explica el propio Guido en su cuenta de Twitter, en un hilo que se viralizó en poco tiempo.

Para ello, ha utilizado una impresora térmica conectada a una raspberry pi y a una placa de conectividad, en la que ha introducido una tarjeta SIM que da acceso al conjunto a redes móviles. En la raspberry ha ejecutado un bot que conecta el dispositivo con el móvil de Guido mediante un chat de Telegram, y que manda imprimir cualquier foto que envíe por ese canal.

De esta forma, el dispositivo casero que ha creado recibe la información de internet sin necesidad de que su abuela haga nada e imprime toda foto que Guido envíe, de tal forma que la mujer sólo tiene que recoger la instantánea en papel. “No quería que ella se tuviese que preocupar de nada, quería algo que fuese enchufar y olvidarse”, explica a Xataka Guido.

Sin apenas mantenimiento

Para que su abuela no tenga que preocuparse por nada, Guido eligió una impresora térmica similar a las que usa cualquier comercio para imprimir tickets de compra. Estos dispositivos estampan la información en el papel usando calor, por lo que no necesitan tinta, y utilizan rollos largos, en el caso que nos ocupa de unos diez metros, por lo que la mujer sólo tendrá que cambiarlo cada mucho tiempo. De acuerdo con los cálculos del creador, cada 100 o 200 fotos.

No obstante, este tipo de impresoras tienen un inconveniente: están pensadas, sobre todo, para imprimir texto, no imágenes. “Esto me generó muchas dudas, porque no sabía si podría sacar fotos con la calidad suficiente como para que se reconociese la imagen. Pero el código fuente que uso para conectar Telegram con la impresora me solucionó esto en parte, ya que incluye una serie de algoritmos que convierten la imagen en puntos negros y blancos para que se vea mejor. A eso yo sí que le añadí una pequeña mejora del contraste y el afilado, para que los bordes estén mejor definidos”, explica. Finalmente, el resultado ha sido más que aceptable.

El dispositivo va conectado a la red eléctrica y, de acuerdo con Guido, consume unos 26kWh al año y apenas se calienta. La impresora, cuando pasa cierto tiempo sin imprimir, pasa a modo standby para ahorrar energía.

Cuando ya tenía todos los elementos conectados y sabía cuánto ocupaban juntos, descubrió que no tenía un recipiente adecuado donde meterlos, así que buscó en casa y utilizó lo único que se amoldaba a sus necesidades: una caja de fresones. “La idea es hacer una caja de madera algo más seria en el futuro, que pueda resistir si un día cae al suelo, que no arañe los muebles y que tenga unos acabados bonitos. Aunque hay quien me ha dicho que le gusta la caja de fresas”, señala, divertido.

Más compacta y barata

Guido explica que el dispositivo podría haber sido más barato y más compacto, pero que tiró de los componentes que tenía más a mano y que le resultasen más sencillos de combinar, para hacerlo en el poco tiempo que tenía libre. En total, el conjunto le ha costado unos 180 euros -50 euros la impresora con el rollo de papel, 20 euros la raspberry, 70 euros la placa de comunicaciones, etc.- y pesa unos 300 gramos.

Nada igual en el mercado

Este ingeniero vallisoletano ideó el dispositivo para poder comunicarse con su abuela porque, asegura, no existe ningún aparato de estas características en el mercado, con el que poder establecer conexiones multimedia con receptores que no tienen móviles u ordenadores. Lo único parecido que recuerda es el Yayagram, un dispositivo también casero que ideó un nieto para que su abuela enviase y recibiese mensajes de texto y voz, pero no fotos.

“El Yayagram es más potente que lo que yo he hecho, pero no se comercializa, su situación fue parecida a la mía: una persona se lo hizo a un familiar”, explica. Así, tanto él como el creador del Yayagram han ideado dispositivos para solventar una carencia del mercado tecnológico: aparatos para conectar a las personas mayores que no usan teléfonos móviles con familiares y amigos que sí los utilizan.

“La tecnología no se piensa para las personas mayores, porque, como no es rentable, no se dedican recursos, y hay gente que se queda desplazada por esto. Es un problema”, señala.

No obstante, gracias al ingenio de Guido, su abuela podrá recibir dentro de poco todas las fotos que su nieto quiera enviarle como quien recibe un mensaje por WhatsApp o Telegram, aunque en papel. Eso sí, aún no se lo ha podido llevar a Basauri y es una sorpresa: os pedimos discreción.

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