Tenemos tantas empresas chinas por explorar, tan diferentes en sus estrategias y tamaños, que generalizar con características y objetivos sería torpe por nuestra parte. Pero es una realidad que muchas han pasado de ser completas desconocidas, a llevarlas en nuestros bolsillos, de la noche a la mañana.
A algunas las podemos calificar como multinacionales, nombres como Lenovo o Huawei tienen entre sus objetivos los clientes que pasean por Michigan, o desayunan en Barcelona. Otras como Xiaomi han decidido quedarse y crecer en su país - y mercados vecinos -, antes de dar el salto al viejo continente, o a los Estados Unidos.
El primer grupo antes mencionado, por mucho ruido que nos pueda parecer que hacen, son una excepción entre tanta empresa china, que terminará convirtiéndose en norma: conforme pasen los años iremos viendo que más y más compañías se van asentando en nuestro mercado. La cuestión es que pueden hacerlo en “primera persona”, o bien, comprando empresas que forman parte de nuestra cultura tecnológica.
Resumiendo, una empresa puede crecer a lo largo del planeta escalando sus operaciones, o puede comprar rivales que ya están en el mercado. Hay casos bastante sonados de compras chinas, y queremos entender mejor lo que está ocurriendo
No necesitaban salir
Si nos situamos a comienzos de la década pasada, teníamos muchas empresas chinas que se desarrollaban en su mercado, que era tan grande comparado con lo que había fuera, que no necesitaban salir. El concepto de empresa multinacional no se buscaba, y rara vez se salía hacia las fronteras más cercanas.
En la actualidad, todavía hay espacio para que muchas empresas crezcan dentro, ya hemos visto que Xiaomi, a pesar de su juventud, tiene en China su principal sustento y prioridad. Las que han encontrado tope, o pensaban que estando fuera iban a ser más grandes, avanzaron con compras de tecnología - sin patentes, la cosa se complica en occidente -, y compras de marcas locales.
Unas compran, otras crecen escalando
Posiblemente el caso más sonado de compra, o el que abrió la veda, es el de IBM por parte de Lenovo. Los chinos se quedaron con el negocio de ordenadores de los americanos, allá por 2005, y les costó 1.750 millones de dólares. Curiosamente Lenovo repetirá la operación varias veces en el futuro, y la verdad es que no le ha ido nada mal con esta estrategia.
En el otro extremo tenemos nombres como Huawei, que trabaja el mercado de dispositivos móviles a muchos niveles, bien sea creando infraestructuras de redes para que funcionen los teléfonos, bien vendiendo terminales. En ambos casos la empresa china ha ido escalando por mercados emergentes, hasta llegar a ser una potencia a nivel mundial, y una marca reconocida en occidente.
2014, año importante
Como se preveía, tenía que llegar un momento en el que hubiera más inversiones desde China hacia fuera del país, que desde otros países hacia el gigante asiático. Eso ocurrió en 2014, como nos cuentan en Bloomberg. Un año en el que podemos encontrar más de 10.000 millones de dólares en compras chinas: destacan los 2.900 millones de Lenovo por Motorola, y los 1.950 millones de Anbang en la hotelera Waldorf Astoria.
“Salir fuera permite a las empresas chinas crecer y participar en la economía global” Long Yongtu, CEO del Centro por la Globalización de China
Un factor muy importante hasta llegar a nuestros días lo tenemos en los más de 30 años que llevan las marcas extranjeras fabricando sus productos en China. Las empresas locales han tenido ocasión de aprender demasiado en este tiempo, y ahora se han convertido en competidoras, pero también en proveedoras para otros mercados que crecen.
Nos tenemos que ir a África, Latinoamérica o el Sur de Asia para conocer muchos mercados en los que China está haciendo dinero con sus productos, y las marcas “occidentales” tienen poco que rascar por allí. No solo les venden “gadgets”, también proveen de tecnología, servicios e infraestructuras a gobiernos y empresas.
¿Por qué salen ahora de China?
Las empresas chinas quieren ampliar el número de clientes potenciales, estar en nuevos canales de ventas, adquirir propiedades de gran valor, y equipararse en tecnología con las empresas que poseen las patentes, que principalmente están en Estados Unidos y Europa. Ya nos ha quedado claro, la forma más rápida de hacer todo esto es comprando marcas establecidas.
Tenemos un buen ejemplo en el mundo de los vehículos de obra e industriales. En él, compañías como Komatsu o Caterpillar dejaron de ganar dinero en China, por que los competidores locales - como Sany Heavy Industry -, se hacían cada vez más fuertes.
Esa empresa, Sany, decidió salir fuera en 2012 y comprar la alemana Putzmeister, quedándose con su red de servicio y distribución, empezando a multiplicar sus ingresos fuera de forma muy importante. Ahora ya es una molestia para los líderes del mercado. Como el anterior nos encontramos muchos ejemplos relevantes en los últimos años:
De compras por Europa
El ejemplo anterior se repite con la firma creadora de yates Ferretti - líder del mercado - y el grupo Shandong Heavy Industrial. Parece ser que las empresas italianas son del gusto de quien tiene dinero en China.
Un ejemplo muy reciente es el de Pirelli, la empresa italiana ha sido comprada por ChemChina (participada por el gobierno chino). Hablamos de una firma muy arraigada a la industria italiana, con 143 años de historia.
No es completamente una compra, pero nos pilla de cerca el caso del Atlético de Madrid, en el que los chinos de Dalian Wanda han asumido un 20% de las participaciones, con intención de querer más. Es la misma empresa que ha comprado los yates de lujo Sunseeker y los cines AMC.
Philips - 122 años de historia - es un caso también muy conocido, pero la empresa holandesa ha ido repartiendo divisiones por Asia. A China fue a parar su negocio de teles, concretamente a TP Vision, en 2011. La japonesa Funai se quedó con el de audio.
Alcatel Mobile Phones es una marca que nació en 2004 como joint venture entre Alcatel-Lucent y la china TCL Communication, que al final se quedó con ella. Nada queda ya de los teléfonos - asequibles - franceses que pululaban por Europa con gran éxito.
En enero de este año se materializó la compra del edificio Tower Place de Londres por la aseguradora Ping An Life Insurance, que se gastó 496 millones de dólares en él.
Otra compra importante la tenemos en el mundo del automóvil, donde el grupo Geely Holding se quedó con Volvo. La realidad es que la empresa de coches sueca está lanzando nuevos vehículos con el mismo gusto, atención por la seguridad y última tecnología, solo le hacía falta el dinero chino.
- Otros nombres importantes en los que han invertido de forma importante son el grupo PSA (Peugeot y Citroen), la firma de moda Sonya Rykiel, o el puerto marítimo del Pireo en Grecia.
Las empresas europeas en las que están interesadas parecen ser las que tienen historia, que están bien establecidas, a las que les viene muy bien el dinero chino, pero algunos piensan que habrá repercusión en el futuro:
“Ahora, las empresas chinas llegan con su dinero como caído del cielo, pero en el futuro se podrían convertir en un caballo de Troya que traigan políticas y valores chinos a Europa”, Sophie Meunier, investigadora de la Universidad de Priceton.
El problema lo encontramos con la reciprocidad en las inversiones, y la política que se debe aplicar. Muchas de las compañías que invierten en Europa son controladas por el gobierno chino, con la potencia e intereses que ello conlleva.
En cuanto a la libertad de que europeos inviertan en China, todo es más complicado, ya que requieren montar “joint ventures” con socios chinos - además de que hay que vender allí para darle rentabilidad a la producción, que se lo digan a Orbea o Fagor -. Muchos consideran que es momento para trabajar en la permisividad ante los que llegan a Europa.
Estados Unidos, otro centro comercial
Si el gusto por las empresas europeas con pedigrí parece importante, en Estados Unidos la situación no es muy diferente, en algunas industrias, más intensa. Tenemos varios ejemplos en industrias bien diferentes:
Un movimiento bastante sonado fue la adquisición de la cadena de cines AMC, que pasaba por un momento de grandes deudas, y se la quedó el grupo Dalian Wanda allá por el 2012.
Otro ejemplo lo tenemos en Cirrus Industries, empresa conocida por la creación de aviones pequeños, que se quedó China Aviation Corp en 2011.
Con Lenovo podríamos tener un episodio especial, ya que además de IBM, se quedó con la firma de telecomunicaciones con más solera en el país, Motorola. En otros puntos del planeta también ha sacado la cartera, quedándose con nombres como Medion o Iomega.
Lo habíamos adelantado unas líneas más arriba, el prestigioso hotel Waldorf Astoria en Nueva York, pasó manos de la aseguradora Anbang por 2.000 millones de dólares. A las empresas chinas le gustan los hoteles e inmuebles con solera y bien situados en las grandes urbes. En Madrid tenemos reciente la venta del edificio del Banco Santander al empresario chino Wang Jianlin.
Calentito tenemos el caso de Segway, bastante estrambótico. La razón es que la compañía americana demandó a Ninebot por tema de patentes a finales del año pasado, y solo han pasado unos meses para conocer que la “imitadora” ha comprado a Segway junto a un grupo de inversores entre los que se encuentra Xiaomi.
Tanto en Europa, como en Estados Unidos, las compras tienen que pasar por organismos reguladores, y aunque se está dando luz verde a casos muy importantes, el sentimiento general es de preocupación por la pérdida de control en negocios e industrias, en definitiva, en la economía. No debemos olvidar que gran parte de esas empresas chinas con ganas de comprar, están controladas por el gobierno chino.
Imagen | Portada de "Is China Buying the World", Peter Nolan
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