Un juego, para empezar.
Abre Google Earth y busca "Ekibastuz GRES-2", una central eléctrica de herencia soviética situada en Ekibastuz, Kazajstán, a los pies del lago Tuzdysor. Si echas una ojeada a vista de satélite verás silos, depósitos, carreteras… Y una gigantesca estructura vertical humeante que parece clavada como una chincheta en el mapa. No es un error de Google, ni un borrón. Ante ti tienes la chimenea más alta del mundo, un titán de 419,7 metros. Más que la Torre Eiffel o la Al Hamra, en Kuwait.
Con su impresionante envergadura la torre de GRES-2 es la más alta de su tipo. Cuando se finalizó, en 1987, le arrebató el récord de la chimenea más elevada del mundo a la Inco Superstack, de 381 metros y situada en Ontario, Canadá. Su enorme altura supera de hecho a muchos de los rascacielos que marcan el skyline urbano del planeta, como el edificio Chrysler o el Bank of America Tower, ambos situados en Nueva York; la torre del Banco de China, en Hong Kong; o The Shard, en Londres. Se queda, eso sí, bastante por debajo de los casi 830 m del Burj Khalifa.
El récord de GRES-2 lo corrobora el propio Guiness World Records, en el que se precisa algo más sobre sus dimensiones: en la base, el diámetro de la chimenea es de 44 metros, pero a medida que gana altura va estrechándose hasta alcanzar los 14,2 de la cima.
Una herencia de los años 80
“Su altura lo equipara al cuarto edificio de oficinas más alto del mundo, la Torre Jin Mao de Shanghái, que mide 421 metros”, anotan sus autores. Consecuencia de su tamaño es su descomunal peso: unas 60.000 toneladas. Para darle forma los ingenieros echaron mano de hormigón armado.
Aunque la chimenea de GRES-2 ronda ya las tres décadas y media la central, que se alimenta de carbón de la cuenca de Ekibastuz, sigue en pleno funcionamiento. En su web, la compañía precisa que la planta se diseñó con una capacidad de 4.000 MWe con ocho unidades de 500 MW cada una trazadas por el Instituto Novosibirsk. Las obras arrancaron en 1979 y la primera unidad se puso en marcha una década después, en diciembre de 1990. La segunda llego tres años más tarde, a finales del 93. La tercera —según precisa al menos Samruk Energy— se completó solo en parte.
Si bien la de Ekibastuz encabeza el listado, la de GRES-2 no es la única chimenea industrial con una altura de infarto. En Europa tenemos la torre de la central eléctrica de Trbovlje, en Eslovenia, de 360 metros. En 2020 una pareja de escaladores decidió plantarle cara y firmar una hazaña que al común de los mortales les cerraría el estómago y haría temblar las rodillas: escalarla con la única ayuda de una cuerda. Tardaron más de siete horas en tomarse en el selfie de la victoria.
En España también podemos de presumir de titanes —eso sí; no todos en pie ya—, como la de la central eléctrica de Sabón, de 200 metros de altura; o la de Endesa Termic, en As Pontes de García Rodríguez, de 356 metros. Aunque no es una chimenea, la península acoge otro gran "eje" que sorprende a quienes lo miran de lejos: la Torreta de Guardamar y sus 370 metros.
Imágenes | GRES2, Dutchbelted5 (Wikipedia) y Mountins13 (Wikimedia)
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