Casi 2,5 kilómetros de largo, una altura de 343 metros, siete pilones de 700 toneladas cada uno y un tiempo de construcción de tan solo tres años. El Viaducto de Millau es un puente atirantado que cruza el espectacular valle del Tarn, en Francia. Supuso todo un reto a nivel de ingeniería y logró ser durante años el puente atirantado más alto del mundo.
Ubicado en un valle en el que los vientos pueden llegar a soplar a 130 kilómetros por hora, con el reto de estar construido en un suelo problemático y usando tecnologías que nunca se habían empleado, esta maravilla de la arquitectura supuso el mayor desafío en Francia a la hora de construir un puente desde que se construyera el Puente de Normandía.
Construyendo por encima de las nubes
Ideado por Michel Virlogeux, el Viaducto de Millau es una impresionante obra arquitectónica que se estuvo pensando durante 14 años y que logró construirse en tan solo tres. Su construcción vino propiciada por la mala situación de Millau. Antes de la construcción del puente se producían enormes cuellos de botella en esta ciudad, ya que los vehículos que viajaban desde Francia tenían que pasar por ella al no haber otra conexión. Con el Viaducto de Millau, Francia por fin tendría conexión con el Mediterráneo.
El puente supuso un enorme reto a nivel técnico. Nunca se había construido un puente tan alto y con las características que proponía Michel Virlogeux. Se trataba de hacer una autopista de 36.000 toneladas, para la que fue necesario erigir 7 pilones de acero de 700 toneladas cada uno. Todo esto construido a cientos de metros de altura, con el reto de estar construyendo en un valle donde los vientos soplan hasta a 130 kilómetros por hora.
Por si no era suficiente reto, era la primera vez que un puente de estas dimensiones se construía con un solo juego de obenques, los cables para sostenerlo. Tal fue la cantidad de hormigón necesaria para su construcción que hubo que hacer una cantera en la zona para abastecer de material.
El punto principal del puente son los siete pilares que soportan la carretera. Cada uno de estos pilares tenía una altura distinta, lo cual dificultó más aún el proceso. Una vez que se construyeron las pilas de acero, de 700 toneladas cada una, el reto era colocar una carretera de 36.000 toneladas encima.
Para lograr ubicar esta autopista de 2.460 metros encima de los pilares, se dividió en dos mitades, una por cada lado del puente. El principal problema era que los pilares estaban demasiado separados como para que la carretera pudiera desplazarse entre ellos, por lo que hubo que crear torres de apoyo de acero. Estas torres fueron por sí mismas un hito a nivel de ingeniería, ya que fueron las más altas del mundo, con hasta 170 metros de alto. Estas torres permitían reducir la distancia entre pilar y pilar, para que la carretera pudiera desplazarse por encima.
No obstante, como hemos indicado, cada pilar tenía una altura distinta, por lo que fue necesario idear un sistema de elevamiento que alzaba la propia carretera al mismo tiempo que avanzaba hacia delante. Para impulsar los dos lados de la carretera sobre los pilares se usaron gigantescos arietes hidráulicos, que empujaron los dos lados hasta que convergieron. Fueron necesarios 18 lanzamientos en total para conectar las dos mitades. La carretera avanzaba a una velocidad de 9m/hora, midiéndose por GPS y de forma milimétrica cada vez que avanzaba ya que, de lo contrario, las dos mitades podrían no converger.
La construcción empezó el 10 de octubre de 2001 y acabó siendo inaugurado en diciembre de 2004, tras 36 meses de trabajo. Casi 16 años después, el Viaducto de Millau sigue siendo uno de los puentes más altos del mundo.
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