Lo de lanzarse a proyectos XXL nunca ha arredrado a China, que entre otros hitos puede presumir de la mayor planta energética del planeta, puentes y edificios de infarto o titánicas canalizaciones de agua, así que, bien visto… ¿Por qué no iba a lanzarse al que quizás sea el proyecto más delirante de todos: meter otras metrópolis en la propia China? Suena a fantasía, pero —cuando de levantar estructuras se trata— en el gigante asiático eso no supone necesariamente un problema.
El resultado es la pequeña Europa “made in China” que ha tomado forma con los años en su propio territorio inspirándose en metrópolis localizadas a miles de kilómetros, como París, Londres, Berlín, Ámsterdam o Venecia. Algunos se sitúan alrededor de la gigantesca Shanghái, un enorme bolsa de población en la que residen unas 24 millones de personas repartidas a lo largo de 6.341 km2.
Y lo de seguir el modelo no es una forma de hablar o una expresión metafórica. Si viajas al distrito de Linping, en la provincia de Zhejiang, te encontrarás con Tianducheng, una ciudad que imita muchos de los detalles arquitectónicos de París, incluidas amplias avenidas, parques, fuentes y, por supuesto, una réplica de la Torre Eiffel de 108 m, más o menos un tercio de la original.
Como en el extranjero, sin salir de casa
Solo con coger el coche y conducir hasta la provincia de Guangdong podrás disfrutar de una copia inspirada en Hallstatt, un idílico pueblo austriaco enclavado en la región de Salzkammergut. En caso de que seas más anglófilo te queda la opción de ir a Thames Town, en Songiang, a algo más de 30 km de Shanghái. Allí te encontrarás con un remedo de estilos arquitectónicos ingleses.
Suena extravagante, pero tiene su lógica.
La idea de “importar” modelos de otros países no es algo tan extraordinario ni desde luego una novedad en China, que lo viene aplicando desde hace ya unos cuantos años con una intención bien estudiada. Hace más de dos décadas, en 2001, se planteó el programa “Un Ciudad, nueve pueblos”, concebido en parte para el turismo interno y ofrecer vivienda en espacios atractivos que, al mismo tiempo, ayudasen a aliviar el hacinamiento de población en el centro de Shanghái. A modo de gancho, algunos de los núcleos proyectados se inspiraron en la arquitectura europea.
La idea estaba clara: descongestionar la superpoblada metrópoli asiática y paliar la escasez de vivienda. Tianducheng empezó a levantarse poco después, de hecho, en 2007.
"Una estrategia para atraer tanto a los extranjeros que trabajan en las empresas como a los chinos que aprecian el estilo de vida occidental que suelen vivir en el centro de la ciudad. Las nuevas urbes fueron designadas siguiendo lugares de países extranjeros", detalla un estudio de 2009.
Existen muchas ciudades "europeas" en China
— Dinastía Chip (@Dinastiachip) October 7, 2022
Dados los obstáculos de los chinos para salir del país desde 2020 (en teoría, no se permite salir de turismo), estos lugares tienen mercado
Por ej, si no pueden ir a Lucerna (🇨🇭), van a esta réplica en Nanchang, en el centro de China. pic.twitter.com/N54zIzzl5u
Al decantarse por las elegantes fachadas parisinas en vez de un estilo más indefinido o formas tradicionales de China sus promotores querían darles un plus extra, un atractivo que las hiciera más interesantes a ojos de sus nuevos habitantes. En definitiva, se quería seducir a los inquilinos, captar el interés de la creciente clase media del país. Allí, en los nuevos núcleos, recuerda El País, se les ofrecía además una menor contaminación y la perspectiva de salir de los grandes bloques.
Para comprender el fenómeno bien es importante partir también de las diferencias culturales y el valor que se da a los propios conceptos de creación, autenticidad o copia en China.
La idea de 2001 pasaba por crear núcleos urbanos, algunos partiendo incluso de cero, siguiendo diferentes modelos. Hubo espacios que se inspiraron en Países Bajos, Italia, Alemania, Inglaterra y —por supuesto, como también España tiene su tirón en el gigante asiático— se creó un núcleo con ciertos toques españoles en Fengcheng, incluidos por supuesto varios molinos manchegos.
¿Funcionó el plan? Algunas informaciones lo cuestionan, rebajando su capacidad para captar población o la viabilidad de sus servicios públicos y comercio. En otras de las localidades que imitan paisajes extranjeros se señala un problema igual de complejo: los precios. En 2016 quien quisiera comprar en Hallstatt, situada en la provincia de Cantón pero con aires innegablemente austriacos, abonaba 2.130 euros por m2, muy por encima del salario medio, situado en 850 euros.
Lo que no se puede negar es su atractivo turístico, especialmente interesante —como recuerda la cuenta Dinastía Chip— tras las restricciones aplicadas por el Gobierno para atajar los contagios por COVID-19. Quizás un vecino de Shanghái o Pekín no pueda ir a París pero sí tiene Tianducheng o Thames Town si lo que quiere es desquitarse de no poder pasearse por las calles de Londres.
No todo son núcleos de viviendas. Los chinos interesados en sentirse como en Florencia tienen Florentia Village, un centro comercial de Tianjin; y si lo que buscan son aires holandeses y no pueden subirse a un avión con destino Ámsterdam siempre les queda caminar por Holland Town, en Pudong. En Overseas Chinese Town East, una suerte de parque temático enfocado en el ecoturismo y dotado de un lago artificial hay también un distrito inspirado en la lejana Interlaken, en tierras suizas.
¿Qué no es suficiente? Te queda por ejemplo Tonghui Town y sus estampas del Viejo Continente.
Si es que no hay excusas para no conocer mundo.
Sobre todo si vives en China.
Imágenes: MNXANL (Wikipedia), Huai-Chun Hsu y Hanno Böck
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