Escanear matrículas no es algo nuevo. Desde hace décadas la policía británica, por poner un ejemplo, ha estado utilizando estos gadgets para leer matrículas y localizar a miembros del IRA. Hablamos de los 70, cuando ni si quiera existía Internet y sólo teníamos esa red militar y académica llamada ArpaNet.
Desde el prisma de la seguridad nacional es una herramienta bastante útil: ayuda a identificar coches robados o sospechosos de cualquier delito. La tecnología, además, ha ido evolucionando de forma muy veloz desde la aparición de los primeros modelos y ahora tenemos ya versiones más precisas. Todo bien hasta ahora, con algunas dudas eso sí, pero ¿qué ocurre cuando estas herramientas llegan al sector privado?
Buscando a morosos y, quizá, algo más
Ni tú ni yo conocemos a Manny Sousa. Es más, seguramente tampoco mucha de la gente que le rodea a diario. Sin embargo Sousa conoce a todo el mundo. ¿Cuál es su trabajo? Ir con un coche no registrado por las calles de Estados Unidos y utilizar un escáner de matrículas para ir recopilando datos.
Esta información salta a una central de datos en Forth Worh Texas de la compañía Digital Recognition Network. Un negocio que se dedica a cruzar los datos de las matrículas con bases de datos de personas que deben préstamos o que deben devolver coches al prestamista original, lo que en Estados Unidos se conoce como el negocio de repossession.
Al día, Manny registra unas 8.000 matrículas y cada vez que salta la alarma en la central texana nuestro querido Sousa registra entre 200 y 400 dólares por la información. Teniendo en cuenta que el precio de un escáner oscila entre los 10.000 y los 17.000 dólares la inversión se puede rentabilizar bastante pronto.
Cruzando esos 8.000 registros diarios con los datos anuales, Digital Recognition Network afirma que al año escanea el 40% de las matrículas registradas en Estados Unidos. Aunque el principal negocio de estas empresas es localizar morosos, hay una cuestión más espinosa y grande en el fondo: el registro del movimiento de la gente.
El registro de las matrículas no sólo se cruza con los datos sino que también indica la posición de los vehículos: si están en un área residencial, cerca de una zona comercial… Rastros que no vamos dejando voluntariamente, como puede ser el caso de los check in en las redes sociales, y del que se podrían aprovechar algunas empresas.
Aquí es donde está el problema y aunque, de momento, no se ha confirmado que se esté utilizando con fines maliciosos, o para facilitar la labor a profesionales como los investigadores privados, una vez más la tecnología vuelve a demostrar que está un paso por delante de la propia sociedad y su regulación.
Es por eso que en Estados Unidos ya se están moviendo para empezar a discutir sobre la regulación de estos dispositivos. ¿Hasta qué punto es necesario poner límite al uso de los escáneres de matrículas? ¿Sólo para seguridad nacional? En principio parece lo deseable pero teniendo en cuenta que hay antecedentes donde se han producido filtraciones de esos datos, quizá haya además que tratar este tema con más delicadeza.
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