El humano es un ser ingenioso. En nuestra historia como especie, con unos cuantos de miles de años a las espaldas, hemos asistido a la creación de todo tipo de inventos. Algunos muy útiles, hasta el punto que han marcado el devenir de una sociedad. Otros han pasado sin menos gloria y otros han llamado la atención por su propia naturaleza.
Hay muchas formas de crear y hoy, con este especial, queremos dar luz a invenciones venidas del lejano oriente. No estamos hablando ni de Walkmans ni PlayStations sino pequeñas invenciones caseras que quisieron poner su granito de arena en la historia. Hoy, empezamos con un dispositivo anticatástrofes.
A estas alturas, todos conocemos ya la historia bíblica de Noé y el arca. Un diluvio universal que iba a eliminar de la tierra todo aquello que no era puro. Historias apocalípticas de este tipo hemos tenido muchas y han servido para que el ser humano agudice su instinto de supervivencia.
Uno de los temores más modernos, y ya parte del pasado, fueron los provocados por un presunto fin del mundo según el calendario Maya. En el 2010, esta historia inspiró a Yang Zongfu para crear un arca que le permitiera a su familia y a él mismo sobrevivir a una catástrofe natural.
Teniendo en cuenta los días en los que vivimos, hacer un arca como la que, presuntamente, hizo Noé en su día no parecía una buena idea. Es cierto que protege de las lluvias, pero las historias bíblicas no predecían otras catástrofes como las radiaciones gamma producidas por las explosiones de bombas atómicas.
180.000 euros fue el precio de fabricación del primer modelo
Por eso, decidió irse hacia una idea más práctica y también un poco curiosa por fuera: una esfera. Una bola de 4 metros de diámetro que, gracias a un sistema de muelles, es capaz de sobrevivir a caídas de 50 metros, temperaturas de 1.700 grados Celsius, impactos de objetos que van a 100 km/h y terremotos de magnitud 10.
El sistema de muelles se apoya en un circuito de agua o aceite dentro de la esfera que hace que la esfera interior, donde habita la gente, no se mueva cuando la parte exterior esté girando. Además, según Yang Zongfu, es capaz de almacenar 33 toneladas de agua en su interior.
Lo interesante de esta esfera es su capacidad para sobrevivir no sólo por fuera sino también por dentro. Dentro puede albergar a tres personas que pueden tener abastecimiento de comida para un periodo de tiempo de 10 meses, cantidad en principio suficiente para aguantar cualquiera de estas catástrofes.
Crear esta esfera, le ha costado a Yang Zongfu 1.500.000 millones de yuanes, que al cambio son unos 180.000 euros. Fueron dos años de trabajo, ya que quería prepararse para el fin del mundo según el calendario Maya, y desde entonces ya ha vendido cinco unidades a otras personas.
Otras fuentes, resulta difícil contrastar la información con medios chinos, apuntan a que han recibido 21 encargos desde el 2012. Lo que está claro es que, tras varios experimentos, la esfera funciona y cumple su cometido. Hay que reconocer, eso sí, que es un poco curioso.
Yang Zongfu, que además de inventor es un tipo bastante avispado, no está preocupado por el fracaso de su creación. No porque no funcione sino por la falta de catástrofes de gran magnitud que justifiquen la producción de estas esferas. Sin embargo, él lo tiene claro: si no funcionan como dispositivos de supervivencia, serán una atracción de feria estupenda para los turistas.
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