En los laboratorios del MIT también trabaja en vehículos de vuelo autónomo, como el avión que eso presentamos en esta noticia, que se caracteriza por funcionar en interiores sin estropear sus alas ni las paredes de la sala.
En este tipo de entornos los helicópteros autónomos se mueven con mayor facilidad, gracias la posibilidad de quedarse flotando en el espacio, frente al planeo continuo de un avión. La propuesta del MIT no soluciona esto, pero se adapta al entorno con unas alas más pequeñas, capacidad de volar a velocidades reducidas, y un peso contenido, pese a contar incluso con un equipo de vídeo.
El funcionamiento está basado en un telémetro laser para conseguir calcular distancia de forma rápida y exacta. Lo acompañan giroscopios y acelerómetros que ayudan a posicionar al dispositivo en la sala. El avión está constantemente tomando quince valores diferentes que alimentan el sistema de inteligencia artificial que le permite no chocar.
El sistema tiene dos algoritmos en funcionamiento a la vez, uno rápido, y otro lento, más preciso. Es necesario acompañarlo con un mapa digital previo, aunque se trabaja en que el propio vehículo vaya construyendo su propio mapa en tiempo real.
La cámara está situada de forma que vemos el vuelo del avión como si lo hiciéramos a través de la vista de un pájaro, lo mejor es que lo conozcamos en un vídeo:
Más información | MIT