Sir James Dyson es un tipo inquieto. Aparte de ser caballero del imperio británico, doctor en ingeniería, preboste de la real academia de arte, o inventor de las aspiradoras de alta tecnología que llevan su nombre, este millonario inglés aún tiene tiempo para gestionar una fundación cuyo objetivo es promover el desarrollo de la ingeniería industrial.
La James Dyson Foundation convoca todos los años unos premios internacionales para nuevos proyectos de ingeniería. El concurso de este año ya ha alcanzado su fase final, en la que compiten 15 proyectos finalistas de un total de más de 500 candidaturas de 18 países.
Los finalistas a estos premios son prototipos de lo más variopinto. Algunos son simplemente buenas ideas que no tienen mucho componente tecnológico, como una red de pesca con unas puertas específicas para dejar escapar peces pequeños o una prótesis extensible para víctimas de amputaciones que aún están en fase de crecimiento.
Sostenibilidad y ayuda humanitaria
Gran parte de los proyectos presentados en los James Dyson Awards están directamente orientados al ahorro energético en países en vías de desarrollo. Entre los finalistas podemos ver desde grifos portátiles hasta lavadoras a pedales (literalmente) o motos que se alimentan de oxígeno con un motor de aire comprimido como la O2 Pursuit.
Algunas creaciones recurren a soluciones aún más tecnológicas aunque más discutibles en su efectividad. Es el caso de Smart Aid, un robot autónomo volador que, en combinación con una aplicación móvil, es capaz de llegar más rápido a escenarios de accidentes para entregar rápidamente productos de primera necesidad y dar información sobre procedimientos de primeros auxilios.
Otros inventos relacionados con mejorar la calidad de vida son, por ejemplo, un juguete capaz de enseñar Braille o un dispositivo capaz de monitorizar un bebé y enviar alertas por vibración a un reloj de pulsera pensado para padres con problemas de audición.
Diseño tecnológico
Entre los proyectos candidatos a ganar las 20.000 libras de los Dyson Awards encontramos también propuestas con la estética como motivación. Es el caso de la propuesta francesa, unas baldosas de cemento lisas que revelan texturas y dibujos cuando se mojan.
Alto es una revisión modernizada de las máquinas de coser tradicionales con la idea de hacer más sencilla esta tarea. Menos de diseño pero muy tecnológica es el Revival Vest neozelandés, una especie de chaleco ajustado de submarinismo equipado con sensores que miden las constantes vitales del buzo. En caso de que estas constantes sufran algún tipo de problema, el equipo se infla para llevar al submarinista de vuelta a la superficie.
La propuesta española
No podemos cerrar la revisión de estos premios sin mencionar a fondo la propuesta española que, nacionalidades aparte, nos parece una de las mejores. Hop! es el nombre de esta idea, consistente en una maleta motorizada que se sincroniza con el móvil de su propietario y le sigue para que este no tenga que cargar con ella.
Hop! se mueve gracias a unas ruedas de oruga accionadas mediante un motor de aire comprimido. Si pierde la conexión con el móvil al que sigue, esta maleta robótica se para y la aplicación del móvil del propietario envía una alerta.
El sistema permite incluso programar varias maletas para que se sigan entre sí y permite al personal del aeropuerto controlarlas automáticamente más allá de la zona de facturación. Su creador ha desarrollado un prototipo funcional aunque necesita apoyo en las áreas de programación y electrónica. Con Hop! os dejamos el enlace a la web de los premios, donde vienen todos ellos explicados más en profundidad. El ganador se hace público el dia nueve de noviembre
Más información | Dyson Awards
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