Siempre lo habíamos sospechado, pero ahora tenemos la confirmación. La tinta de impresora es uno de los líquidos más caros que se venden, más caro que la sangre humana, que cualquier tipo de alcohol y más cara que el petróleo.
Los precios están calculados en Estados Unidos, pero por aquí la cosa no debe ir muy diferente y da un ratio de 0.71 dólares el mililitro de tinta. Claro que en el precio no está contado el resto del cartucho, pero contando que estos son reaprovechables (cosa que los fabricantes no dirán nunca) solo sería cuestión de rellenarlos, cosa que en muchas ocasiones uno puede hacer en su propia casa.
Uno se pregunta, aunque ya sabe la respuesta, porqué los fabricantes no ofrecen este servicio de rellenado de cartuchos. Y es evidente que los cartuchos es la manera de cobrarse lo baratas que se venden las impresoras, de la misma manera que hacen las operadoras de telefonía con los teléfonos móviles y los contratos de permanencia.
Y aunque rellenar un cartucho vacío puede resultar la opción más barata, esto no es posible con todo tipo de cartuchos, ya que muchos fabricantes han optado por incluir chips en ellos que impiden, en primer lugar, que estos puedan ser rellenados, pues cuando detectan que la tinta se ha terminado no permitirán usarlo más aunque los rellenemos. Además de esto, los chips impiden que otros fabricantes puedan hacer sus propios cartuchos para ser usados en otras impresoras, rompiendo la libre competencia en el mercado.
Por suerte, el Parlamento Europeo aprobó una ley a favor del reciclaje que impide a los fabricantes incorporar este tipo de chips, cosa que queda por ver que se cumpla, ya que esta ley entraba en vigor este año. Por de pronto, yo hace tiempo que vengo comprando cartuchos de otras marcas para mi impresora Epson, con lo que me he ahorrado un buen dinero.