Amazon ha entrado en el club de los superordenadores aunque, si queremos ir a ver su máquina, probablemente nos llevemos un chasco porque no existe. No existe al menos en el mundo real. El superordenador de Amazon es un nuevo ejemplo de lo que puede dar de sí la computación distribuida.
El proyecto, en realidad, nació como beta allá por 2005, se llama Amazon Elastic Compute Cloud o EC2 y forma parte de la lista de servicios web del gigante de internet. la red EC2 alquila su potencia a quien la necesite para todo tipo de tareas distribuidas sólo que, a estas alturas, su potencia ya se eleva hasta los 240 teraflops gracias a sus 30.000 núcleos funcionando en distintos lugares del mundo.
Evidentemente, la potencia de esta red no puede compararse al top 25 de los superordenadores, un selecto club de máquinas especializadas capaces de alcanzar los 10.5 petaflops. Sin embargo, su potencia no es nada desdeñable para cálculos masivos y tiene una ventaja aplastante: el coste.
Cualquiera puede contratar una hora de supercomputación por sólo 1.279 dólares. Según Jason Stowe, CEO de la compañía Cycle Computing dedicada a la supercomputación, construir un superordenador equivalente a 30.000 núcleos costaría más de diez millones de dólares y llevaría más de un año. Eso por no hablar de los costes de mantenimiento de semajante infraestructura.
La red EC2 de Amazon también incluye una capa de virtualización que hace que no todas las aplicaciones de supercomputación sean compatibles de primeras o vayan a correr tan fluidas, pero no nos extrañaría que llegue un día en el que, salvo los grandes monstruos de supercomputación del top25, los demás superordenadores sólo existan en internet. Ya hay muchos ejemplos de ello.
Vía | Wired
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