La realidad parece empeñada en cargarse el refranero. Al menos en lo que a aforismos climáticos se refiere. En pleno abril —el mes de las aguas mil, ya se sabe— la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) se ha visto obligada a lanzar una medida que a priori parecería más propia de agosto o septiembre que del ecuador de la primavera: acaba de declarar que la cuenca del Segre afronta una "situación excepcional" debido a la "sequía extrema". No solo eso. Sus responsables ya están tirando de pedagogía y deslizan que el verano se prevé "complicado".
Esa es la situación en el noreste peninsular, pero... ¿Y el resto del lienzo nacional?
¿Qué ha pasado? Que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha declarado el sistema catalán del Segre en "situación excepcional por sequía extraordinaria", una herramienta que le ofrece "mayor cobertura jurídica" si necesita aplicar restricciones. La decisión se ha adoptado a finales d un abril con un saldo de lluvias "mucho más pesimista" de lo esperado y una escasez que ha llevado a los ríos a una situación más propia del verano que la primavera.
A principios de semana la reserva de agua embalsada en la Cuenca del Ebro marcaba 4.287 hectómetros cúbicos, lo que representa el 54% de su capacidad total. Por las mismas fechas del año pasado la reserva se elevaba a 5.776 hm3, el 73% de su capacidad. La diferencia es por lo tanto del 19% en apenas un año. La brecha es aún más pronunciada si se analiza el promedio del último lustro, de 2018 a 2022, que deja un valor de 6.082 hm3, el 76% de la capacidad total. El dato de los embalses del margen derecha son inferiores también a los de 2022.
¿Y cuál es el horizonte? Igual o incluso más reveladores son los mensajes en clave de futuro que está lanzando la CHE. Sus responsables no descartan adoptar medidas en breve en otras subcuencas, como la del Eje del Ebro y del Bajo Ebro, las del Aragón y del Arba o la del Iregua, en La Rioja. Heraldo de Aragón desliza que la presidenta de la CHE ha reconocido que antes del verano podrían afrontar una situación excepcional todos los sistemas de la cuenca. En el horizonte se dibuja un verano "complicado", con posibles medidas "progresivas y más intensas".
¿Qué dicen los datos? No dejan mucho margen para interpretaciones. El año hidrológico está siendo parco en lluvias y eso se deja sentir en buena parte de la red de embalses del país. Según los cálculos de la Aemet, entre el 1 de octubre de 2022 y el 25 de abril el valor medio nacional de las precipitaciones acumuladas se cifra en 344 mm. Lo normal para ese período sería alcanzar 455, un 24% más.
"Las cantidades acumuladas se encuentran por debajo de sus valores normales en la mayor parte de la Península y archipiélagos con muchas zonas que no llegan al 75% sobre su valor normal, especialmente en el levante y la mitad sur", comenta. El dibujo tiene matices, claro: la situación no es homogénea en la península, con áreas en las que las precipitaciones han superado los valores de 1991-2020.
¿Y cómo están los embalses? A la mitad. Más o menos. El último boletín hidrológico muestra que la reserva hídrica peninsular acumula 28.074 hm3, lo que representa el 50,07% de su capacidad. El dato es algo mejor que el registrado hace justo un año (49,6%), pero si ampliamos el foco para captar la década se constata que es un resultado bajo: la media de los últimos diez años es del 67,95%, lo que traducido en términos netos equivale a 10.000 hm3 más. La tendencia no es buena: en la última semana la reserva hídrica peninsular cayó un 0,58%.
Si se baja más al detalle puede comprobarse que los embalses de uso consultivo, aquellos destinados principalmente a abastecimiento y regadío, están al 41,9%, por debajo del 46,9% que marcaban hace un año y lejos desde luego del 64,3% de la media de la década. Los hidroeléctricos están al 68,3%, por encima del ejercicio pasado, pero alejados también de los valores medios del decenio.
¿Cuál es la situación por cuencas? El último balance publicado por el Ministerio de Transición Ecológica permite bajar incluso más al detalle. Una de sus tablas más interesantes es de hecho la que muestra el "retrato" de los embalses del país dedicados al abastecimiento. El balance es solo eso, una "foto fija", pero nos aporta una idea valiosa de cómo es la situación en las regiones de la península y trazar una comparativa con respecto a 2022 o la media de la década.
En las cuencas internas de Cataluña el porcentaje de reserva embalsada a 25 de abril era del 25,7%. Hace un año era del 58,6% y la media del lustro y la década se eleva a 80,9%. La situación es también delicada en el Guadalquivir o Guadalete-Barbate, ambos por debajo del 30% y que de media se han movido a lo largo del último decenio por encima del 60%. Diferente es la estampa que deja el Cantábrico Oriental y Occidental, Miño-Sil, Galicia Costa y las cuencas internas de País Vasco, que si bien presentan ocupaciones inferiores a la habituales superan el 80%.
¿Es la CHES la única preocupada? No. La sequía ha llevado a otros organismos y empresas a pronunciarse sobre la situación, que incluso ha ganado un lugar relevante en el debate político. Hace poco Diario de Sevilla publicaba que Aljarafesa reconoce que si no se registran lluvias a lo largo de los próximos meses se entrará en situación de emergencia ya entre julio y septiembre. "Y eso conlleva medidas más rigurosas y drásticas", anota su gerente, que habla de posibles cortes. En marzo también la Agència Catalana de l´Aigua (ACA) señalaba que la región de Barcelona "podría entrar en situación de emergencia en cuatro o cinco meses".
Imágenes: Avi Theret (Unsplash)
En Xataka: España está destruyendo más presas y embalses que nadie en Europa. Son buenas y malas noticias
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