Silicon Valley. La meca del emprendimiento. De las grandes empresas tecnológicas. De la innovación. Pero para trabajar en Silicon Valley no hace falta irse hasta este barrio de San Francisco (ése que también tiene su lado oscuro): también lo puedes hacer desde tu casa, independientemente de que sea en una gran ciudad o en la aldea más recóndita de tu Comunidad Autónoma.
¿Cómo se consigue trabajar en remoto para Silicon Valley? ¿Merece la pena? ¿Por qué algunos desarrolladores deciden trabajar así y hacerlo desde España y no desde cualquier otro paraíso asiático?
Cómo me convertí en trabajador remoto
Hemos hablado con 6 desarrolladores que, viviendo en España, trabajan en remoto para Silicon Valley para conocer su experiencia y cómo y por qué decidieron trabajar de esta forma.
Luis Amigo trabaja en DuckDuckGo y en Express VPN pero durante muchos años se dedicó al mundo de la consultoría, del que salió quemado. “Junta todos los males de la cultura laboral en España”, asegura. “Se acaba la creatividad, todo se convierte en algo mecánico, no se valora la capacidad de cada uno… La consultoría tecnológica son empresas que venden horas/hombres con un beneficio”. Esa situación de quemazón provocó que buscara otras salidas, aunque reconoce que le costó dar el salto. No era lo que quería en mi vida, Cuesta dar el paso. “Con 20 años se puede hacer más fácilmente pero no tienes la capacidad. Y con años tienes la capacidad pero también responsabilidades”. Tras consultarlo con la familia, se decidió a dar el paso.
Entre el momento de decidir dar el salto y hacerlo pasa, en su caso, más de medio año. “Primero tienes que informarte de cómo está el mercado y organizar tu CV, retomar proyectos para tener presencia de cosas que has hecho (como un blog personal) y crear el entorno para que una empresa que busca talento encuentre tu perfil”, recomienda.
Para otros profesionales, el hacerse trabajador remoto fue más producto de la casualidad. Belén Albeza es Senior Software Engineer en Mozilla, corporación en la que lleva ya cuatro años. En su caso, su objetivo era trabajar en Mozilla. Y, eso sí, si fuera posible desde Barcelona. “Cuando estaba en la Universidad me había interesado el mundo del open source y Firefox. Mozilla no tiene tantos empleados como Google, pero sí buena reputación”, explica. Esta alicantina ya tenía una experiencia previa de trabajo en remoto desde su ciudad natal y también había vivido en el extranjero. Así que acudió a la página web de empleo de Mozilla y aplicó a uno de los puestos, que le permitía trabajar desde Barcelona.
Algo parecido le pasó a David Gásquez (científico de datos en Buffer). “No había acabado la carrera y en Hackernews vi la oferta y apliqué casi sin querer”, recuerda. En aquellos momentos se encontraba haciendo un trabajo para la universidad precisamente en la especialidad que querían en Buffer. “Acabé en buena posición y eso me ayudó”, recuerda. No obstante, Gászquez también reconoce que siempre le había llamado la atención el trabajo en remoto, una oportunidad de estar cerca de familia y amigos “y más cuando no tienes la vida social de una oficina”.
Quiero trabajar donde están mi familia y amigos
De hecho, otros desarrolladores sí que han buscado fehacientemente ser trabajadores en romoto. La razón principal detrás de esta decisión es, como diría El Padrino, la familia.
Ricardo Bartolomé (que trabaja en Netlify), la necesidad de conciliar e implicarse en el cuidado de sus hijas le llevó a ser remoto. Para Miguel Fernández (que ha estado 3 años trabajando para GitHub), una manera de volver a su Asturias natal y estar cerca de su familia. Para James López (responsable en GitLab), la posibilidad de residir en España, el país donde tiene a su familia (aunque nació en Inglaterra, su origen es gallego).
Así encontré el puesto que quería
Algunos, como hemos visto, fueron a la que era la empresa de sus sueños y presentaron su candidatura para alguno de los puestos que quedaban vacantes. ¿Cómo y dónde encontrar un trabajo de desarrollador en remoto?
Casi todos recomiendan o buscar directamente en Google o en algunos de los portales especializados que sobre puestos con estas características, como We Work Remotely o Remote Work. James López, por ejemplo, reconoce que vio en uno de estos portales la oferta, aunque ya no recuerda dónde
Miguel Fernández nos cuenta que fue en un viaje que hizo a Seattle cuando se empezó a plantear cambiar de rumbo. “Quería dar un salto en mi carrera y buscaba algo más grande. Conocí Github porque es donde está el código open source. Entre en la web y vi una oferta”. Y se decidió a presentarse. En el caso de Ricardo Bartolomé, un contacto que mantenía de una anterior experiencia laboral el que le llamó para presentarse al puesto de trabajo que actualmente desempeña.
Las pruebas de selección, también en remoto
Aunque cada empresa es un mundo y cada una de ellas hace procesos de selección diferentes, el proceso suele ser también siempre a distancia.
Muchas de ellas realizan pruebas técnicas, pero éstas no se desarrollan igual: algunas dan cierto margen de tiempo para que el candidato realice la prueba. Otros comparten la pantalla mientras se escribe el código y plantean nuevos retos sobre la marcha… Algunas empresas, incluso, llegan a pagar por hacer estas pruebas técnicas, como señal de que valoran el tiempo dedicado por parte del candidato y casi todas emplean la videoconferencia para realizar todo este proceso.
Pero lo que parece un denominador común es que en las entrevistas se busca constatar, sobre todo, que el candidato encaja en la cultura empresarial de cada compañía. “No son procesos de selección como los conocemos en España ni cortos”, asegura Luis Amigo. “Primero se aseguran de que tu cultura encaje en la de ellos. Se toman mucho tiempo para hacer estos procesos. Buscan los conocimientos, pero que el perfil encaje y que puedas trabajar en remoto”.
Para David Gásquez, que durante la carrera hizo una entrevista para Google, ambos procesos fueron muy diferentes. “En Google se centran mucho en preguntas sobre teoría o problemas a resolver con programación. En Buffer fueron temas más generales, me pidieron mi opinión para problemas a los que se estaban enfrentando”.
Sí, los salarios en remoto suelen ser más altos…
En cuanto a los salarios, lo cierto es que hay un poco de todo pero, en términos generales y en base a lo que estos desarrolladores nos han contado, suelen ser más altos que cuando se trabaja para una empresa en local, aunque ninguno ha querido dar muchos detalles.
A partir de ahí se abre un auténtico abanico de posibilidades. En GitLab, por ejemplo, se mira dónde vive la persona y el salario suele ser un poco mejor que la media. En otras, como en GitHub, se paga lo mismo a un programador independientemente de que viva en San Francisco a que lo haga en Coruña o Senegal. Otros, como Buffer, incluso tienen publicado en Internet cuánto pagan por cada puesto.
Para Ricardo Bartolomé, nadie debería aceptar un salario menor, sobre todo en aquellas situaciones en las que el programador esté como autónomo. En este punto, cabe señalar que, aunque hay empresas (como GitHub) que crean una sociedad en España o en Europa con el único propósito de poder contratar como personal laboral a estos trabajadores remotos, muchas otras empresas optan por contratar en modo contractor o freelance a estos trabajadores remotos.
… pero trabajar en remoto no es la panacea laboral
Y éste es, precisamente, uno de los puntos que Bartolomé considera como más negativos de trabajar en remoto cuando, como en su caso, se es autónomo. “Cuando trabajas por cuenta ajena, sueles tener seguro médico, cheque guardería, ticket restaurante, el transporte… Como autónomo todo cuesta más, a precio de mercado y sin negociación colectiva”, relata. Y pone un ejemplo: cada mes tiene que abonar 320€ de seguro médico. “Y siempre está el dilema de qué gastos puedes pasar a hacienda. No es la panacea”, explica.
Pero no todos los trabajadores en remoto son autónomos. Bartolomé o Luis Amigo sí lo son, pero otros, como Miguel Fernández o Belén Albeza tienen un contrato laboral. En parte depende de si la empresa de Silicon Valley quiere crear una sociedad en España para poder realizar estos contratos como trabajadores asalariados.
Bartolomé asegura estar “muy contento” con su modelo de vida (“tengo tiempo para mi, para hacer deporte y tener aficiones”), también advierte que no es un estilo de vida para todo el mundo. “Psicológicamente trabajar en remoto es duro. Es duro por estar mucho tiempo en casa. Hay gente que necesita relacionarse con otras personas y, aunque hay formas de paliar esa soledad, no es lo mismo. Hay que encontrar rutinas”, explica.
Una visión con la que coinciden casi todos los trabajadores remotos con los que hemos charlado. “Trabajar en remoto no es para todos. Y no todos los trabajadores aceptan trabajar desde casa. A mi me gusta hacerlo desde mi hogar y no tengo problemas, pero si puedes tener un coworking o cafetería a veces es más fácil separar vida laboral del resto”, detalla Gasquez.
Miguel Fernández, mientras, también advierte que no todo el trabajo en remoto es miel sobre hojuelas y recomienda ser proactivo a la hora de mostrarse y expresar cómo te sientes, sustituir las interacciones presenciales y diseñar un modelo alternativo.
Para Belén Albeza, una de las peores cosas de trabajar en remoto es que “tienes menos opciones de trabajar porque no todas las empresas lo aceptan”, aunque, como también asegura Luis Amigo, cada vez más empresas empiezan a apostar por tener a sus desarrolladores de código en cualquier lugar del mundo, y no solo en oficinas centrales como Silicon Valley.
Si tienes que mejorar algo, que sea tu comunicación
Dado que estos trabajadores tienen muchas horas de diferencia con sus otros colegas de trabajo, la comunicación no solo suele ser asíncrona, sino uno de los aspectos que muchos de ellos consideran que es fundamental para poder trabajar en remoto.
“Hay que saber decir lo bueno y lo malo, sobre todo a nivel escrito”, señala David Gasquez. “Se piensa que como programas vas a ser un crack y no es así. Tienes que saber comunicar (también por escrito), aunque sea un trabajo técnico. Y es algo que no se practica. Para cualquier trabajo, debes saber transmitir tus ideas. Tienes que ser un gran comunicador”, incide Ricardo Bartolomé.
Una comunicación que debe ser clara y directa. “Si te mandan una tarea y con una definición vaga sabes hacer algo y preguntar de manera ordenada y no una retahíla de mails, estás acertando”, explica Miguel Fernández. Algo que se debe tener muy en cuenta, según este profesional, a la hora de hacer un proceso para trabajar de menar remota en cualquier empresa. Fernández, que hasta hace pocos meses trabajaba en Github, explica que trabajar en remoto requiere autonomía para, con unas directrices abstractas, poder realizar un trabajo relevante para los objetivos de la empresa y conforme a sus objetivos.
De cara, por ejemplo, a realizar estos procesos, Bartolomé cree que hay que dar buenas muestras de que nos ha interesado la oferta y el trabajo. “Hay que ser puntual, probar los auriculares y la webcam. Que se note que te has interesado y que pongas el máximo de tu parte. Es mejor que compres un micrófono a usar el de tu ordenador, que te asegures de tener una buena conexión, estar cómodo, que no haya ruido de fondo…”.
Pero también debes saber a qué te enfrentas antes de decidir trabajar en remoto. “Si siempre has trabajado en el mismo sitio que tus compañeros, deberías introducirte en un proyecto distribuido para saber cómo es trabajar con compañeros lejos de tu oficina”, recomienda Albeza, porque, de esta forma, “te acostumbras a trabajar en asíncrono, no quedarte atascado si un compañero no contesta… adquieres unos hábitos y habilidades que te van a facilitar la adaptación al trabajo remoto”.
No son las horas: es el proyecto
En la máxima de que el trabajo no es un lugar al que vas sino algo que haces, Luis Amigo asegura que en España se confunde estar una serie de horas en un sitio con trabajar. “Tú vas a una oficina 8 horas al día y trabajas 3 de manera productiva: miras el correo, contestas al teléfono… Cuando trabajas en remoto todo es más sencillo. Tienes que hacer una cosa y estás rodeado de gente que sabe hacerlo” asegura.
¿Cómo se organiza el trabajo en remoto? Todos los profesionales con los que hemos hablado coinciden: por proyectos y objetivos. Pero, dado que nadie controla las horas que se dedican, ¿quién determina en qué plazos se han de cumplir estos trabajos? Luis Amigo asegura que en remoto, “todo es bastante más natural. Hay unas fechas y unos plazos que se pueden no cumplir si se argumentan bien. No pasa nada porque es lógico encontrarse con problemas no previstos”.
James López, por ejemplo, coordina dos equipos de trabajo, uno de 5 personas y otro de 3. “No se miran las horas para nada. Hay ciertos hitos mensuales. En ese tiempo hay ciertas tareas en las que hay que trabajar y después se evalúa para ver cuántas se han resuelto y cuáles no”, explica que de manera individual tienes que trabajar igual. “Cada programador es un mundo pero casi todos los managers tenemos encuentros individuales con empleados para saber cómo va todo cada semana. Tengo las mismas reuniones que en una oficina pero por vídeo. Pero para esto hay que tener buenas app de control”.
Para Belén Albeza, un error es confundir trabajar en remoto de hacerlo con diferencia horaria. “En remoto escribo el mismo código que en una oficina pero desde mi casa, sin interrupciones”. El quid de la cuestión es sincronizar ese trabajo con el resto de compañeros, que pueden estar localizados en cualquier parte del mundo. “Tienes que saber organizarte para no quedarte bloqueado si un compañero no te contesta y de manera asíncrona”. ¿Lo más complicado? Las reuniones por la diferencia horaria, por lo que aquí prima la flexibilidad de todo el equipo. “Una reunión a las 19 horas españolas puede hacer que un compañero en San Francisco la tenga a las 10 de la mañana y otro en Japón a las 2 de la madrugada”.
El riesgo de no desconectar del trabajo
La libertad de horarios tiene dos principales contraindicaciones: no saber desconectar del trabajo y no saber estar solo. “Se trabaja más porque no tienes las distracciones típicas de oficina (aunque hay otras, como el correo o la mensajería instantánea). Pero en general estás más concentrado y la jornada puede ser más cansada”, explica Miguel Fernández, quien también alude a que, dependiendo de la personalidad, “puedes aislarte demasiado”.
Por eso también recomienda tener unas series de disciplina y rutinas organizadas para no acabar siempre en pijama: desde ir al gimnasio o hacer la compra o hasta acudir a un coworking.
Algunos de estos trabajadores optan, precisamente, por esta última opción: quienes comparten ese espacio no trabajan en lo mismo que ellos y, por tanto, no hay tantas interrupciones pero sí permite tener conversaciones casuales como las que se dan en las oficinas. Incluso hay empresas, como para la que trabaja Ricardo Bartolomé, en las que se hacen “cafés virtuales” con compañeros de Europa. Incluso videoconferencias con un único compañero para hablar de cualquier cosa.
Para James López, saber organizarse, sobre todo con horarios, es fundamental. “En una oficina es fácil: se trabaja de 9 a 5. Pero en remoto es un arma de doble filo porque quieres acabar de terminar algo y, al final, te lías y trabajas más. O no sabes cuántas horas has trabajado y si realmente has acabado lo que querías. Hay gente que no se acostumbra y por eso se van a un coworking, porque emula trabajar desde una oficina”.
Pero hay otros que trabajan desde casa porque, precisamente, no están sujetos a esas interrupciones típicas de un entorno de oficina. Es el caso de Belén Albeza. “Para mí es una ventaja no tener a nadie que me moleste No tengo esa necesidad de ir a tomar un café con nadie en mis horas de trabajo”, resume.
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