Empieza el día, te despiertas inspirado y preparas un vídeo tan peculiar como sencillo: un ruido blanco durante diez horas. Diez. Piensas: "Quizás no sea útil para todos como lo es para mí, pero ahí queda mi aportación y no molesto a nadie", pero resulta que no es del todo así y te llegan reclamaciones de derechos de autor por usar un ruido genérico.
Parece una broma o que hay gato encerrado, por ejemplo que entre esos 10 minutos de ruido hay una canción ajena o alguna jugada similar. Pero no es el caso de Sebastian Tomczak, un profesor australiano que de la noche a la mañana se ha encontrado con hasta cinco reclamaciones por infracción de los derechos de autor en YouTube por haber subido un vídeo de algo que suena como un televisor desintonizado durante horas.
De buenas a primeras es curioso y parece algo peculiar (que lo es), pero recordando e investigando un poco no se trata ni mucho menos del único caso de este estilo en la plataforma de vídeo por excelencia, entremezclando el sistema de detección de coincidencias y una posible hábil estrategia lucrativa. Hablamos del caso de Tomczak tras contactar con él y recordamos otros similares.
Las diez horas de ruido que infringían cinco copyrights
El vídeo en cuestión no es nuevo ni mucho menos. Lo subía Tomczak a su canal de Youtube en julio de 2015, contando con algo más de 1.100 visualizaciones. Por el momento sigue publicado, así que si queréis amenizar vuestro ambiente con este proceso estocástico, ahí va.
Así, algo más de dos años después al músico le llegaban cinco reclamaciones por derechos de autor, lo cual publicaba en su Twitter tomándoselo con humor, lo cual tampoco es de extrañar dada la naturaleza del suceso.
El sonido que oímos se generó, según ha explicado Tomczak a TorrentFreak, usando el software Audacity, concretamente el generador de ruido que incluye. Posteriormente lo importó a ScreenFlow, programa con el que acabó la edición para que fuese un vídeo. Es decir, es un contenido original ya que se trata de un sonido aleatorio que creó con dicha herramienta.
Sin duda es algo llamativo: una reclamación que llega tras dos años en cuestión de un contenido que además de original es, literalmente, un ruido. Un ruido que tal y como nos explican en Genbeta al hacerse eco del caso se trata una señal que contiene todas las frecuencias, siendo todas de igual potencia.
Así, en Xataka hemos contactado con Sebastian Tomczak y nos ha respondido muy amablemente, explicándonos que dado que no se maneja demasiado con YouTube en estos aspectos iniciará las disputas de las reclamaciones mañana. Cuenta que ha tenido otras reclamaciones previamente y que siempre ha podido demostrar la originalidad del contenido, pero que este caso es distinto al tratarse del ruido blanco.
Nos explica que este vídeo forma parte de un conjunto de contenidos sobre sonidos continuos que creó entre julio y agosto de 2015, concretamente para estudiar cómo nuestra percepción por este tipo de sonidos puede cambiar durante largos periodos, como detallaba el autor a TorrentFreak. Es decir, si tras estas diez horas de ruido nos distraemos, nos dormimos, etc.
Tras todo esto Tomczak aún se muestra sorprendido de que el algoritmo de YouTube haya encontrado esta coincidencia, viendo que cada una de las quejas hace referencia a un fragmento específico de un vídeo que es "uniforme e idéntico" en toda su duración. Por el momento no le supone una preocupación, pero si a largo plazo empezase a ingresar cantidades sustanciales de su contenido en YouTube, esto probaría que el sistema no funciona bien y sería inusable, según sus propias palabras.
Estoy intrigado y perplejo pensando que el sistema automático de identificación de contenido de YouTube pueda seguir la pauta de encontrar coincidencias entre el ruido blanco y las múltiples reclamaciones, considerando que cada reclamación está dirigida a una porción específica de un vídeo uniforme e idéntico.
De este modo, aunque Tomczak se lo tomaba con humor por Twitter, en realidad estas reclamaciones pueden suponer la eliminación de los vídeos o que se le impida crear canales de nuevo a la cuenta que las recibe. Pero en este caso los supuestos autores monetizan el uso de dicho contenido, por lo que el que se retire o no queda a la espera de que el profesor inicie la disputa en el servicio de streaming.
Un posible negocio legal
La cuestión de hecho está en esta monetización, dado que hasta que Tomczak no impugne las advertencias, los que han reclamado siguen ingresando dinero por las visitas al vídeo del ruido. ¿Os es familiar? No es de extrañar, dado que existen más casos de lo que es un aparente abuso del sistema de protección a los creadores de contenido de la plataforma.
Uno lo recordaban también en Genbeta y ocurría ya en 2013. No se trataba del vídeo de un sonido genérico como en este caso, sino de contenidos creados a partir de los tonos de GarageBand (un software de edición musical de Apple). Lo contaba José Fos en su blog personal, en este caso al ocurrir al canal de YouTube Azúcar con amor.
Si hacéis un vídeo usando las herramientas habituales para crear vídeos caseros como iMovie, Final Cut, etc... o si hacéis uso de herramientas para hacer alguna melodía como GarageBand y subís vuestros vídeos a YouTube es más que probable que recibáis inmediatamente una notificación de coincidencia con contenido de terceros.
Así lo resumía ya al principio, explicando que las posibilidades eran aceptar (de modo que los ingresos por publicidad pasaban a la compañía que reclamaba) o impugnar (arriesgándote a perder el vídeo o el canal, como decíamos) y que en ambos casos se dejaba de recibir ingresos. Es decir, haciendo un uso lícito de los loops o samples de una de estas plataformas (y también las Creative Commons), sin infringir nada, adiós a los ingresos (y hola a un posible cierre del canal).
En aquel caso eran The Orchard Music quienes reclamaban por el contenido y no se trataba de un caso aislado. En este foro de ayuda de Youtube se encadenan numerosos casos en los que se subía contenido de dominio público (como vídeos de la NASA) y esta compañía reclamaba por derechos de autoría.
¿El truco? Hacer suyo el contenido disponible en las plataformas como GarageBand creando piezas y licenciarlo en plataformas como iTunes o Google Play (en el caso de The Orchard en iTunes, para que el algoritmo de YouTube encuentre una coincidencia y pueda generarse una reclamación.
Tras reclamarlo y dirigirse Fos directamente tanto al servicio de reclamaciones de The Orchard y a Scott Cohen, uno de sus fundadores, finalmente retiraron las reclamaciones. Aunque tras todas las cadenas de correos y comprobaciones Cohen reconocía qu "el algoritmo a veces da falsos positivos" y que en esos casos había que poner una reclamación, pero no hablaba del cese de la práctica en ningún momento.
Como hemos dicho hay muchos más casos, como el usuario eeplox que recibió demandas por derechos de autor en los vídeos de naturaleza que subía en 2012. Concretamente reclamaba Rumblefish en cuestión al canto de los pájaros que sonaba de fondo en el vídeo, si bien tampoco era la primera vez que se reclamaban derechos de autor por estos sonidos.
Ha habido más casos con otras empresas cuyas reclamaciones llegaban a usuarios de YouTube que subían contenido propio o libre de derechos, como los que reunía The Next Web. En uno de ésos la reclamación se hacía por la propia voz del autor.
Una guerra, unos derechos y un cuestionable sistema para unos y otros
Aunque el auge de los servicios de streaming y la conversión a lo digital que por necesidad ha sufrido la música no sean cosas nuevas, la guerra entre YouTube, Spotify, etc. y los artistas por los derechos de autor aún está activa. Hace unos meses repasábamos aquí los bandos que participaban a raíz de la respuesta que la Comisión Europea hacía a la petición que más de 1.000 artistas realizaban exigiendo que se regularizara mejor sobre los ingresos que éstos acababan recibiendo.
Ahí se hacía referencia a los métodos de detección automática de YouTube para detectar infracciones de este tipo, exigidas por los artistas (que se mejorasen, ya que el algoritmo de Content ID ya hacía años que estaba activo) e impuesta tras la resolución de la Comisión Europea. El problema es que aunque esto funcione mejor, si no cambia algo del sistema seguirá habiendo reclamaciones de este tipo y perjudicando al autor en cuanto a su remuneración (o el canal) tratándose bien de una confusión o bien de una supuesta estrategia o abuso.
La historia de Sebastian Tomczak no es la de Taylor Swift o U2, es la de un profesor en el departamento de música de una universidad australiana cuyos sus intereses se centran en la intersección entre la música, el sonido y la tecnología. Durante años se ha dedicado a contar sus hallazgos y curiosidades al respecto en su blog personal, así como a subir vídeos a YouTube, veremos cómo acaba la historia en el caso de su canal y si esto sigue ocurriendo con contenido tan original como un ruido o una voz.
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