El contenido panorámico es algo que trae de cabeza a los consumidores, pues la multitud de formatos existentes hace que sea muy difícil enterarse de algo. 4:3, 16:9, 1.33:1, 2.40:1,... ¿Qué soporta mi televisión? ¿Qué debo mirar cuando me compro un DVD o un Blu-ray para que se vea bien en mi televisor?
Como nos comentabais cuando hablamos del Philips Cinema 21:9, cuando teníamos televisores 4:3 convencionales veíamos las películas con barras horizontales negras y pensábamos que con los televisores 16:9 se solucionaría, pero en la mayoría de los casos esto no ha sido así.
Vaya por delante que es un tema complicado, así que puede que tengamos que hacer algunas simplificaciones para hacerlo entendible, pero esperemos que estas no distorsionen la idea de fondo. Ante todo, definir lo que significan estos números, que no es más que la relación entre la altura de la imagen y su anchura. Por ejemplo, el formato 4:3 significa que por cada 4 píxeles de ancho tenemos 3 píxeles de alto, por ejemplo, con una resolución de 800 × 600 píxeles. En cambio, el formato 16:9, con la misma anchura, nos daría una resolución de 800 × 450 píxeles.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que en una película hay diferentes formatos: en el que fue grabado, en el que es emitido, el que soporta nuestro televisor,... Complicándolo aún más, una película puede estar grabada en varios formatos que se vayan alternando, como es el caso de la versión de El Caballero Oscuro para IMAX.
Si todos ellos concidieran no habría ningún problema, pero esto no suele suceder. Uno de los formatos más habituales de grabación en cine es el 2.40:1 (en realidad, 2.39:1, pero se suele simplificar), a partir del cual se obtienen las copias para el resto de formatos mediante diversas técnicas.
Una de ellas es el boxing, las típicas barras negras que se sitúan en la parte superior e inferior de la imagen y que permiten ofrecer una imagen panorámica a cambio de perder espacio de visualización. Con ellas se puede pasar del 2.40:1 al 16:9 o al 4:3 sin problema, aunque con el problema del tamaño asociado, como podemos ver en los siguientes ejemplos en los que se mantiene la altura de las imágenes.
Otras de las técnicas usadas es el recortar parte de la composición original, de forma que el formato se ajuste. Para ello, solo hay que dar tijeretazo, casi de forma literal, a los laterales del original, lo que significa que, en muchas ocasiones, se perderán detalles, como demuestra esta escena de Blade Runner.
Existen técnicas más originales, como el Super 35, en el que las versiones que no son para cine tiene un área de encuadre mayor, o las utilizadas en películas de animación digital, en las que se pueden generar diversas versiones dependiendo del formato final que se quiera conseguir. Al no tener que rodar varias veces, sino simplemente volver a renderizar esto es factible.
Algo parecido puede hacerse al revés, si tenemos que adaptar el contenido de formato 4:3 a formatos panorámicos, que es lo que sucede cuando tenemos un televisor panorámico pero vemos la televisión convencional (o en la mayoría de casos también con la TDT, aunque ya hablaremos de ello)
Las dos técnicas más habituales son el boxing, en la que igual que antes se añaden bordes a la imagen, aunque en este caso se hace en los laterales, y el redimensionado, que provoca un efecto distorsionador en las imágenes, el cual dependerá mucho de los algoritmos implementados por cada fabricante.
Como decíamos al principio, este resulta un tema complicado, por lo que os invitamos a participar comentando vuestras experiencias, correciones y dudas, antes de retomarlo en una segunda parte.