Inicio de la segunda parte del partido entre Portugal y Uruguay. Una falta lateral botada por Bruno Fernandes se convierte en un centro-chut, bota de la peor forma posible para el portero, y se convierte en gol. Justo antes, Ronaldo hizo el amago de rematar de cabeza, sin dejar claras las imágenes si había llegado a rematar o no.
Celebró el gol rápidamente como si fuera suyo, pero el balón Adidas que se usa en el Mundial ha servido para demostrar que el luso no llegó a tocarlo con su testa. No hubo "latido" para el sensor en ese instante. El gol, pues, queda adjudicado a su ya ex-compañero del Manchester United, Bruno.
Latidos que determinan golpeos
Este sensor interno registra la fuerza externa de la pelota y representa gráficamente cada golpe que ha recibido, y en qué instante exacto sucedió. Es un sensor de unidad de medición inercial que permite mapear el movimiento granular en tres dimensiones. Y es lo que Adidas utilizó para determinar en un comunicado que no hubo contacto en ese instante.
Cada vez que el balón es impactado por cualquier parte del cuerpo o rebota en un poste o una valla, este golpe es recogido al equivalente a 500 fotogramas por segundo. Se envían esos datos en tiempo real a un sistema de posicionamiento local conformado por antenas ubicadas en el propio estadio. Y con esos datos recogidos es posible determinar prácticamente en tiempo real qué ha ocurrido dentro del campo.
El sensor muestra una gráfica similar a un sismógrafo que, reproducida de forma sincronizada con el inicio del partido, revela cuándo ha sido golpeada, aunque sea sutilmente, y cuándo no. La FIFA, tras comprobar que el momento del cabezazo de Ronaldo no se vio reflejado en ella, decidió quitarle el gol que el árbitro le había concedido para adjudicárselo a Bruno.
El balón tiene otro sensor adicional para determinar su posición en el campo en todo momento: un sensor de banda ultra ancha (UWB), como el que llevan algunos dispositivos electrónicos para poder localizarlos con precisión. Este tipo de sensor permite una precisión muy superior al GPS, ideal para determinar si la pelota entró o no por completo en la portería rival, o si terminó de salirse de los límites del terreno de juego.
Adicionalmente hay un seguimiento óptico a través de la cámara de ojo de halcón, un viejo conocido en el tenis que también está presente en este Mundial. Doce cámaras ubicadas por todo el estadio monitorizan la posición tanto del balón como de cada jugador, así como de veintinueve puntos corporales de cada uno de ellos, algo que luego ayuda a decidir si hubo fuera de juego en jugadas polémicas. El conocido como fuera de juego semiautomático. El Mundial más tecnológico de la historia.
Imagen destacada | FIFA.
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