Desde que el empleado de NTT DoCoMo Shigekata Kurita los inventara en 1999 hasta este mismo fin de semana cuando su primera (y esperemos última) película se estrena en España, los emojis se han ido convirtiendo en todo un fenómeno. De hecho para los jóvenes se han convertido casi en un lenguaje de comunicación.
Pero, ¿podrá un tipo demasiado viejo para ser millennial y demasiado joven para ser de la generación X (xennial dicen en las webs de tendencias) comunicarse durante una semana por WhatsApp usando tan sólo emojis y quizás algún gif animado? Podría darle intriga a la cosa pero voy a ser franco: no ha sido el éxito que yo esperaba.
Emoji != emoticono, que quede claro
Y cuando digo emojis, digo emojis, no emoticonos. Porque, aunque mucha gente no se lo crea, no son lo mismo y haremos bien en aclararlo. Básicamente los emojis son imágenes y símbolos reales que son renderizados en el dispositivo y/o aplicación correspondiente mientras que los emoticonos son expresiones creadas con caracteres básicos del teclado (vamos, escribir :-) para y hacerla pasar por un sonriente smiley).
Los emoticonos fueron creación del profesor Scott Fahlman de la muy prestigiosa Carnagie Mellon University de Pittsburgh, Pensilvania. Esto ocurrió allá por 1982, diecisiete años antes de que Kurita San inventara los emojis en Japón. El señor Falhman opina lo siguiente del invento nipón que adelantó por la derecha a su propuesta:
Creo que son feos (los emojis) y que arruinan el reto de intentar utilizar una manera más inteligente de expresar emociones usando caracteres estándar... pero quizás es sólo que yo inventé la otra forma.
Hágase así profesor Fahlman, que parece que tiene un poco de envidia en la camisa.
Ni tan carca ni tan moderno
Aunque lo pueda parecer por la introducción, no soy un carca: se lo que es un spinner (aunque no valga un pimiento comparado con una buena peonza/trompo), conozco a los youtubers más famosos (y quiero matarlos a todos) e incluso me paso de vez en cuando por las listas de trap en Spotify. También uso emojis cuando hablo por Whatsapp, son una buena manera de paliar la sequedad del lenguaje escrito en comparación con el hablado. Una carita sonriente puede convertir una frase dura en algo mucho menos agresivo.
La cara besucona para despedirme, la flamenca para indicar que "alguien iba como las grecas", la caca con ojos para mandar a la ídem a alguien, la cara llorando de la risa para responder a ese meme de Julio Iglesias tan gracioso, la cara con corazones en los ojos para comentar las fotos de mis sobrinos... pero una cosa es utilizarlos como recurso y otra bien distinta como base para toda la comunicación.
Los siempre imprescindibles preliminares
El primer reto ante el que me encontré es que no tenía ni idea de lo que querían decir la mayoría de los emojis disponibles en el WhastApp de Android. Tuve que hincar codos, empollar que se decía antaño. Por fortuna existe una web llamada Emojipedia que no sólo te explica el significado de todos los emojis sino que además te da mucha más información como su visualización en todas las plataformas, su historia, su código unicode por si quieres jugar con ellos... ¡incluso estadísticas de uso!.
Fue una tarde intensa de estudio (¿qué quieres? Tampoco es que sea esto una oposición a notario para necesitar más tiempo) y al final de la misma ya estaba familiarizado con el ogro japonés, el cometa (que en iOS parece un pelotazo), el rosario, el Monte Fuji (a ver para cuando uno de la Peña de Martos, ¡hombre ya!), el trolleybus. la Flor de Lis y listo para emplearlos a discreción a la menor ocasión.
Pero claro, ¿y si la otra persona no conoce tan gran variedad de emojis? La comunicación sería complicada, muy complicada. Entre mis contactos no hay demasiados chavales y chavalas jóvenes: amigos y amigas más o menos de mi quinta, compañeros y ex-compañeros de trabajo, familiares casi todos mayores que yo. Con todos uso (y usan conmigo) emojis, existe la familiaridad, pero como ya he comentado previamente, una cosa es usarlos como recursos y otra muy distinta utilizarlos como única base comunicativa.
Pero vamos, si el personaje de Amy Adams y esos pulpos raros alienígenas de siete brazos podían entenderse en 'La llegada', yo me podría entender con mi madre o la los del grupo del Comunio a base de emojis y paciencia, ¿no?
El fracaso del treintañero que quería molar
Para que el experimento fuera más auténtico no avisé a mis contactos de mis intenciones de utilizar exclusivamente emojis (o casi) para comunicarme con ellos. Lo que pasó a continuación, durante esos larguísimos días, fue lo siguiente:
- En los grupos pasaban de mi. Literal. Mis intentos de meter baza con emojis eran pasados por alto y se perdían en el maremagnum de chistes, memes e imágenes.
No tenía ni idea de como iniciar conversaciones. Mandaba una mano saludando y luego el bloqueo. A esperar que el otro participante respondiera y ver si se me encendía la lucecita.
Si estaba mucho rato escribiendo, me terminaba frustrando y al final llegaban las palabras escritas para salir del atolladero.
Si enlazaba varios mensajes con emojis, mi interlocutor terminaba despistándose y soltando el típico "¿Qué dices?".
No me atreví a realizar el experimento con las conversaciones serias o importantes (laborales, de un viaje que estoy organizando...). Soy un fraude.
- Mi madre piensa que Madrid definitivamente me ha derrotado y que me he vuelto loco... aunque me siga el rollo por lástima.
Al final, después de tres días, dejé atrás la angustia y abandoné el reto. Así que el veredicto no puede ser otro que este:
Pero bueno, que Patrick Stewart le pone la voz a la caca del WhatsApp en 'Emoji: La película', siempre se puede caer más bajo. Mal de muchos, consuelo de todos, eso si.
Para terminar me gustaría destacar lo que dice Kurita San que "Teniendo en cuenta que cada emoji es un signo tipográfico, no creo que exista un uso correcto o incorrecto del emoji. ¡El uso es libre!".
Pues sabes lo que te digo yo a ti, Kurita San: 💩👉👤
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