Este "cuento ilustrado" nos invita a pensar que el arte hunde sus raíces mucho más atrás de lo que pensamos
El 23 de febrero de 2018, un equipo de investigadores españoles publicó un artículo sobre un puñado de pinturas rupestres de España que estaba destinada a cambiar radicalmente todo lo que sabíamos sobre la historia de la humanidad. Las pinturas, según explicaron, tenían 64.000 años y eso significaba que la habían hecho neandertales.
Eso era algo que creíamos que era imposible y, en consonancia, nadie le hizo ni puñetero caso. Ahora hay quien se plantea que quizás siempre tuvieron razón.
Un estudio imposible (o eso pensábamos). En aquellos días, como digo, nadie creía seriamente que los neandertales pudieran pintar de forma figurativa y datarlas 20.000 años antes de que llegaran los seres humanos modernos no parecía razonable. Sobre todo, porque los métodos de datación eran confusos y no estaba claro que fueran precisos.
Como han demostrado estos años, el equipo estaba siendo pionero.
Pero antes, de hemos algo claro: no es fácil datar una pintura rupestre. Fundamentalmente porque la mayor parte de ellas están hechas con minerales. Es decir, no tenemos una manera obvia para saber cuándo se hizo la pintura.
En estas condiciones, las técnicas más usadas tienen que ver con analizar la capa de carbonato de calcio que surge sobre las pinturas con el paso de los años. Así es cómo se dataron las pinturas españolas y así (aunque con otro sistema) ha sido como se han datado las que ahora se consideran las pinturas más antiguas.
La carrera por encontrar las pinturas más antiguas del mundo. En 2021, un equipo de arqueólogos descubrió la que, en ese momento, era la pintura rupestre de animales más antigua del mundo en la cueva Leang Tedongnge. Pintada con pigmento ocre rojo oscuro con forma de cerdo salvaje, tenía aproximadamente 45.500 años.
Ahora, a 10 kilómetros de allí, han encontrado otra pieza de arte narrativo que según parece tiene la friolera de 51,200 años. Parece una curiosidad, pero es un descubrimiento con implicaciones reales para nuestra comprensión de la historiad el arte (y, por extensión, de la humanidad en su conjunto).
¿Qué significa todo esto? Como reconocen los autores de este último trabajo, "las nuevas fechas de Sulawesi cuestionan dos premisas clave en el estudio del arte del Pleistoceno. La primera es que la representación de antropomorfos o figuras de aspecto humano, no se hizo común hasta finales del Pleistoceno tardío. La segunda es que la creación de composiciones narrativas evidentes era rara o inexistente en el arte rupestre primitivo".
Es decir, que las raíces del arte se están haciendo cada vez más profundas. Está claro que nada de esto solucionará los problemas metodológicos de los estudios españoles. Pero, a medida que encontramos pinturas cada vez más antiguas, la pregunta es evidente... ¿y si siempre tuvieron razón? ¿Y si el arte es algo menos humano de lo que siempre quisimos pensar?
Imagen | Leang Karampuang. / Universidad Griffith
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