Aunque parezca que el cine en tres dimensiones es un invento de ahora, prácticamente desde sus inicios la industria fue consciente de que llevar la sensación de profundidad e inmersión al cine era un éxito casi seguro. Se conocían las bases del funcionamiento de la sensación de 3D en el cerebro, así que todo era cuestión de ir mejorando la técnica.
Que lo que se viera en la pantalla fuera lo más real posible para el espectador ha sido siempre un sueño, pero se lo empezaron a tomar realmente en serio en los años 50, cuando en EEUU el uso del televisor suponía un entretenimiento casero que no gustaba a la industria y que provocó que llegarán adelantos a los cines para hacerlos más atractivos.
Cine en 3D, primeros pasos
Como hemos indicado, ya en los comienzos del cine se pensó en las tres dimensiones. El primer sistema de cine en 3D que se patentó fue en 1890 y lo realizó William Freese-Greene. El siguiente paso dado por Frederick Eugene Ives llegó diez años después con su cámara de dos lentes. Más tarde llegaría la separación de la imagen basada en dos colores, en la que se introducía el concepto de las gafas con cristales de dos colores que todos asociamos a las tres dimensiones.
Habría que esperar hasta 1922, concretamente el 27 de septiembre, para ver la primera película en 3D en salas comerciales usando el sistema de dos proyectores. Su título fue The Power of Love. Posteriormente se sucedieron grabaciones en las que se usaban cámaras estereoscópicas.
Pero la primera proyección en 3D realmente fue la que se realizó el 10 de junio de 1915 en el Teatro Astor de New York y que se componía de tres cortos con escenas rurales de Estados Unidos, un documental sobre las cataratas del Niágara y una selección de escenas de El Rey de la Estafa.
Años 50, por fin en color
Con más pena que gloria llegamos a los años 50, momento en el que el cine 3D sufrió un acelerón ante el empuje de la televisión. Llegaron entonces las películas en color, pues hasta entonces el sistema de división por colores hacía que aunque se rodara en color, en los cines solo podía ser disfrutada en blanco y negro.
Bwana Devil fue la primera película en 3D a color y el primer gran éxito de taquilla, aunque la comodidad no era precisamente su más preciado valor, teniendo que interrumpir la proyección para ajustar el sistema ideado por M.L. Gunzberg, que consistía en dos rollos de película que debían proyectarse al tiempo y perfectamente sincronizados, cosa que no siempre ocurría. Además el efecto tridimensional solo se lograba en los asientos centrados, y a menudo las gafas causaban dolores de cabeza en los espectadores.
Posteriormente llegaría también el sonido estéreo con House of Wax. Pero el Cinemascope volvió a relegar al cine 3D al ostracismo.
Space-Vision e Imax, primeros sistemas 3D avanzado
Antes de que llegaran los años 70, Arch Oboler dotó de nuevo de dinamismo al mundo del 3D con la invención del sistema Space-Vision 3D. Ahora, las imágenes se superponían en la misma tira de película y se proyectaban con un solo equipo, el cual debía disponer de una lente especial.
El siguiente hito en el cine en 3D vino de la mano de los cines IMAX. Llegó en los años 80 junto con los grabadores de cinta y ante un nuevo caos en la industria que de nuevo veía una amenaza al consumidor en su casa disfrutando de películas de alquiler. En el caso del IMAX 3D, se utilizan dos lentes de la cámara para representar a los ojos derecho e izquierdo. Esa grabación queda almacenada en dos rollos de película por separado para los ojos derecho e izquierdo, y luego se proyecta de forma simultánea.
La primera película proyectada en IMAX 3D fue Space Station, aunque el verdadero boom comercial en IMAX 3D fue The Polar Express, un año después de que Cameron (ahora de moda por Avatar) realizara el largometraje Ghosts of the Abyss en formato IMAX 3D.
A partir de entonces hemos vivido en una espiral continua de estrenos de cine en 3D, con las películas de animación como principales protagonistas. El último y más mediático título ha sido Avatar, toda una experiencia de cine 3D bien realizado, que ya se dice que marcará un antes y después en el mundo del cine.
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