A simple vista Jiaolong parece una población más de la provincia de Sichuan, en el corazón de China. Tiene cine, un acuario, una pista de hielo y a lo largo de sus 4,3 km2 se reparten 100.000 personas. Su densidad demográfica es bastante alta, cierto; pero nada excepcional. Lo que hace realmente peculiar a Jiaolong, lo que lo convierte en un caso de estudio, es su naturaleza.
Jiaolong es una ciudad totalmente privatizada. En el sentido más pleno de la palabra: surgió de un acuerdo de concesión suscrito entre el gobierno local y una empresa privada, Jiaolong Co, que ha impulsado el desarrollo de la ciudad, sus servicios e infraestructura pública.
Igual que las autoridades públicas en la mayoría de ciudades convencionales, la compañía asume una serie de responsabilidades clave en el desarrollo del municipio. Y lo hace en virtud de un pacto con el gobierno que involucra puntos tan sensibles como los impuestos y servicios públicos.
Lo más curioso: esta burbuja con toques libertarios está, ni más ni menos, que en la república china.
Un bum urbano en solo 20 años
La génesis de Jiaolong se remonta a hace apenas dos décadas, a los primeros años del siglo XX. Hacia 2003 la firma Jiaolong Co, dirigida por Yujiao Huang, se fijó en un área de unos 4,3 kilómetros cuadrados dedicada básicamente a tierras de cultivo y por la que se repartían algunas casas de agricultores. No había fábricas, ni edificios, ni nada que recordase ni remotamente a una urbe.
Lo habitual en el desarrollo urbanístico en China es que sea la autoridad pública y local la que se encargue de planificar, hacerse con los terrenos, desarrollar la infraestructura fundamental, facilitar la implantación de promotores y empresas y garantizar los servicios públicos básicos en el campo de la seguridad, la salud o la educación. Para hacerlo, dispone de las herramientas que le reserva la ley.
En el caso de Jiaolong el proceso fue distinto.
Lo que quería crear la corporación era un parque industrial y para hacerse con los terrenos se los arrendó a los agricultores. La compañía alcanzó además una serie de pactos con las autoridades públicas de Shuangliu —en Sichuan, donde se enmarca el terreno de Jiaolong— sobre los que se cimienta desde entonces en gran medida sus responsabilidades y el rol especial que ostenta.
La corporación arrendó los terrenos a los agricultores y se comprometió a invertir en diferentes infraestructuras públicas —como una planta para el tratamiento de aguas o carreteras— y construyó edificios, fábricas y espacios comerciales. Lo que en un inicio se planteaba como un parque industrial creció tanto que pasó a convertirse en algo totalmente distinto: una pequeña ciudad.
De ser un espacio de cultivo se transformó en un polo residencial con 100.000 personas y una producción anual valorada en 7.000 millones de dólares. Genera 100 millones en tributos.
Gracias al acuerdo marco suscrito en 2003, Jiaolong Co asume los derechos de planificación y coordinación y tiene en su mano, por ejemplo, emprender su propio diseño urbano siempre que se ajuste a los esquemas básicos marcados desde Shuangliu. En su peculiar relación con las autoridades, la firma asume también una serie de derechos y deberes poco habituales.
Por ejemplo, en 2003 Jiaolong Co firmó un contrato en el que se compromete a invertir 1.000 millones de yuanes en tres períodos, captar a más de 400 empresas, proporcionar unos ingresos fiscales que superen los 300 millones de yuanes y alcanzar un PIB de 6.000 millones.
En su despliegue de inversiones, la corporación debe también construir plantas de tratamiento de agua, tuberías, carreteras, una central eléctrica y un sistema para el suministro de energía, cableado subterráneo… Compromisos de calado, pero que compagina con el derecho de planificación si se atiene a las directrices que marca el Plan Maestro del Condado de Shungaliu.
A cambio —y este quizás sea el punto más peculiar en el caso de Jiaolong— el gobierno de Shuanhliu, que sigue ostentando la potestad para cobrar los impuestos, le transfiere el 25% de los ingresos fiscales que recibe. El gobierno se compromete a ofrecer unos servicios de calidad, ayudar en seguridad, fiscalidad y protección del medio y en el trato con otras poblaciones.
“El contrato especifica que Jiaolong debe alcanzar los objetivos de inversión y desarrollo y construir infraestructuras. A cambio, obtiene del gobierno derechos de planificación, reparto de impuestos y servicios de coordinación”, explica el profesor Quian Lu, de la Facultad de Economía de la Universidad Central de Finanzas y Economía de Pekín, a China Talk.
El reparto de servicios y cómo se prestan en la población es algo más complejo. Dentro de Jiaolong la mayoría están transferidos a la corporación, lo que incluye las inversiones y ciertas prestaciones públicas básicas. Eso no quita que siga habiendo otros que estén en manos del gobierno, como el metro o los poderes con capacidad coercitiva, como las comisarías de policía.
"El gobierno sigue siendo el proveedor de bienes públicos a escala de toda la ciudad, proporcionando el metro y controlando también el poder político e instalaciones coercitivas. Pero dentro del parque de Jiaolong, la mayoría de los servicios públicos se transfieren a Jiaolong Co, incluyendo la inversión en infraestructuras básicas y servicios públicos como la escolarización, la organización de zonas comerciales y residenciales y la protección del medio ambiente", señala China Talk.
¿Es el de Jiaolong un caso único? Como detalla China Talk, "algunos gobiernos locales de China están dejando que las empresas privadas desarrollen nuevas ciudades y presten servicios públicos". Y apuntan: el esquema de las urbanizaciones impulsadas por el sector privado es "cada vez más común". En esos casos, como los protagonizados por la firma China Fortune Development (CFLD), las corporaciones se encargan de la coordinación y desarrollo de las urbanizaciones.
En el caso de Jiaolong se va un paso más allá y se opta por un modelo totalmente privatizado, por ciudades privadas. El fenómeno está poco estudiado aún, pero ya empieza a atraer el interés de los investigadores. Jiaolong sería "uno de los principales casos de éxito" del nuevo modelo.
Imagen de portada | David Emrich
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