Seguro que te suena la escena: a un personaje de tu serie/película favorita le detienen por algún delito menor y el juez decide ofrecerle cumplir condena en su casa. Para asegurarse de que respeta el arresto domiciliario, le ponen un dispositivo tobillero que sirve para monitorizar su posición en todo momento. ¿Y si sale de casa? Unas sirenas muy ruidosas comienzan a sonar, como si de una alarma se tratase.
Hasta aquí lo que nos ha enseñado la ficción sobre este tipo de arrestos domiciliarios, pero ¿cuál es la tecnología real que se utiliza para estos dispositivos de control y seguimiento? ¿Cómo funciona y cómo de efectiva es? ¿Qué ocurre en España? ¿Qué otros métodos alternativos se utilizan?
Las pulseras que saben dónde estás
Existen numerosos fabricantes para los dispositivos electrónicos de monitorización y control: una rápida búsqueda devuelve algunos nombres como CAM Systems, Stop LLC o Actron Systems. Sin embargo, uno de los más populares es Omnilink, que entre sus clientes cuenta con numerosos estados de Estados Unidos. En el mercado existen una gran variedad de modelos: desde los más sencillos hasta otro más avanzados que permiten a las autoridades comunicarse con la persona que lo lleva o saber si ha bebido alcohol.
Podríamos dividir estos dispositivos en dos grandes categorías. Por un lado están aquellos que funcionan por radiofrecuencia. Son los más básicos, ya que únicamente sirven para saber si una persona está en un determinado lugar (su domicilio) o no. Estos sistemas se componen de dos elementos: por un lado la propia pulsera y, por otro, una base que se comunica con ella y se instala en el lugar donde la persona tiene que cumplir condena.
Las pulseras que funcionan por radiofrecuencia son más básicas y ya han quedado anticuadas
El dispositivo está en contacto con la estación base que, a su vez, se comunica con las autoridades o la persona encargada de la vigilancia. Si la comunicación entre ambos no se produce, significa que o bien el dispositivo no funciona o el sujeto ya no está dentro del alcance del sistema, por lo que salta una alerta. Como digo, este sistema no es demasiado avanzado ya que no se conoce la posición de la persona en todo momento.
Las pulseras actuales llevan en su mayoría conectividad GPS que, combinada con otros sistemas de posicionamiento y radiofrecuencia, facilita un seguimiento más exacto tanto en el interior del domicilio como el el exterior. Estas soluciones dependen también de la tecnología AFLT, que permite gelocalizar un dispositivo gracias a la red móvil (por tanto, necesitan ir equipados con una SIM y tener acceso a una red telefónica).
Los dispositivos de monitorización actuales suelen combinar radiofrecuencia, GPS y geolocalización por la red móvil
Las pulseras con GPS y otros sistema de geolocalización son más avanzadas que la versión de radiofrecuencia y posibilitan, por ejemplo, establecer unas fronteras virtuales que la persona que lleva el dispositivo no puede pasar. Además, si éste escapa de su domicilio, es más sencillo encontrarle. En este caso, las autoridades tienen acceso a su localización en cualquier momento con un panel de control.
A los dispositivos que funcionan por GPS se les pueden añadir otras funcionalidades. Por ejemplo, algunos como el SCRAM detectan si quien porta la pulsera ha tomado alcohol. ¿Cómo lo hace? Midiendo la concentración de alcohol sobre la piel. En el pasado también ha habido polémica porque algunos sistemas incluyen un micrófono que permite que las autoridades puedan escuchar remotamente lo que sucede, aunque en teoría su función es permitir que usuario y la persona encargada de su control puedan comunicarse.
Seguras pero no infalibles
Pero ¿cómo de seguras son estas pulseras? Éste es otro de los apartados donde los fabricantes más han trabajado. Existen varias soluciones que prácticamente incorporan ya todos los modelos. En la pulsera suelen incluir una fibra óptica a modo de sensor: si ésta se corta, salta la alarma. Lo mismo si se está intentando inhibir la señal de radiofrecuencia, de GPS o la red móvil: en el momento que no llega la señal, las autoridades reciben una alerta.
Esto no significa que sean infalibles. Existen métodos (aquí uno bastante original en el que usan una bolsa de basura) con los que algunos criminales aseguran haber podido librarse del dispositivo de seguimiento. Los fabricantes, eso sí, vigilan de cerca todos estos trucos y cada vez implementan más mejoras. ¿Que te lo quitas porque tienes los tobillos delgados? Entonces le ponemos un termómetro que mida la temperatura y que compruebe que efectivamente lo lleves puesto.
Otros todavía van más allá: un estafador que intentó timar a Mark Zuckerberg diseñó un sistema de raíles en su casa con el que paseaba la pulsera de un lado a otro para que diera la impresión de que él la llevaba y se estaba moviendo. El agente a cargo del caso comenzó a notar que no se movía demasiado y que el patrón de actividad era algo extraño. Al no poder contactar con el sospechoso, hasta el lugar se desplazó un equipo de los US Marshals y descubrieron todo el montaje que éste había elaborado.
Las llamadas de control
Aunque las pulseras son muy utilizadas en algunos países, existe otro sistema mucho más rudimentario: las tradicionales llamadas de teléfono. Y no, no estamos hablando de agentes que se dedican únicamente a llamar de forma aleatoria a gente que tiene que permanecer en su hogar. Existen sistemas automatizados que se encargan de hacer este trabajo, a los que se pueden programar para que realice las comprobaciones cada cierto tiempo.
En estos casos lo que se hace es grabar la voz de la persona que tiene que permanecer en su casa. La idea es que ésta diga varias frases concretas y luego el sistema, al llamar, compruebe que las voces coinciden. Si no se puede verificar que efectivamente estamos ante un positivo, salta una alerta, tras la cual un oficial de carne y hueso puede proceder a repetir el proceso para comprobar si ha sido una falsa alarma o si alguien se está haciendo pasar por quien no es.
Localización permanente en España
¿Qué ocurre en España? En nuestro país, como tal, no existe el arresto domiciliario. Esta figura desapareció hace tiempo para dar lugar a la pena de localización permanente, que viene a ser casi lo mismo con la salvedad de que la localización la elige el juez y éste puede permitir, por ejemplo, que el condenado vaya a trabajar. Se trata de una de las penas de privación de libertad que figura en el Código Penal y puede durar hasta seis meses.
Respecto a las tecnologías utilizadas en España, el Ministerio del Interior ofrece poca información concreta en la página web oficial. Sí, se utilizan pulseras "por red telefónica", sistemas de seguimiento continuo mediante tecnologías GPS y sistemas de verificación de voz, como los que acabamos de comentar.
Según explicaba Pilar Otero González, Profesora Titular de Derecho penal de la Universidad Carlos III, en un paper de 2008, existen varios programas que utilizan sistemas de vigilancia electrónica en la Administración Penitenciaria española. Para realizar un seguimiento de internos clasificados en tercer grado se utiliza un sistema de radiofrecuencia sin GPS.
Para la ejecución de la pena de Localización Permanente (en el caso de que el juez estime esa pena para un delito en lugar de cárcel), se utiliza el sistema de llamadas telefónicas u otras técnicas pasivas (como visitas de la Policía). Los sistemas GPS quedan relegados tan sólo para control de salidas y permisos de internos con especiales características penales y penitenciarias, como en el caso de Violencia de Género.
¿Cuáles son los modelos concretos? Aquí, por desgracia, ya no tenemos tanta información. El concurso lo ganó hace ya más diez años Elmotech, una empresa israelí que ahora se llama 3M Electronic Monitoring. En el caso de los sistemas con GPS y otros sistemas de localización, como los que se imponen a condenados por Violencia de Género, en 2009 el Ministerio anunciaba un acuerdo con Securitas Direct y Telefónica para que se encargaran de proporcionar dichos dispositivos que dan la alarma si acusado y víctima se acercan más de una determinada distancia.
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