Llevo 20 años dando clases y esta es la historia detrás de mis cinco fotografías de paisaje favoritas

Llevo muchos años trabajando como fotógrafo, y una de las cosas que más disfruto es hacer fotografías de paisaje. Me encanta perderme por la montaña y encontrarme la luz que me gusta. Mi forma de trabajar es muy sencilla, sin todos los aportes de los tiempos modernos. Vamos a verlas.

Hay muchas de entender la fotografía. Tenemos los fotógrafos ventana o los fotógrafos espejo. Los que se asoman al mundo y los que reflejan su forma de pensar. En fotografía de paisaje, encontramos a los seguidores de Ansel Adams y los que preferimos la mirada de Robert Frank, menos preciosista.

Cada uno tiene que elegir su lugar con la cámara. He apostado por Robert Frank. Así que mi fotografía no es en absoluto espectacular. El único exceso que me permito es el trípode. No quiero depender de las aplicaciones, ni madrugar por una imagen, ni quedarme sin dormir por otra.

Prefiero fotografiar como respiro, como me muevo día a día. Por este motivo siempre voy acompañado de una cámara, con un objetivo sencillo y ligero. Y nada más. Si ese día no hago ningún disparo no pasará nada. Por este motivo no suelo hacer fotografías espectaculares, con varias filas, en HDR y con más horas en el ordenador que en la naturaleza.

En esta ocasión voy a enseñar cinco de mis fotografías favoritas como posible fuente de inspiración. No quiero que sea como un recetario de cocina. Es imposible conseguir el mismo resultado que otro fotógrafo. Hay que fijarse en las claves de la composición y la técnica. Y si no te gustan, sabrás cómo no hacerlas.

La idea es mostrar otra forma de mirar el paisaje, fuera de las ideas clásicas de composición, tratamiento digital y demás. Es una manera más de hacer fotografías en los sitios que nos gustan, sin la necesidad de tener un equipo puntero y dominar todas las aplicaciones del mercado.

León

León

Siempre viajo acompañado. Con la familia, con amigos o con alumnos. No me gusta, salvo en contadas ocasiones, salir solo a hacer fotografías. Es un defecto tremendo para un fotógrafo, una de las profesiones más solitarias. En este caso queríamos subir a lo alto de una montaña donde había un refugio. Y la niebla nos atrapó.

Con la niebla tengo una de mis luces favoritas. Así que cargué mi pequeña Minox 35 con una película TMax 400 en blanco y negro. Me gustaba el grano que daba y sobre el contraste, una constante en mi estilo. Esa cámara tiene un Minotar f/2.8 35mm que se ha convertido en mi objetivo preferido para paisaje. Nada que ver con el 14 mm que domina ahora en el mundo especializado.

En la niebla todo cambia rápido, así que hay que estar muy atento. Al llegar a la cumbre encontré esas sábanas al viento. Situé el poste en el centro y las sábanas a la derecha para romper la simetría. Y no dude en disparar con un f8 para conseguir una buena profundidad de campo. El tiempo de obturación fue muy lento, pero le dio un movimiento a las telas que le aporta vida a la imagen.

El negativo está digitalizado en vez de escaneado. Es una de las técnicas más rápidas y eficaces para aprovechar todo el potencial de nuestro material más antiguo.

Aeropuerto de Cuatro Vientos

Aeropuerto de Cuatro Vientos

Esta es la prueba de que una buena fotografía te puede salir en cualquier momento. Este pinar lo veía todos los días a primera hora de la mañana antes de volar. Y cada día era totalmente distinto. Está hecha con otra compacta, en esta ocasión una Canon PowerShot G9. Es una dato irrelevante pero necesario para tratar de justificar las limitaciones del original.

Un día decidí salir antes de casa. No podía llevar el trípode porque no quería perder mucho tiempo y quería encontrar un lugar en el bosque donde se vieran los primeros rayos del sol de la mañana. Y marcar la verticalidad rota de los árboles en la composición.

Como había muy poca luz y quería usar el ISO más bajo, abrí el diafragma a f5,6 y disparé una ráfaga a 1/40. El segundo disparo fue este, el más nítido. A la hora de revelar la fotografía aposté por una luz más cálida y reforzar esa pérdida de contraste según se aleja la vista.

Valle de Áliva

Valle de Áliva

Una de mis fotografías favoritas. El tiempo era terrible (¿he dicho que el mal tiempo me encanta?) y habíamos llegado por los pelos al último teleférico de Fuente Dé. Arriba no había nadie y nos quedaba una pequeña caminata hasta uno de los refugios que hay por allí arriba de Picos de Europa.

Era la primera vez en la alta montaña de mi hija, así que la llevaba en la mochila. Como no se veía nada se durmió. Y de repente se abrió la niebla y apareció el camino. Un caballo blanco empezó a cruzar delante de nosotros. Saqué el trípode, monté la cámara y cerré el diafragma a f11. El tiempo de obturación era solo de 1/8. La composición, basada en líneas sencillas basadas en la curva: el sendero y las dos líneas de la montaña.

Sabía que el caballo iba a salir movido. Así que disparé una, dos, tres y cuatro veces mientras avanzaba en el plano elegido. El último disparo, antes de que desapareciera, fue el mejor. ¿Por qué? De repente me vino a la cabeza, durante la edición, el cuadro de Goya 'Perro semihundido'. Esa es la referencia que estaba buscando en aquel frío día de julio. Y ella continuó dormida.

Madrid desde el aire

Madrid desde el aire

Fui fotógrafo aéreo durante mucho tiempo. Tengo miles de horas de vuelo en helicóptero. Y esta fotografía es uno de aquellos tiempos. Madrid quedaba a mi izquierda y todavía se estaban construyendo las cuatro torres. Por supuesto, solo hacía fotos si las nubes aparecían.

Este tipo de fotografía es muy complicado. Tienes que disparar con altas velocidades para compensar el movimiento del helicóptero. Puedes ir atado con la puerta abierta, pero no es algo que me apeteciera hacer siempre. En aquella ocasión la puerta estaba cerrada y la pequeña ventanilla abierta.

Me gusta mucho el formato panorámico para dar esa sensación de amplitud aunque estés utilizando una focal larga

Me gusta mucho el formato panorámico para dar esa sensación de amplitud aunque estés utilizando una focal larga, como el 70 mm que llevaba aquel entonces. La composición es sencilla y refuerza la horizontalidad. Si os fijáis, todo se basa en bandas de luz.

En esta ocasión estábamos en un estático, quietos en el aire. Así que pude cerrar el diafragma de mi Canon EOS 5D Mark II a f5,6 y disparar a 1/640. En aquellos tiempos los objetivos estabilizados eran muy básicos y no podías confiar en ellos ciegamente. Como siempre, varios disparos para asegurarse uno nítido.

Playa La Griega

Playa La Griega

Las imágenes marítimas se relacionan últimamente con una composición en triángulo, donde encontramos un elemento en primer plano y dos al fondo para dirigir la mirada. Además, la exposición tiene que ser siempre muy larga para conseguir el efecto niebla.

Aquí hice todo lo contrario. En una playa donde se ven las pisadas de los dinosaurios planté el trípode justo en la lengua de agua que se había formado. Esa curva en S dirige la mirada del espectador hasta el mar. Y el cielo encapotado, junto con la arena negra, hacen un marco perfecto.

Uno de los secretos de esta fotografía es el revelado en blanco y negro. Si os fijáis, se pueden ver todos los matices del gris, desde el negro al blanco. Para conseguirlo utilicé un proceso personal basado en las máscaras de luminosidad. Sin la luz de esa lengua de mar, la fotografía no comunicaría nada.

La fotografía es un trabajo (y una afición) perfecto, porque puedes enseñar a los demás cómo ves, al igual que la escritura enseña cómo piensas. Si no tienes tiempo, tienes mil formas de inspirarte para lograr un buen resultado. Pero si puedes dedicarle horas, al final logras lo que buscas.

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